Una mal presentada, descastada e inválida corrida de Núñez del Cuvillo entristeció una tarde luminosa
Se inauguró la temporada con un cartel de postín: Morante, Manzanares y Roca Rey, con toros de Núñez del Cuvillo, una combinación perfecta para los aficionados toreristas que tanto abundan en detrimento de la exigencia del toro y el torero heroico.
A nadie sorprende que las figuras eligieran la ganadería gaditana, pues se aprobaron seis toros muy justos de presencia, nobles hasta la saciedad, y amuermados, descastados, inválidos y vacíos de bravura. Una corrida sin fuerza y bondadosa. Tonta e inservible hasta la exageración. Y de tal modo no es fácil que el arte se haga presente. Y mira que está fácil Sevilla, defecto que ya viene de lejos; mira que se aplauden vulgaridades, y se jalean momentos que hace poco exigían el silencio expectante. Pues ni por esas; no hay manera de entresacar secuencias de recordada emoción.
Anda que no tiene ganas Sevilla de que triunfe Morante… Y él también, pero con estos toros tendrá que esperar, como espera cada año, que le salga el gordo de la lotería para mostrar sus esencias. Ayer, un detalle por aquí, otro por allá, y poco más. Decisión, mucha, con capote y muleta, pero, mientras persista con estos toros........, nada. Lo intentó en su primero, distraído y sin fondo de casta, con cara de niño, y se justificó con algunos muletazos con la mano derecha. Se lució por delantales en un quite al tercero que cerró con una media cincelada con una lentitud tan sentida como imperceptible. Ante el cuarto volvió a intentarlo sin éxito ante otro animal inservible.
¿Y Manzanares? Decir que cayó de pie en esta plaza es quedarse corto. Sevilla lo arropa y lo empuja hacia el triunfo, y ayer no paseó alguna oreja porque falló con la espada ante el quinto. Su innata elegancia destaca aún más ante toretes infumables como los de Núñez del Cuvillo. Algo más se dejó el quinto, que no fue picado, como toda la corrida, y lo muleteó con nervio, despegado casi siempre y con una decisión muy agradecida por los tendidos. No acertó a la hora de matar y todo quedó en una cariñosa ovación. Desapercibido quedó en su primero, un muerto en vida.
Y se esperaba todo de Roca Rey. A pesar de lo que pudiera creerse, seguro, seguro que no habrá aprendido la lección, y en cuanto pueda volverá con esta ganadería. Es el sino de las llamadas ‘figuras’.Lo intentó de principio a fin, intervino en quites por chicuelinas y con el capote a la espalda, intentó capotear de rodillas al sexto, pero toda su labor no pasó de decidida y discreta. Se dio un arrimón ante el tercero, que no merecía otra cosa, pues no permitía el toreo de muleta por su falta de fuerza y movilidad, y ni eso pudo intentar ante el último, inválido protestado, que urgía su paso a una vida más placentera.
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