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lunes, 11 de abril de 2016

La tauromaquia americanista

PREGÓN TAURINO .
A la afición española, francesa y portuguesa, pero muy especialmente a la de los países de América Latina, como México y Perú ("donde triunfó en los ruedos y fuera de ellos Belmonte, que se casó con la bella limeña Julia Cossío del Pomar"), se dirigió ayer el pregonero de la temporada 2016 de la Real Maestranza, el catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla Ramón María Serrera. Bien conocido en la ciudad por su labor investigadora y docente, así como por sus años de ejercicio como crítico musical, Serrera ensalzó en el escenario del Lope de Vega una de las artes más completas que, en su opinión, existen. Y para ello, contó como presentador con Emilio Muñoz, el primer torero que ejercía tal función a instancias de la Maestranza de Sevilla, organizadora del acto junto con el Ayuntamiento.
 
El pregón de Serrera Contreras, uno de los más ilustrados, elegantes y cultos de los últimos tiempos, recordó en su vocación americanista al que pronunciara en su día Mario Vargas Llosa en este mismo escenario, porque Lima y su plaza de Acho estuvieron muy presentes también en una intervención donde el historiador sevillano recorrió los rincones íntimos de su afición a los toros, la historia de la lidia en el Nuevo Mundo y la relación entre el toreo y el tiempo.

 
El también hijo adoptivo de la ciudad mexicana de Guadalajara fue presentado por el matador trianero Emilio Muñoz, quien aseguró haber aceptado "el difícil encargo de lidiar este toro de la palabra", entre otros motivos, "por la bondad de Ramón María y para defender la Fiesta de los Toros en unos momentos en que algunos la atacan o la ponen en duda". Muñoz subrayó que "con la irrupción de un nuevo partido político se han intensificado los insultos a los toreros y aficionados, especialmente en las redes sociales, por no hablar de los obstáculos y trabas que se producen en los pueblos, las ubres de donde se nutre el toreo". 
 
También Serrera reconoció que, al principio, dudó si asumir el reto que le planteó la Corporación maestrante "porque, al fin y al cabo, yo soy un simple aficionado de a pie sin vinculación formal alguna con el mundo del toro". Pero acabó aceptando pues, aclaró, "había que dar un paso al frente en defensa de los múltiples valores históricos, artísticos y culturales de nuestra fiesta taurina cuando tantos y por tan extrañas razones atacan la verdad del mundo de la Tauromaquia". 
 
Para el pregonero, "una corrida de toros es, ante todo y sobre todo, una exaltación y un monumento vivo al Arte, con mayúscula", un arte que "está marcado, como la música misma, por la medida, por el ritmo y por el tiempo"
"Los tres tercios de una faena (tercio de varas, tercio de banderillas y tercio de muerte) son como los tres tiempos con los que el Clasicismo dejó fijada la más perfecta forma tripartita de expresión musical, que es la sonata. Y en los toros, como en las sobrenaturales sonatas para teclado de Mozart, las pausas y los silencios forman parte de la esencia misma del desarrollo de la lidia y también de la lectura de unos pentagramas. Es el valor supremo del silencio. ¿Sabían ustedes que la primera nota de la célebre Quinta Sinfonía de Beethoven es precisamente un silencio?". 
 
El también autor de una monografía titulada Guadalajara ganadera, que ya va por la tercera edición, había comenzado afirmando que, en su caso, "el mundo del toro es una vivencia íntima y personal que entraña más recuerdos y emociones que conocimientos técnicos propiamente taurinos".
 En este punto citó con cariño a sus amigos de la antigua grada 4 de sol, todos ellos profesores universitarios de distintas disciplinas aglutinados por el recordado americanista Antonio García-Baquero quien, junto con otro miembro del grupo, Pedro Romero de Solís, impulsó la creación de la Fundación de Estudios Taurinos. "Como historiador, García-Baquero era una autoridad mundial. Y como experto en el mundo taurino, podría decir otro tanto. Presenciar una corrida de toros sentado a su lado fue siempre para mí un riesgo. 
Él era el que sabía del tema y la verdad es que, con cierto sentido del humor, nunca me dejaba opinar, ya que, al terminar la corrida, yo me dirigía siempre a mi admirado amigo y le preguntaba: "Antonio, ¿me ha gustado?". Ni que decir tiene que su opinión era la acertada y que yo la hacía mía de inmediato", rememoró con cariño de su colega y referente de la gran escuela americanista sevillana.
 
