La ya larga carrera del artista de La Puebla no podía ser contada ni contextualizada sin atender al planteamiento, el nudo y el desenlace del último lustro prodigioso en el que Morante ha redondeado su rol de torero histórico, logrando contestarse a sí mismo, alumbrando una impresionante lista de obras que ya figuran en los anales de la historia del toreo.
¿Por qué Morante? El autor analiza el mensaje ético y
.estético del diestro cigarrero en una sociedad uniformada, de rápido consumo y afán estadístico que lo sitúa en sus márgenes. Más allá de la propia tauromaquia de Morante, Aguado denuncia la deriva del negocio taurino, sumido en los mismos tacticismos que la propia sociedad del primer cuarto del siglo XXI. El diestro de La Puebla, que escaló su propia cumbre en la pasada Feria de Abril, no deja de ser uno de los creadores, dentro o fuera del ruedo, más determinantes del panorama artístico de la actualidad.¿Por qué Morante?
Eso es lo que trata de explicar este libro. Ya en la edición de 2011 intentaba contestar a esa pregunta en unas circunstancias muy distintas a las que se viven ahora. Con esta ampliación y esta reedición se ven nuevos porqués que tienen mucho más peso que los primeros para entender lo que es este torero y lo que significa en el panorama del toreo actual.
Estos dos lustros largos, sobre todo las tres últimas temporadas, habían dejado incompleta la anterior versión del libro.
Claro, la carrera de Morante ha tenido muchos altibajos en estos doce años; taurinos y hasta morales. Ha cambiado varias veces de apoderado, de estrategia... y creo que ahora es el auténtico Morante, el que se reconoce a sí mismo después de más de 25 años de alternativa. Ha logrado la madurez absoluta del artista no sólo en su expresión en la cara del toro sino también en lo que quiere y lo que pretende con su oficio. Por eso, en momentos tan complicados para el toreo como estos con respecto a los que se aludía en el libro en la primera edición, este ‘Por qué Morante’ tiene más fuerza y muchísima más vigencia. Es la referencia que no se debe perder y se ha ido perdiendo en otros muchos aspectos del toreo y en gran parte del escalafón.¿Podría ser Morante uno de los pocos toreros –si no el único- con una verdadera percha literaria?
Es una cuestión de los tiempos. Morante, como José Tomás, es un raro. Son personajes que están al margen de su tiempo. El resto de toreros se han adaptado o son hijos de los tiempos en los que viven. Y esos tiempos, más allá del mundo del toro, nos hacen muy impersonales. Cada vez estamos más igualados. La gente no se distingue por la calle y Morante, sin embargo, es un tipo absolutamente original, fiel a sí mismo y fiel a una forma de entender la vida y su arte que otorga ese toque literario a todo lo que hace.
Su toreo tiene la virtud a llevarnos a la atmósfera creativa que se vivió en uno de los momentos creativos más fecundos de la cultura española: la Edad de Plata.
Totalmente. Lo hemos dicho muchas veces y se apuntaba en la primera edición: Morante es un compendio histórico del toreo. En sus muñecas viven muchos toreros: los que él ha visto, los que ha seguido, leído o intuido en fotografías o vídeos... Ahí vive toda esa cultura taurina y Morante no deja de ser un resumen de todo el toreo del siglo XX pero todavía mucho más perfeccionado porque no sólo es un artista sino que es el artista de más valor del escalafón de los últimos cincuenta o sesenta años.
Ese afán enciclopédico, esa vocación antológica de su toreo y la manera de expresarlo le convierten también en un intérprete de la mejor cultura, más allá de las líneas del toreo.
Hay una gran profundidad porque en el fondo hay mucho de él dentro de todo eso. Las vivencias marcan a los artistas para bien y para mal. Lo bueno y lo malo al final acaban haciendo que dentro de esa alma hay un mensaje que contar como decía El Gallo: el toreo es tener un misterio que decir y contarlo. Morante, por todas las vicisitudes que ha tenido en su vida, tiene un misterio muy profundo que se ve desde que sale a la plaza y pisa la arena. Es un torero que centra todas las miradas porque en el fondo es uno de los grandes artistas de nuestro tiempo a todos los niveles. Es uno de los grandes personajes de la cultura española de este siglo XXI.
Calamaro dijo que el nuevo rock and roll debía ser Morante.
Es un poco reivindicar eso. Al final del ensayo llego a la conclusión de que hay que defender a Morante como sea porque es la mejor referencia que podemos tener para salir de esta atmósfera axfisiante de la dictadura de lo políticamente correcto. Morante es la esencia de muchas cosas y es un artista revolucionario porque va en contra de toda la corriente que nos lleva a ninguna parte, a esa globalización absurda que tiende a la unificación.
