Tras el paseíllo de las cuadrillas se guardó un respetuoso minuto de silencio como homenaje póstumo de la Maestranza a Palomo Linares fallecido el día anterior en Madrid. Y Álvaro Lorenzo brindó al cielo la muerte del segundo toro, además de vestirse de blanco y plata, como casi siempre lo hiciera el propio Palomo.
Homenajes pues al torero fallecido en una tarde en la que el homenaje al toro bravo y al toreo bueno corrió a cargo de Ruidoso, el cuarto de la tarde, un Torrestrella encastado, de clase soberbia y de José Garrido que aparte de bordar el toreo a la verónica en sus dos toros, se encargó de recrear el derechazo y el natural, sin alardes, con argumento y con rotundidad. Una faena precisa donde la colocación sin ventajas y el temple calaron en la Maestranza, con pases de la firma y remates toreros. Una estocada ley y una oreja de peso.
Los torrestrellas se movieron de verdad y el tercero embistió en tromba. Ginés Marín lo tuvo a raya por ese pitón derecho que exigía de lo lindo. La faena tuvo altibajos para un final insípido. En el sexto, con poquísima fuerza, dejó las cosas en un quiero y no puedo.
Álvaro Lorenzo sí que pudo con el segundo al que entendió de maravilla dejando la muleta por delante y llevando con cadencia el trazo de los redondos. Los muletazos más puros de la tarde que emborronó de dos horrendos bajonazos. En el quinto hubo un trasteo sin brillo y muy repetitivo.
Sevilla, miércoles 26 de abril de 2017. Toros de Torrestrella. Bien presentados, serios y de buen juego en líneas generales. Destacó especialmente el 4º, ovacionado con fuerza en el arrastre. Los de menos opciones, 1º y 6º. José Garrido, silencio y oreja; Álvaro Lorenzo, silencio tras aviso en ambos; Ginés Marín, silencio en su lote. Entrada: Más de media plaza. Antes de romperse el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Palomo Linares, fallecido el pasado lunes
No hay comentarios:
Publicar un comentario