El público es soberano y así debe aceptarse; lo que ocurre es que sus opiniones no siempre coinciden con los cánones más estrictos del arte del toreo.
La de hoy ha sido una tarde para el análisis. Concretamente para acordarse de la cantidad de buenos toreros que hay en su casa. De las faenas que se fueron sin música, ni eco en los tendidos, ni orejas en esta misma feria. De los fuenteymbros del año pasado. De lo oportuna que era la banda. De la media con la muleta, del hocico color albero de Cobradiezmos.
Y sobre todo, para recordar lo que fue Sevilla, el día en el que la transformaron en una portátil. Entre todos la mataron y Fernando Fernández-Figueroa la mato.Padilla se fue feliz a hombros, emocionado. Y seguro que lo merecía por su ejemplo de superación. Quién no lo merecía era Sevilla.
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