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viernes, 15 de marzo de 2019

Puerta grande y triunfo pequeño

FALLAS DE VALENCIA.

La de Zalduendo, muy limitada de envoltorio y de escaso contenido, fue como una corrida virtual. Y en tal caso, lo que ante ellos se hacía apenas sumaba méritos. Sin fuerzas, sin chispa, sin oponer una mínima condición, fueron toros que no lo parecían en esencia. Así pues, del tercio de varas, ni hablar. No existió. A corrida virtual, el tercio de varas fue un simulacro tal cual.
De los tres toreros, López Simón fue el mejor parado en el inventario final. Pero solo para la estadística. Para la historia, poco o nada. Su primero, tercero de la tarde, se desvanecía a pedazos y abusó de él por tierra, mar y aire. La suya fue una faena variada, inspirada incluso, muy cómoda, pero disminuida por el escaso oponente que tenía enfrente, que no mostró oposición alguna. Era casi como torear a un carretón dirigido por un amigo. Al recetar una estocada sin puntilla, el premio, pedido por plebiscito popular, fue de necesaria concesión.

El sexto casi fue una copia del tercero, solo que en este caso parecía tener un poco más de resuello. Poco más, desde luego. López Simón echó de nuevo por lo clásico y otra vez se vio que en la arena solo había un protagonista que contara: el torero. Del toro, sumiso, de apenas fuerzas y entregado a la causa, pocos echaban cuentas.




ZALDUENDO / FERRERA, EL FANDI, SIMÓN


Toros de Zalduendo, muy justos de presencia, con escasas fuerzas, nobles y sin problemas, pasaron con más pena que gloria por los caballos.
Antonio Ferrera: estocada desprendida (saludos); dos pinchazos _aviso_ pinchazo y estocada delantera y baja (silencio).
El Fandi: pinchazo _aviso_ y estocada (saludos); estocada _aviso_ (oreja).
López Simón: estocada sin puntilla (oreja); buena estocada _aviso_, _2º aviso_ (oreja).
Plaza de Valencia, 14 de marzo. 5ª de Fallas. Media entrada.

La faena tuvo más son por el lado derecho, mejor acople y ajuste. Por el izquierdo no existió tanto acuerdo, y López Simón no terminó de encontrar el sitio. Al final, en las socorridas bernardinas y con el toro pidiendo la hora, incluso pasó algún apuro al no controlar el poco resuello del animal. Pero otra buena estocada desató la euforia y se le abrió la puerta grande. Pocas veces encontrará tantas facilidades para apuntarse un éxito.
El Fandi fue El Fandi, y que nadie se lleve a engaño. Banderilleó muy variado a sus dos toros, sin importarle el terreno a pisar y encontrando toro en cualquier zona del ruedo, ya sea en los medios, en el tercio o en los adentros. Dos grandes demostraciones, no hay que negarlo, que para eso los de Zalduendo se sumaron a la causa. Con la muleta fue otra cosa. Y la otra cosa fue que en ambos toros montó dos faenas populares, de acumular muchos pases, salieran como salieran, y continuos guiños al tendido. Aceleradas también. De mucho barullo y a destajo. Dos faenas cortadas por el mismo patrón, largas, que, todo sea dicho, encantaron a la gente. Y si mata con mayor brevedad a su primero, estaríamos hablando de otra puerta grande.
Antonio Ferrera pasó de puntillas. A su primero, un toro casi con el certificado de invalidez permanente, le insistió sin ton ni son. En el parado cuarto volvió, con absurda insistencia, a buscar agua donde no había ni gota y se puso tan pesado que hasta la gente le pidió que acabara con tanto despropósito.

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