ROCA REY
Por Santi Ortiz.
Roca Rey no es ya una caja de sorpresas, aunque siga sorprendiendo a
veces, sino una certeza apabullante.
Su paso por San Fermín viene a ser la
ratificación de una carrera meteórica, una trayectoria en continuo ascenso sin,
prácticamente, declive alguno desde que toreaba sin caballos; trayectoria que,
sin dejar de ser torero emergente, lo ha situado ya en esas altas cotas que
sólo habitan las auténticas figuras del toreo.
Su
arrollador tránsito por Pamplona, contabilizado por seis orejas en dos tardes,
que pudieron ser ocho de no mediar la intransigencia presidencial, el primer
día, y un pinchazo en su primer toro del segundo, viene a constatar el
clamoroso incendio que el torero peruano viene prendiendo en el toreo. .......
Llama
viva, ardorosa e imponente, que asombra, asusta y comienza a convencer hasta a
los paladares más exquisitos.
Porque sí contundentes son sus resultados, más
importante, más profundo, más auténtico es el contenido en que estos se
asientan.
Hoy por hoy, la tauromaquia del diestro limeño, levantada sobre el
sólido cimiento de un valor insobornable, no muestra fisura alguna en ninguno
de los tres capítulos esenciales de la lidia.
Variadísimo con el capote,
maestro consumado de las suertes en que se lo echa a la espalda, ya sean gaoneras,
caleserinas o saltilleras –ese continuo cambiar el viaje del toro en el primer
cite de largo de estas últimas las convierte en un quite de infarto–, no sólo
exhibe su vertical quietud en los lances a pies juntos, sino que comienza a
dominar el dibujo de la verónica con la pierna adelante, cargando la suerte y
ganando terreno, que era el lance que más le faltaba por depurar.
Con la muleta, es un compendio de la tauromaquia clásica aderezada con
todas las innovaciones que Roca ha traído al toreo para darle a éste una nueva
vuelta de tuerca en su evolución.
Dejando por el momento al lado sus alardes de
valor, la muleta de Roca Rey es un instrumento de dominio.
Con ella le pega a
los toros los puyazos que no deja que le den en el caballo.
Con ella, coge a
los toros lobos y los vuelve corderos.
Con ella, ahorma, corrige, suaviza,
alarga el viaje y templa vendavales hasta volverlos brisa. Muleta poderosa, de
mano baja; escollera donde se rompe el oleaje de los toros broncos, burlados en
su derrotar al no encontrar nada más que aire en vez de tela.
Roca Rey es un
pacificador de violencias, y cuando consigue que el toro se avenga al ritmo
sosegado de su temple, la verdad de su toreo se vuelve artística en grado sumo.
Aún tiritan en mi memoria aquellos naturales extraordinarios de Olivenza en su
primer año de matador de toros, recuerdo que se enlaza con el de otros dos
naturales al último de sus toros de este San Fermín.
Ahí ponen mis ilusiones su
visión de futuro, porque en el diestro peruano se vislumbra, además de lo que
ya es, un torero de muchos quilates.
Queda citar su parte heterodoxa.
Pero es
la suya una heterodoxia tan cargada de verdad, tan alejada de la bullanga y el
efectismo, que hay que tratarla con la seriedad que merece. Sus cambiados por
la espalda, sean de pie o de rodillas, de cerca o de lejos, con la derecha o
con la izquierda, muchas veces se antojan inverosímiles porque parecen atentar
contra toda razón.
Pases que encuentran la salida donde no parece haberla y en
los que el torero hace del riesgo un canto a la novedad, a ese hollar
territorios, inexplorados hasta que él llegó, en los que la tauromaquia expande
su reinado.
Por último, hay que hablar del templado acero de su estoque.
¡Cómo mata
los toros Roca!
En honor a los clásicos, se coloca muy en corto, enfrontilado
con el toro, y se va por derecho en busca del morrillo. Pero lo hace de una
manera singular. En el cite, cuando le presenta la muleta e instantes antes de
arrancar, hace una paradiña esperando que el toro descubra la muerte, y, en
cuanto lo hace, mete el brazo en un puñetazo que entierra el estoque hasta los
gavilanes en todo lo alto.
Muy pocas estocadas he visto que le hayan quedados
“rinconeras”. Roca se va al mismísimo hoyo de las agujas.
En él pone el ojo y
en él hunde la espada.
Por eso, cuando consigue enterrar el acero, que son casi
todas las veces, los toros salen del vuelo de la muleta rodados sin puntilla.
Con
este cúmulo de cualidades, con su sentido de la responsabilidad, su pundonor,
su afición, su inteligencia y su ambición por alcanzar el más cimero puesto en
el toreo, Roca Rey no tiene más remedio –si los toros lo respetan– de convertir
sus sueños en realidad.
Dios salve al Rey.
4 comentarios:
EN HORA BUENA MAESTRO PUERTA GRANDE PARA UD DEJANDO EL NOMBRE DE PERÚ EN TODO LO ALTO BENDICIONES SALUDOS DESDE TRUJILLO PERÚ
Felicitaciones Santi,veridico,analitico con pruebas su comentario.Me encanto.DIOS SALVE AL REY
ANHELAMOS Y MUCHO VER EL ALMA DEL PAQUIRO,, MANOLETE Y PAQUIRRI TAN QUERIDO EN ESTAS QUERENCIAS, CAJAMARCA,PALCA, AYACUCHO.DEL ARTE Y LA FIESTA A LA FILOSOFIA DOCTRINAL,EL NAVEGAR DE SAN MIGUEL Y APOLO,EN LOS PREDIOS DE ORION..
Andres Roca Rey es un torero de verdad. En tan poco tiempo transcurrido desde que tomo la alternativa ya se ha posesionado del sitial más alto de la toreria. Tiene casta totera desde la cuna.Es un orgullo para el Peru. Gracias Andres. Dios te bendiga.
Publicar un comentario