Dando la cara en todas las plazas relevantes del circuito, López Simón camina hacia una posición de liderazgo destacado dentro del escalafón de matadores de toros. Si todo sigue su curso normal, acabará el año taurino por encima de los números de quienes fueron líderes en los cinco años anteriores.
Pero una vez conocida por toda la geografía la novedad que aportaba el torero de Barajas, ahora toca diseñar un futuro que sea de largo recorrido.
Tiene muchas opciones posibles, sólo resta de que acierte al elegir el camino que sigue.
Multiplicando prácticamente por 3 sus actuaciones en 2015, Alberto López Simón camina en el tramo final de esta temporada hacia superar los 70 paseíllos. Que se sepa, a día de hoy tiene pendientes 10 corridas y faltan por salir carteles de las últimas ferias, como los de Zaragoza y Jaén.
Hasta ahora, su campaña se desarrollado de forma bastante equilibrada: a tres partes igual por las distintas categorías de las plazas.
En el dique seco Roca Rey, que era quien le pisaba los talones, si no se producen incidencias acabará destacado en el escalafón y en solitario, superando en número de festejos a quienes fueron líderes de la nómina de matadores de toros desde 2012 a la actualidad.
Con este planteamiento, no ha faltado el torero de Barajas a ninguna de las ferias principales del año, donde las aficiones pudieron pronunciarse sobre su trayectoria. Es decir, ha dado la cara con abundancia.
Hasta el momento lo han hecho de manera razonablemente positiva. Pero campaña de tanta intensidad, encerronas incluidas, tienen un riesgo colateral: López Simón ha abandonado definitivamente la condición de “novedad”, que a efectos taurinos constituye toda una categoría rentabilizable.
Por eso, después de tan provechosa campaña, a partir de 2017 se le va a pedir un paso más. La cuestión es si puede darlo. Especialmente en los mano a mano, que no han sido pocos, y en los festejos en solitario, López Simón ha dejado la nota de una cierta monotonía en su forma de entender el toreo.
Fuera de un valor sin tacha, en sus actuaciones se dan pocas novedades entre unas y otras. Tiene en la cabeza una estructura de faena y a ella se ajusta.
Pero, sobre todo, ha quedado patente que no cuenta hasta ahora con el suficiente tirón en la taquilla; necesita de la compañía de las figuras para completar los tendidos.
Podría decirse que es lo que le diferencia de quien ha venido siendo su competidor directo, Roca Rey, en la nueva hornada de toreros.
Sin embargo, en la Fiesta actual puede ser un torero que tenga recorrido en el tiempo. En primer término, porque anda hoy por hoy bien amparado y, a mayores, no tiene reparos a adquirir compromisos importantes.
Pero también porque resulta un todo terreno que encaja en todos los carteles, con la vitola de ir de líder y sus puertas grandes de Madrid, que no es pequeño aval.
Su capacidad de progresar en el oficio será lo que en adelante entre en juego. Y como anda despierto, no resultaría extraño que progresara adecuadamente, si le acompaña una buena dirección. La experiencia de la historia dice que cuando se trata de toreros de este corte, la estabilidad futura entre quienes han triunfado se produjo en las áreas del poder y del oficio. Ahí se hicieron fuertes y encontraron su lugar.
En cualquier caso, en toda esta marcha hacia delante no será pequeño el condicionante de los criterios de quienes dirigen su carrera, si van a ir virando hacia propuestas más selectivas que la cantidad, o si mantienen la dinámica de 2016.
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