Concha y Sierra.
Corría el año 1750 cuando aparece en Utrera (Sevilla) de la mano de D. Gregorio Vazquez, la Casta Vazqueña, una rama fundacional que más tarde derivaría en el encaste Veragua. Nace a través de la compra de las mejores reses Castellanas y Andaluzas por D. Gregorio.
En su definitiva formación intervienen sangres de Cabrera (sangre predominante en Miura) y Vistahermosa (la rama fundacional más amplia y la que abarca la mayoría de encastes actuales).
Causó terror en el siglo XIX, con toros duros y fieros, excesivamente encastados y con un poder inimaginable. Caracteres que aún conservan en la actualidad y por lo que han sido apartados del circuito sin otro motivo que el de no pasar un mal rato delante de un toro y por supuesto el evitar sudar para salir a hombros.
Los de Concha y Sierra representan esta impagable, bonita y antigua sangre, en serio y real peligro de extinción, junto a los toros portugueses de Pereira Palha.
A punto de desaparecer en varias ocasiones, en 2013, ante las dificultades de mantener una ganadería que es imposible colocar en los carteles por el montaje del sistema actual, viaja a tierras francesas donde sigue la selección para devolverla a las plazas del mundo.
Perder también la Casta Vazqueña y la ganadería de Concha y Sierra, sería una vez más otro crimen contra el Patrimonio genético de la Tauromaquia.
Casta Vazqueña.Son reses de talla media, muy cari toscas, anchas y con la piel un poco más gruesa que el conjunto de los ejemplares de la raza de lidia. Las extremidades son gruesas y más bien cortas. Las encornaduras presentan buen grado de desarrollo. Los ejemplares pertenecientes a esta casta Vazqueña destacan principalmente por su variedad de pelajes, dándose todos los grupos de pintas presentes en la raza de lidia (ensabanados, jaboneros, melocotones, colorados, castaños, tostados, cárdenos, sardos, salineros, berrendos y negros). Derivados directamente de la casta Vazqueña, subsisten en la actualidad dos líneas, la de “Concha” y “Sierra”, más cornalones y cornialtos, y la de “Veragua”, con encornaduras en gancho y de menor longitud.
Perder también la Casta Vazqueña y la ganadería de Concha y Sierra, sería una vez más otro crimen contra el Patrimonio genético de la Tauromaquia.
Casta Vazqueña.Son reses de talla media, muy cari toscas, anchas y con la piel un poco más gruesa que el conjunto de los ejemplares de la raza de lidia. Las extremidades son gruesas y más bien cortas. Las encornaduras presentan buen grado de desarrollo. Los ejemplares pertenecientes a esta casta Vazqueña destacan principalmente por su variedad de pelajes, dándose todos los grupos de pintas presentes en la raza de lidia (ensabanados, jaboneros, melocotones, colorados, castaños, tostados, cárdenos, sardos, salineros, berrendos y negros). Derivados directamente de la casta Vazqueña, subsisten en la actualidad dos líneas, la de “Concha” y “Sierra”, más cornalones y cornialtos, y la de “Veragua”, con encornaduras en gancho y de menor longitud.
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