El historiador pasó a continuación a referirse a su interés investigador por la cría de ganado vacuno en América Latina, "un tema muy sugestivo, ya que desde fechas muy tempranas está documentada la presencia de reses bravas y la lidia de toros de muerte en Indias. La tradición dice que en 1540 Francisco Pizarro, el conquistador de Perú, a sus 70 años, alanceó un toro en la Plaza Mayor de Lima. Y en México sí hay constancia de que en 1529, ocho años después de consumada la Conquista, ya se corrían toros, con reses bravas llevadas por el conquistador Alfonso García Bravo, el alarife que trazó la nueva planta de la ciudad de México".
 De hecho, continuó, "la Tauromaquia formó parte de la vida y de las celebraciones festivas en el Nuevo Mundo durante todo el periodo colonial y, tras la Emancipación, en las nacientes repúblicas hispanoamericanas. Y ello no sólo en los países que hoy mantienen con fervor las corridas (como México, Venezuela, Perú, Ecuador o Colombia), sino también en el Reino de Chile, en el Río de la Plata, en Centroamérica y en las grandes Antillas, sobre todo en Cuba". 
 
No menos didáctica fue su referencia al coso limeño de Acho, donde torearon diestros de la categoría de Juan Belmonte, Rafael el Gallo, su hermano José, Ignacio Sánchez Mejías o el mexicano Rodolfo Gaona. "La plaza de Acho fue mandada levantar por un virrey catalán de corazón enamoradizo: don Manuel Amat i Junyent, primer mandatario peruano entre 1761 y 1776, que mantuvo durante diez años una apasionada y legendaria historia de amor con la actriz, cantante y bailarina limeña Micaela Villegas, la célebre Perricholi, idilio que ofreció tema de inspiración a cineastas, dramaturgos y compositores de óperas". Esa plaza de Acho que, prosiguió, "desde 1947 premia al diestro triunfador de cada Feria con el Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, que obtuvieron Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Jaime Ostos, Curro Romero, Gregorio Sánchez, Antonio Ordóñez y nuestro admirado Emilio Muñoz, aquí presente".

 
Sobre México, Ramón María Serrera recordó que, cuando en 1945 el régimen de Franco levantó la prohibición que impuso a los diestros mexicanos para torear en plazas españolas, "vinieron del país azteca toreros de categoría que alternaban habitualmente con las figuras nacionales del momento, como Carlos Arruza, sobrino de nuestro gran poeta exiliado León Felipe, y como Antonio Toscano", cuyo hijo mayor, José Antonio, acudió ayer desde México a Sevilla para aplaudir a su gran amigo Serrera en este acto donde también se rindió tributo al periodista taurino Fernando Carrasco. 
 
Al concluir el pregón presidido por el alcalde, Juan Espadas, y en el que se dejaron ver políticos como José Rodríguez de la Borbolla, Dolores de Cospedal, Esperanza Aguirre o Juan Ignacio Zoido, el grupo de la antigua grada 4 de sol no podía ocultar su satisfacción. "La cultura, la sensibilidad y el academicismo han vuelto con Serrera al pregón taurino", declaraban sus integrantes, entre ellos el pintor Fernando Ruiz Monedero, el arabista Rafael Valencia, profesores como Fátima Halcón, Joaquín Muñoz, Antonio Torres, Ángel Martín Vicente, Juan Antonio Martínez Troncoso, Javier Moreno Honorato o Elena Domínguez Pacheco. Cerca de ellos, Beatriz Maestre, los catedráticos Enriqueta Vila, Rogelio Reyes Cano y Andrés Amorós, así como los pintores Ricardo Cadenas, Javier Buzón y Juan Fernández Lacomba elogiaban también el pregón "de un maestro que se creció en la faena y nunca buscó el aplauso fácil".

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