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domingo, 28 de julio de 2019

ROMÁN, DE NUEVO EN EL PUNTO DE PARTIDA


Por SANTI ORTIZ.

Ha llegado hasta aquí subiendo, sangre a sangre, los caminos duros del toreo. Sus muslos son mapas de puntos de sutura que narran la historia de una supervivencia sólo al alcance de la ciencia del hombre; una historia que esconde otra más grande, más hermosa, más alucinante: la epopeya de una voluntad forjada en el dolor y el peligro que trata de encontrar la verdad que la habita  ante el tremendo y doble resuello de los toros.
     Es muy serio el mar del toreo después de la cornada. Hace falta un alma marinera para arrostrar de nuevo las olas de la casta, el viento furioso y repetido que encadenan derrotes y embestidas, la luz oscura a la que hay que mirar firmemente a los ojos si se quiere alcanzar a ver lo misterioso; esa luz invisible que nos remite a una verdad más fuerte que la vida e impulsa a ciertos hombres, amasados de espuma y pedernal, a cubrirse de nuevo con ropajes de oro las frescas cicatrices que los marcan para poder salir a faenar bajo la ventolera de la incertidumbre.
     A un mes y diecisiete días de que Román sintiera en Madrid cómo caía en el pozo insondable de la muerte, cómo la vida se le escapaba entre los rojos borbotones de sus carnes partidas, lo vimos nuevamente al contraluz de un patio de cuadrillas. Atrás quedaban, escondidos en un recóndito rincón de su conciencia, sus angustias y lágrimas, la insoslayable crueldad de las curas, la extenuante lucha contra la postración, el batallar a tiempo completo contra miedos y dudas con la finalidad de alcanzar otra vez el punto de partida. Era la hora de ahuyentar fantasmas.
     Y lo hizo a pecho descubierto, enfundándose el mismo vestido purísima y oro del día de la cogida, brindando el toro de su reaparición al ministro José Luis Ábalos, como ya lo hiciera en San Isidro días antes de caer tan gravemente herido: guiños inequívocos de que deseaba reanudar el camino en las mismas coordenadas donde se vio obligado a interrumpirlo, exorcizando, de paso, cualquier superstición.

     En principio, contaba con el cariño del público, bruñido en la placa que le entregó el “Tendido Joven” y expresado en la ovación de aliento que lo hizo saludar. El cielo, sin embargo, despeñó un viento capaz de despeinar en Román cabellos y convicciones. Necesitaba un toro en quien apoyar sus ilusiones y el toro no llegó. Así y todo, se fue haciendo de piedra ante las probaturas, los amagos e incierta condición de su primero, plantando la inmovilidad más solitaria para hacer orbitar las embestidas en torno a su certeza. Después llegaría la hora de montar la espada y ahí la memoria jugó a ser traicionera y los sueños encontraron su abismo.
     La suerte le fue esquiva, sí. Tal vez para castigar a sus apoderados, que no han sabido interpretar el oráculo del toreo desde que no le impidieron coger la sustitución que Román pagaría con la cara moneda de su sangre; desde que no impusieron la cordura que no cabe pedirles a los enamorados. Ahora tampoco acertaron al hacerlo reaparecer contra tres toros. Como si la fatiga no erosionase la copa de los sueños, como si el cansancio no transformase la claridad en bruma, como si el desfondamiento no trocara la ilusión en hastío. Ese tercer toro –peor incluso que sus hermanos– le sobró a Román. Y la campana que empezó con alegre repique acabó doblando a aflicción y tristeza.
   
Sin embargo, otra vez está aquí. En el ruedo. Reanudando el camino. Donde todo termina es donde empieza todo. Hay que seguir luchando, mimando la esperanza, acopiando estatura, porque un día Román volverá a cubrirse de trinos y de pájaros y a tomar posesión del fantástico castillo de sus sueños. Y olvidará otra muerte que la que dé su espada, y, solidarizado con la verdad, porque es su condición, tornará a instaurar su luz sobre los mares redondos de las plazas de toros, y en su sonrisa ondeará la bandera del triunfo. 
Y entonces, de par en par el alma, yo le aplaudiré.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Eres un monstruo.Hermoso escrito

Unknown dijo...

Amigo Santi:un placer leerte y enhorabuena por como escribes, por como sabes ver el toreo y como entiendes, cuando, donde y cuando hay que poner a un torero y como hacerlo reaparecer

Unknown dijo...

Que maravillosa descripcion del retorno de un torero.Nadie como tu para hacerlo,el mundo del toro debe estar orgulloso de que gente como tu escriban cosas.enhorabuena.un fuerte abrazo

Unknown dijo...

AMIGO SANTI: sentidas y acertadas líneas sobre la personalidad y el toreo de este artista valiente de verdad...y tan maltratrado por la fortuna como es Román. Un abrazo y que nos veamos en Huelva...o en Trigueros.