Concluido con sus luces y la sombra el ciclo de Sevilla, ahora nos espera el gran maratón de Madrid, con sus continuadas 34 tardes de toros. Y a este compromiso se llega cuando la Tauromaquia tiene muchos asuntos por resolver. No es probable que todos tengan solución en el coro plazo de poco más de un mes; pero al menos se espera que haya algunos aspectos que ofrezcan mejor cara.
Como todo serial tan amplio, la oferta que ha hecho Simón Casas es muy diversa en interés y en calidad. Completar 34 carteles no puede ser tarea fácil, cuando además las figuras escatiman su presencia, como si esto funcionara como en las antiguas cartillas de racionamiento.
En la temporada de 2017, Plaza 1 puso el listón muy alto. Que en el serial isidril se reunieran 628.091 espectadores, con un aforo medio de 19.628 localidades ocupadas –lo que supone del 83,1% del total--, no son cifras fáciles de superar. Luego al acabar el año se quedó a unos pocos miles de espectadores para superar el millón.
El ciclo de este 2018 de este año parte con los 12.801 abonos convencionales que se confirmaron en la feria de Otoño. Pero si suman los que ponen a disposición de mayores y jóvenes, esta cifra se fue hasta los 15.651, esto es: el 62,3% de las localidades disponibles. O lo que es lo mismo: 6 de cada 10 localidades estaban vendidas y cobradas de antemano.
Habrá que esperar a que llegue el 29 de abril, cuando concluyen los plazos de adquisición para que Simón Casas ofrezca, como el año anterior, los nuevos número de abonados. Será un primer indicativo del grado de aceptación que ha tenido la oferta de toros y toreros que ha hecho.
Y la comparación no resultará inocua.
En sectores amplios de aficionados, asiduos del coso de la calle de Alcalá, los carteles de 2018 produjeron no poca decepción.
Cuando salgan los números sabremos cual es el efecto que tuvo esta decepción.
Pero el otro listón para medir este factor será el número total de espectadores.
Superar la cifra de 2017 no es fácil, porque ya de por sí era muy alta.
En unas combinaciones tan numerosas y con todo tipo de festejos, necesariamente se tienen que dar algunos que sean como un cajón de sastre, que tampoco los escalafones andan en sus mejores momentos. Dejando al margen la baja voluntaria de Morante, se parte de un hándicap importante: Enrique Ponce y “El Juli” solo han querido comprometer a una tarde. No es precisamente lo que históricamente han hecho las figuras.
Y visto lo ocurrido en Sevilla, si es que eso sirve de termómetro, no un factor alentador la superabundancia de las ganaderías con procedencia domecq.
El optimista diría que no hay que preocuparse, que los malos ya se lidiaron en Sevilla. No deja de ser un eufemismo basta inconsistente.
En cambio, se ha abierto un poco más la puerta a encastes diferentes, bien que en carteles de segundo nivel.
Si la Fiesta necesitaba que Sevilla se recuperara después de tantos años en el bache, del bue discurrir del abono madrileño debiera depender el camino que toma la temporada.
Bien es verdad que sus efectos no será notorios, cuando estando en abril ya se anuncian ferias completas para el mes de septiembre.
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