Creanme si les digo que hacía tiempo que no veía torear tan bien: con tanto gusto, tanta gracia, tanto relajo, tanta limpieza y tanta naturalidad. Por unas horas me he reconciliado con esta fiesta de nuestros pecados.
Posada ha hecho el toreo, el verdadero toreo, el toreo de siempre: "coger, llevar y soltar".
No el unipase interminable (que muchos confunden con ligar) donde el bicho va y viene infinitas veces y por todos los lados posibles sin solución de continuidad. No le hizo falta ni el tirabuzón, ni el arrimón, ni el parón...ni el mojón (también llamado poste). Sin despatarrarse, ni retorcerse, ni alargar antiesteticamente el brazo (el pase debe ser ante todo hondo, no largo). Repertorio? la verónica, el natural (excelente), el derechazo y algún molinete personalísimo. Eso es todo. Y no necesitó mas para llevar a cabo dos faenas luminosas, elegantísmas, casi perfectas.
¿Llegará a figura?. Eso nadie lo sabe, pero lo merece y se lo deseo. Tiene dos cosas en su contra: ese toreo tan hondo exige mucho a los toros y ese toreo tan bello y tan esencial puede no ser apreciado por el gran público.
¿Llegará a figura?. Eso nadie lo sabe, pero lo merece y se lo deseo. Tiene dos cosas en su contra: ese toreo tan hondo exige mucho a los toros y ese toreo tan bello y tan esencial puede no ser apreciado por el gran público.
Por Enrique píriz
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