son los cánones y ejecutarlos con primor esta al alcance de unos pocos elegidos que sienten el toreo desde lo hondo del alma y se asientan ante la embestida del rey de la fiesta con verdadera entrega combinando todos los resortes de sus cualidades toreras .
Fue un tal Juan Ortega ,que debutaba en en el albero maestrante , el que cuajó un esplendoroso y arrebatado ramillete de verónicas –plenas de expresión y desgarro- que hizo rugir al público . Aquello fue un lío de los gordos, abrochado con una media del palo de Belmonte y las palmas echaban humo y la banda subrayó el momento con un pasodoble en un momento de fulgurante intensidad que hizo temblar a la plaza con aires de gran suceso. Siete verónicas maestras con todo las condiciones declaradas como ejemplares , clásicas , es decir , cargando la suerte , ganando terrenos , bajando las manos , templando el trazo , ligando la seria ,y componiendo la figura con elegancia .
Hay todavía quienes dicen que no lo ven , ni lo han visto ni lo han sentido....Las comparaciones son odiosas pero haber quien supera la belleza del momento en lo que queda de feria.
Por Revisor
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