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martes, 27 de agosto de 2019

MALAMENTE...



Resultado de imagen de la malagueta torosPara muchos aficionados, no es nada nuevo la situación que vive el mundo del toro. 
Cuanto menos preocupante. Ese es el adjetivo adecuado para la situación que vive la remozada Plaza de Toros de La Malagueta a lo largo de estos últimos años. 

La feria de 2019 ha venido a corroborar un momento en el que se ha tocado fondo. Si a la escasa asistencia de público, le unimos un abono compuesto por ocho festejos y en el que las principales figuras se siguen haciendo presentes con emolumentos disparatados, la combinación acaba siendo una auténtica ruina. José Carlos Escribano, cabeza visible de la empresa que gestiona el coso por último año a la espera de solicitud de prórroga o no, hablaba hace unos días de repartir esos festejos de feria a lo largo de la temporada. 
 ¿Reducción o división? Reducir festejos es otra de las opciones y para ello se debería de ofrecer un espectáculo donde se reuniese variedad, calidad y garantías de éxito. 
Sería lo más sensato a estas alturas porque ya pudimos comprobar como en la corta etapa de la Casa Chopera, aquel invento por convertir La Malagueta en plaza de temporada fue un fiasco monumental. Diputación, como propietaria del coso, tiene el deber de darle más de una vuelta de cabeza a esta situación y conseguir, desde el consenso, que Málaga vuelva a situarse entre las plazas más señeras del panorama taurino después de una reforma histórica y necesaria de uno de los monumentos más importantes de la ciudad. 
Atrás quedaron tiempos de bonanza donde la presencia de José Tomás salvaba parte de los muebles de los despachos, este año estuvo apunto de volver a servir como “salvador” para la reinauguración del coso, pero al otro lado del teléfono se hacía el silencio. 
Por otra parte, la afición ha huido de los tendidos, sin la más mínima intención de volver.
 Ello, va en detrimento de la presencia de ese público fiestero que aplaude todo ya sea bueno, regular, malo o malísimo, y que además desconoce las normas por las que se rige este espectáculo, normas cuyos propios profesionales pisotean tarde tras tarde.
 Demostrado queda que ni con una flamante campaña publicitaria del abono, que no del Certamen Internacional de Escuelas Taurinas, se ha conseguido llevar público a una plaza que nunca debió dejar de ser de 2a categoría por capricho político y donde la ausencia de Roca Rey dio al traste con la posibilidad de colgar el único “No hay billetes” en la corrida del sábado 17. Cerca de ese hito quedó la Picassiana del lunes 19 donde Pablo Aguado causó baja. 
Un abono de ocho tardes no puede recordarse con tan solo algunos detalles. De ellos formó parte la presencia de un rejuvenecido Ponce que volvió a dejar constancia de su técnica, el torero a caballo de Ventura, el reencuentro con Málaga de un inconmensurable José María Manzanares o los detalles de David de Miranda y Juan Ortega. Además, la irrelevante puerta grande de un Cayetano con disposición y ganas de agradar a los suyos. 
Los últimos retazos los dejó un novillero de Aguascalientes que lleva por nombre Miguel Ángel Aguilar.
Resultado de imagen de la malagueta torosEn cuanto al ganado, el mismo quiero y no puedo de cada año. Juan Pedro y Garcigrande, en su línea. Para el olvido fueron los retales de Lagunajanda y una mansada de libro de El Puerto de San Lorenzo.
 Entre tanto, aparecieron algunos toros de La Palmosilla, con un “Fandango” sobresaliente en la muleta y dos de Cuvillo que tan solo se lidió cuatro por lesión de los titulares, destacando a “Gineto” por encima del resto. 
Para ir cerrando, la entrada de un nuevo gobierno andaluz fue la excusa perfecta para sucumbir al cambio de los equipos presidenciales que tanto demandaban las figuras. 
Morante, como portavoz de sus otros compañeros a los que también molestaba la presencia de algunos, pensaría que ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos.

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