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lunes, 6 de octubre de 2014

Eso que se tiene o no se tiene

Los toreros otoñales es lo que tienen: llega "su estación" y reverdecen primaverales. Le pasó a Esplá - ¡cuánto se le añora , maestro!- aquella tarde del 11 de octubre de 1999 , un año en el que el taurinismo quiso arrinconarle para los restos por su insubordinación contra el sistema y, hace cuatro años, el 3 de octubre de 2010, a Juan Mora. Ambos, en Las Ventas.
Lo de Esplá (aquella tarde y tantas otras) fue una lección de tauromaquia cabal en los dos toros de su lote de victorinos, que alcanzó el "cum laude" con el toro-torazo que mandó a El Califa a la enfermería al segundo muletazo.
 Lo de Juan Mora, aún caliente en la memoria del alma, resultó la evidencia palmaria de que el toreo , cuando lo es de verdad, apenas necesita de unos minutos para provocar la conmoción más feliz.

Esplá (35 años ininterrumpidos como matador) , después de "Beato ( sólo cuatro meses antes de la tarde de Juan Mora) y de dar la alternativa a su hijo Alejandro en Alicante en 2011, vive la vida activo/ contemplativa en su finca, con los suyos y los amigos, mirando el toreo desde su "República independiente de Relleu" al pie de la Sierra de Aitana, esa que fue la última visión de tierra española que llegó a los ojos de Rafael Alberti en su viaje al exilio.  Juan Mora sigue ahí, en activo, aunque casi no lo parezca. O no le dejen. Ambos, Esplá y Mora, tan aparentemente distintos. Ambos, Mora y Esplá, tan toreramente toreros.
Juan Mora , desde ese 2010, toreó algo en 2011, menos en 2012, apenas nada en 2013 y sólo cuatro en 2014, una de ellas abriendo cartel a José Tomás en León y apenas le hicieron caso. Ni el público ni las crónicas. Pero el 1 de octubre de este 2014 , hace sólo tres días, se anunció en Las Rozas, muy cerquita de su casa, y , calladamente, como es él, volvió a gritar verdades verdaderas que, esta vez sí, las crónicas supieron valorar.
Quien esto escribe no lo vió-vivió-gozó-sintió in situ y bien que le pesa pero si ya las imágenes que circularon por la red le pusieron alerta ahora, visto Tendido Cero, la realidad es palmaria: Juan Mora es otra cosa. Esa otra cosa que identifica a los toreros que se visten de luces uno diría que por una íntima satisfacción y, a la vez, generosa entrega a los demás. Y, en esa entrega, ponen a contribución la vida, que no es poca cosa ni sólo atribuible a ellos (todos lo hacen, mejor o peor, con mayor o menor arrojo) pero sí desde parámetros si no distintos sí innegociables. "Uno sólo es dueño de aquello de lo que puede prescindir", reza un aforismo de Benjamín Prado.
Juan Mora, como Esplá (también, de entre los más o menos contemporáneos, como Joselito, como Frascuelo, el mismísimo Pana...) es dueño de eso que se tiene o no se tiene, que no necesita definición pues se define a sí misma cuando se expresa: torería. Las modas son estacionales, efímeras. Juan Mora , entrando en el otoño de su vida, sigue demostrando que las hojas del árbol su toreo son perennes.
Paco March www.burladero

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