La actuación del peruano fue premiada con una sola oreja
Lucía la plaza el aspecto de las grandes ocasiones. En Sevilla, este Domingo de Pascua es, también, el día de la más hermosa corrida del año: ha pasado la Semana Santa; estalla el esplendor de la primavera; brillan, al sol, la cal refulgente y el dorado albero. ¡Vamos a los toros! Un minuto de silencio añadió la triste solemnidad. Por los ganaderos Victorino y Domingo Hernández, el puntillero Lebrija y el delegado de la autoridad Miguel Ángel Ocaña. Y casi se podía haber guardado por el toro de Victoriano del Río que volvió a los corrales. Una debilidad manifiesta en su amplio y alto esqueleto pero no definitiva. Las vueltas de Ferrera -que había percibido que aquellos cabezazos defensivos no le ayudarían- y el presidente lo sentenciaron. El burraco sobrero de Toros de Cortés también levantaba del piso su envergadura. No le sobraban ni el poder ni el cuello. Y la voluntad de humillar se le quedaba a mitad de camino. Así como la de irse del muletazo. AF lo manejó a su altura con pulcritud.
Traía una lámina alargada el segundo de Victoriano del Río. Una movilidad como encogida de los cuartos traseros y, sobre todo, muy mentirosa. Su comportamiento en el peto pudo engañar. Paco María aguantó en la pelea en la primera vara con el caballo en el aire y cobró un segundo puyazo formidable. El toro ya desparramaba la vista en el principio de tanteo de la faena Manzanares. Tan mirón. Una contradicción constante entre cómo se abría en los muletazos y cómo se venía por dentro si el torero, que se quedaba descolocado, no le ganaba la acción. Avisó en una ocasión; en el siguiente amago no marró la pieza. Quiso aguantar el alicantino la amenaza con la muleta retrasada y voló como fardo. Terrorífico el volteretón. JMM, milagrosamente intacto, pasó un trago amargo. Algunos derechazos aislados quedaron como esfuerzo mayor. A últimas todavía lo agrio del toro ya rajado siguió venciéndose de mala forma.
Las bajas y recortadas hechuras del castaño tercero pregonaban su notable condición. Como también la manera de colocar la cara en los vuelos de las verónicas cargadas de determinación de Roca Rey. Que midió el castigo a sabiendas de la joya que significaba Jara. Al explosivo prólogo de estatuarios -espaldina incluida- le cosió un trío de naturales proféticos. La ligazón embraguetada sobre la mano derecha puso a hervir la Maestranza. Que definitivamente volteó en su izquierda. Tan lenta, larga y profunda. Jara se daba hasta el final con el hocico labrando el albero. Los redondos siguientes se transformaron casi en circulares completos. Cuando RR soportó un parón, los tendidos se caían. Literalmente. Aún dibujó su zurda la última tanda de calado con la embestida ya gastada. Mató con una rotundidad exultante, esquivando un duro derrote. Tardó el toro en echarse. Y por ello quizá el personal se enfrió. Sonó un aviso, aguantó el usía como zorro viejo la pañolada y cayó una oreja de calibre doble. Incompresiblemente tampoco se pidió más.
El otro toro de la corrida de Victoriano del Río fue el cuarto. Un burraquito de armónicas y terciadas líneas de calidad superior. Antonio Ferrera se explayó con él de la tercera serie de derechazos en adelante. Esa tercera ronda crujió a Despreciado y desembocó en un cambio de mano interminable. Ferrera entonces toreó a los vuelos al natural. A más reunión, superior expresión. Siempre en los terrenos del tercio. Las pausas y los paseos. En estado puro su interpretación. Entre el abandono y el manierismo. Otra vez los derechazos adquirieron tintes de hondura, vaciándose con el toro, acinturado y hundido. La faena tocaba a su fin. Pero el veterano extremeño continuó, apurando lo que no había que apurar. Envió el palco el recado. Media estocada atravesada y muy trasera provocó el uso del descabello. Pidió Sevilla el trofeo y el usía no cedió, manteniendo un nivel de exigencia que ya veremos en feria. Las mulillas arrastraron a Despreciado con las dos orejas íntegras que le colgaban.
Careció de suerte José María Manzanares con el hermoso quinto de Toros de Cortés. Punteó, soltó la cara sin celo y se rajó. El prometedor inicio se evaporó. Queda temporada para esperar la Fortuna de Manzanares y lo que no es Fortuna....
Feíto, degolladito y manso, el último cartucho de Roca Rey tenía la pólvora mojada. El Cóndor del Perú lo intentó todo desde la larga cambiada. No hubo luego modo. A toro rajado, el arrimón a puro huevo. Tanto, que le pidieron la hora.Domingo de Resurrección. Se lidiaron toros de Victoriano del Río y uno, el 5º, de Toros de Cortés, bien presentados. El 1º, devuelto; sobrero de Toros de Cortés, con movilidad pero desigual y corto en el viaje; el 2º, complicado e incierto; el 3º, con ritmo, noble y de buen juego; el 4º, de buen juego; el 5º, rajado y protestón; el 6º, movilidad sin entrega y rajado. Lleno de «No hay billetes».
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