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sábado, 30 de agosto de 2014

Amorantaos

César Dao Colina  
DE este diestro, en breves líneas, Morante de la Puebla, se ha dicho y se seguirá diciendo muchísimas cosas; lo que no se le puede negar es que torea muy distinto a los demás porque posee SU SELLO PROPIO en un solo diálogo artístico, vale decir, relieve burilado en un oficio puro fuera de cualquier cartabón porque cuesta trabajo encasillarlo deliberadamente.
CUANDO se siente a gusto, “cosita’’ duendosa que le “jentran’’ a los toreros “artistas’’ tal como se le cataloga, deja su Tauromaquia en una combinación de valores y exquisiteces que llega, como llegan con fuerza invisible, los vientos del norte. El capote de Morante, cuando se “amoranta’’, repliega los lances en un mundo interior de belleza llegando a esculturar, exista o no este verbo, las finezas del Arte Eterno… porque ejecuta las suertes en una danza calibrada entre las muñecas y la cintura, mientras, que el mentón, se encaja en el pecho en el momento de cargar la suerte gravitada sobre la pierna de salida, despejando las dudas de que son lances superficiales… y, es así, su capotillo va llevando el rumbo de la esencia con el adorno;… ¿por qué?... porque tienen hondura, pozo y poso… donde la naturalidad se pone de manifiesto alejándose de la teatralidad. 
A, Morante, es difícil echarle su nombre al vacío; no es trivial porque sabe calarse la montera.
A Morante con la capa, no se puede decir “que se le ve mucho sin decir nada’’ porque hay aroma y no desprecio; es que aunar Angustia con Arte, no es como deleitarse con un buen helado a las cuatro viendo volar las notas de la retreta...
Y con la muleta... Seda de sol en el sol de la sede
IGUAL de distinto… usted no le nota zozobra ni ademanes de chulerías cuestionadas por los tendidos. Cuando está “amorantado’’, templa con la suavidad de un amor comprometido, con una caricia a la piel de la vida y manda a los toros para engarzarlos en un ligar dando el pecho componiendo sinfonías puras, bien ejecutadas, como esos duendes lorquianos que entran hasta por los cabellos… duendes de la profundidad llevadas al compás de esa Torería que deja surcos en la arena grande, callada, amplia, individual, donde el tesoro se aloja fijamente en la mente ¡porque a uno no se le olvida lo que hizo al salir de la plaza! y, así, son esos hombres de luces, quienes hacen historia de sus historias…¡sin nada de olvidos!..
Pero estos toreros artistas, también...
TAMBIÉN, como deshojan la sublimidad del Toreo, este tipo de artista, de la cuerda de los geniales, en menos de lo que usted espera, inopinadamente, cambian de biorritmo en un segundo traducidos en gestos desagradables, donde la acidez se apodera de toda la geografía del rostro como si le entrara, en lo menos que espabila un ladrón de fantasías, una caravana de mengues, diablos y mandingas… se desdibujan, pierden el color hasta de los dedos de las manos en el marco despreciable de la falta de ánimo; se ausentan del sitio y la colocación con desgano y falta de entrega, perdiendo esos detalles que los “detallan’’, pierden la brújula de la lidia y, por consiguiente, sobrevienen las torpezas tomando el rumbo y el descople que provoca la ira desde los tendidos; vale decir, en el tono de la verdad, no es nada difícil que peguen un petardo de marca mayor que hasta terminan en broncas y “mitínes’’ -con acento- que tampoco se olvidan al salir de la plaza si todos esos altibajos llegan hasta con un salto de cabeza al callejón.
POR todas esas razones, buenas y malas, son Seres Únicos, Geniales, ¡llenándose las plazas para ver si la magia brota por la pechera de la camisa; o, salta lo ‘’otro’’!..

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