El toreo se convierte en transgresión en sus manos...
Es que es transgresor para el toreo de hoy. La corriente de los últimos diez o quince años a raíz de la crisis nos lleva a un panorama de faenas cada vez menos emocionantes o trascendentes. Estamos viviendo un toreo muy monótono, práctico... los toreros se han convertido en funcionarios a sueldo de las grandes empresas o de los apoderados y no arriesgan artísticamente. Estamos viendo muchas corridas en las que es muy difícil sacar un ole de las tripas o ponerse de pie en el tendido. Y Morante está defendiendo esa lucha porque el toreo no pierda lo que debe ser siempre: un arte trascedente entre la vida y la muerte.
En ese proceso creativo de los últimos años podríamos marcar un punto de arranque en la faena del 1 de octubre de 2021 en Sevilla, desde ahí al rabo del pasado abril, se suceden una serie de trasteos trascendentales que desembocan en ese triunfo. ¿Se ha podido crear un vértigo o un vacío creativo después?
No lo sé. La mente de Morante es un laberinto complicado y lo cierto es que esa faena del primero de octubre me pareció inmensa. Él presume mucho de gallismo pero esa faena fue puro belmontismo, la entrega absoluta con ese toro. A partir de ahí le sale de todo porque domina muchos palos y el sentimiento es distinto a la hora de torear. La historia ahora es saber qué pasa después de esto, después del cansancio de esas cien corridas de 2022 que ya podrían estar pasando factura en esta temporada tan irregular de idas y venidas. Con un tiempo de reposo y meditación nos podría sorprender mucho. Y lo interesante sería que lo siguiera haciendo, por su bien y el del toreo. Esa corriente de monotonía que nos invade en la tauromaquia no sólo desaparece sino que se va a incrementar.
Hablando de la vocación gallista y desde la perspectiva de ser biógrafo de Joselito, ¿como se ubicaría esa fascinación de Morante por José Gómez Ortega?
Tiene una vocación de dominar todos los palos y todos los registros del toreo como hacía José y a partir de ahí podemos encontrar esa recuperación de suertes que él hace propias y sabe modernizar. La ejecución puede ser similar pero el toro es distinto y obliga a otro mando, una actualización de ideas. Siempre le ha gustado rebuscar, mirar fotos, preguntar, hablar con toreros antiguos y esa cultura taurina es la que nos hace encontrar un torero insospechado que nunca sabes por dónde va a salir. Esa es la grandeza frente a otros que tienen la faena pautada y te la sabes casi de memoria. Ésa es una de las fortalezas de Morante, ese gallismo que le vale para interpretar el toreo de cabo a rabo al gusto y según el momento en el que se encuentre anímicamente.
¿Ha sido reconfortante refrescar las páginas del libro?
La segunda parte es un poco más cañera. Estos últimos años del toreo necesitan una reflexión, saber hacia dónde vamos y si puede ser buscar unas vías correctivas para saber reconducir el toreo hacia donde nunca debió de salir. Volvemos al tema de la trascendencia pero dentro de la crítica que podamos hacer hay unos signos de esperanza que es la reacción de muchos chavales jóvenes, novilleros y matadores con pocos años de alternativa, que parece que quieren seguir ese carro. Otra cosa es que el sistema taurino se lo permita pero creo que se han dado cuenta de que el toreo va por la senda de Morante o la senda de José Tomás, toreros que acaben generando emociones profundas en el aficionado. El toreo sin emoción, verdad o trascendencia se convierte en un espectáculo menos dentro de la enorme oferta de ocio que tiene ahora mismo el ciudadano.
Hemos hablado de cultura y de toros y ahí está la editorial El Paseíllo, cogiendo la cultura y los toros de la mano...
Es una apuesta muy necesaria. Cuando parecía que el libro iba a perder fuerza frente a lo electrónico aquí está otra vez el papel de una editorial que está haciendo lo que han renunciado a hacer todas las demás. Hay mucha autoedición en el mundo taurino porque las grandes editoriales han ido renunciando por temor o creyendo que los libros de toros no venden. Espasa o Alianza Editorial han desaparecido de la edición taurina pero El Paseíllo ha venido a demostrar que el libro de toros sí interesa si tiene calidad. Lo mismo pasa en el toreo: si los toreros interesan llevan gente a la plaza y los libros que estén bien hechos y aporten suficientes argumentos para el conocimiento y el disfrute del aficionado, como los que edita El Paseíllo, pueden devolverle el latido a la literatura taurina que es una tradición de siglos.
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