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domingo, 15 de febrero de 2015

La puñalá

Así titulaba el maestro Joaquín Vidal una crónica allá por el 1986 en referencia a una estocada de Curro Romero de esas que traspasan la barrera de lo inmoral, de lo cruel y lo descarnado. 
Y no estaría muy lejos el titular de aquel si el bueno de D. Joaquín se encontrara a día de hoy entre nosotros y quisiera poner nombre a los carteles de la Feria de Fallas valenciana.
 Otra “puñalá” donde más nos duele, en nuestro corazón de aficionado que no hace tanto disfrutaba de seriales la mar de atractivos, donde figuras consagradas se medían con noveles recién llegados con la hierba en la boca, donde cada tarde había un argumento diferente y había cabida desde los pedrajas de María Luisa, a los albaserradas de Victorino pasando por los “samuelones” o los “cebadas”. 

Estamos ante la peor feria de Fallas de la historia. Una canallada. Una golfería de los productores de arte. Una feria repetitiva, carente de toda novedad (Simón, ese empresario tan imaginativo), con las mismas ganaderías de siempre y los mismos figurines peleándose por ellas. Una feria donde la presencia del Toro ha sido eliminada y extirpada de raíz. Cójanse los carteles de Fallas por los años 2009, 2010 o 2011 y jueguen a encontrar las siete diferencias. ¿Qué sitio les estamos dando a los que tienen que tirar del carro cuando los “julis”,” morantes” y cia decidan marcharse? ¿Qué relevo generacional nos espera? ¿Qué clase de meritocracia están empleando para montar ferias y ferias donde siempre actúan los mismos con las mismas?

A todo esto, la empresa de los “pgoductoges agtísticos” ha tenido la desfachatez de tener engañado a toda la afición valenciana este invierno asegurando la presencia de Cuadri y a falta de un mes escaso borrarla de un plumazo. Todo un detalle de agradecimiento a la ganadería que salvó la feria de Julio del año pasado de una catástrofe con dos toros de alta nota, “Costero” y “Batidor”, y uno de matrícula de honor, “Trastero”.
 En esta misma plaza la tuvieron apartada durante doce años cuando su última corrida lidiada, allá por julio del 2002, lidió el toro triunfador de aquel serial, “Cebollita” para Pepín Liria, y un año antes había ofrecido un canto al toro de lidia con un extraordinario “Zapatillo, un gran “Calderito” y un “Aliño” premiado con la vuelta al ruedo. Y en el 1999, otro gran “Trillador” para Esplá. De la misma forma que los grandes “cuadris” lidiados en la vecina Castellón durante dos años consecutivos, caso de “Mágico”, Formal”, “Escribano” y “Comino”, han servido para apartarla de Castellón hasta dentro de unos cuantos años. 

Así se las gastan estos señores defensores de la fiesta con las ganaderías que no se emputecen al sistema ¡No vuelva por estas tierras, D. Fernando, porque aquí no le merecemos! Y más allá de que toda la afición valenciana tuviese depositada sus esperanzas sobre los toros de Trigueros, ni se ha barajado la inclusión de ningún hierro que supusiera un golpe de novedad, una ganadería que pudiese lidiar al margen de las imposiciones de los mandamases. ¡Qué se yo! Una miurada con el morbo que siempre conlleva, una ración de Victorino o ganaderías emergentes que apuesta por la casta, caso de Valdellán, El Tajo, Pedraza de Yeltes…
Y cosas de la vida, serán los recortadores, chavales que se juegan la pelleja sin ver un duro, los que se medirán con los garlopos de Adolfo Martín, y no olvidemos que en años anteriores lo hicieron con otras ganaderías como Partido de Resina o Dolores Aguirre. ¿No se les cae la cara de vergüenza a unos cuantos? 

En cuanto a la torería andante tenemos los que entran por méritos propios, caso del malagueño Jiménez Fortes, triunfador con la corrida de Fuente Ymbro el año pasado. También Jesús Duque entra con justicia en los carteles. También Román merece su hueco en Fallas porque, gustos aparte, siempre ha tratado de justificarse con mayor o menor acierto .Otro que se ganó el pan y la sal fue un renovado Miguel Abellán en su épica actuación en la nocturna de julio .No entra por méritos propios pero sí que es justificable la inclusión de Diego Urdiales, que redondeó una gran campaña en el 2014, imponiendo su toreo de grandiosa pureza con los hierros más duros que habitan por esta piel de toro. 

Por otra parte, no se entiende de ninguna forma la presencia de Juan Bautista, “el cromo” más intercambiado de Simón. Acojonante es la palabra que define la inclusión de “Paquirri” en Valencia (Olivenza y Castellón), otrora Rivera Ordóñez, para hacerle de telonero a Morante.  Tampoco hay por donde coger la presencia de Sebastián Castella que parece andar de turismo por otra galaxia, ni de Daniel Luque, pegapasista y superficial, otro “hijo adoptivo” de Valencia por obra y gracia de Simón Casas. 
Ni la chapuza de “El Soro”, que hace tiempo que dejó de estar en sus cabales y se ha empecinado en que un toro lo deje postrado en silla de ruedas. La simple imagen de verlo envasado al vacío dentro de un sagrado traje de luces ya es, de por sí, deplorable. Y es una chapuza que Ponce y Manzanares se presten a semejante patraña de cartel. Tampoco merece un sitio Finito de Córdoba, Y lo de Padilla, copando todas las ferias sin pegar un pase, roza el delirio frenético. Y otras tres cuartas partes con Fandila. A El Juli no lo vamos a descubrir a estas alturas, tiene su concepto y no se lo vamos a cambiar por mil veces que tratemos de contar la película.Sí que apetece reencontrarse con dos toreros de primera línea que han dado un salto de calidad: Talavante y a Perera.

Si decimos que lo mejor de la feria son las novilladas no estaríamos engañando a nadie. Francisco José Espada, novillero de buenas formas y gran mano izquierda. Varea, sobrado de capacidad y curtido con los encastes más ásperos. Ginés Marín, otro del que también se espera mucho. Climent, con un concepto algo más julianesco pero con el arrojo que debe tener todo novillero. Jorge Expósito, algo más verde que sus compañeros. Y la incógnita de Leo Valadez. Ambas novilladas hay que verlas.

Y faltan nombres que no aparecen en Valencia, de la misma manera que tampoco aparecen en Castellón y Olivenza y tampoco aparecerán en el 95% de las ferias que se vienen. Una retahíla de jóvenes y veteranos con oficio más que sobrado para dar buena cuenta de lo que se les ponga por en medio, caso de Antonio Ferrera, asolerado y en maestro que el año pasado cumplió con creces su expediente en Valencia con los puntos frescos de una cornada en Olivenza. Fandiño,Rafaelillo,Lamelas,Alberto Aguilar que tiene agallas para dar y tomar. Luis Vilches al que no le han vuelto a dar cancha tras su triunfo en Vic con los de Cebada Gago. Paco Ureña, otro buen torero que pide paso, y llegando a otros más jóvenes, caso de Pepe Moral, Javier Cortés, Antonio Nazaré o Víctor Barrio, última revelación en Valdemorillo.
 No me digan que de todos estos nombres no les salen un par de carteles la mar de atractivos con dos ganaderías alejadas de la peste juanpedrística. Todos ellos son víctimas de este invento de la FIT (Fin de la Integridad de la Tauromaquia), del caciquismo de una casta empresarial empeñada en llenarse las arcas a costa de vilipendiar el Toro y humillar a los Toreros, que no a los figuras. 

Y así están las cosas, señores. Tenemos los días contados.


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