No es tarea baladí hablar de la Feria de Azpeitia, allá por
tierras norteñas puesto que, en dicha ciudad, el toro es el auténtico
protagonista de esta fiesta maravillosa y ancestral como es el caso de
esta plaza tan coqueta como exigente con los toros que, como digo, son
los auténticos protagonistas de la feria.
Si hablamos de Azpeitia tenemos que convenir que conversamos sobre un
tema mayor; en dicha ciudad ya se corrían toros allá por el año 1572
para festejar el nacimiento del Rey Felipe II, es decir, hablamos de más
de cinco siglos de historia del toro como protagonista en la bella
Azpeitia.
Ya se celebraban corridas de toros como tales en el año 1885, aunque
previamente, en 1863 ya se daban espectáculos taurinos. La plaza que
actualmente conocemos y gozamos se inauguró en 1902, certificando en la
actualidad sus ciento diecisiete años de tradición en la misma plaza, un
hecho hermoso, pero de apenas relevancia –aun teniéndola toda- si lo
comparamos con todo lo pretérito que allí se vivió taurinamente dicho en
siglos anteriores.
En Azpeitia predomina, como venía diciendo, la verdad en lo que al
toro bravo se refiere; no es el toro de Pamplona en su arboladura, pero
sí en su trapío y seriedad, un valor que define a esta plaza como un
auténtico tesoro del toro bravo y encastado.
Por tanto, contemplar un
paraíso del toro en aquel valle maravilloso es un espectáculo increíble.
Estás dentro de la plaza y puedes contemplar el monte Izarraitz, un
enclave natural que alegra tanto el alma como el cuerpo, todo, a
sabiendas de que a las laderas de la plaza, casi bañando los corrales de
la misma pasa el rio Errazil, es decir, la misma naturaleza es testigo
directo de los aconteceres que suceden dentro del mismo ruedo.
A cualquiera que seamos aficionados a los toros nos mueve visitar
Azpeitia que, además de las corridas de toros, dicha ciudad es el
paradigma de lo más bello que uno pueda imaginarse porque allí nos
encontramos con monumentos de toda índole, insospechados en tantos
lugares de España pero que, en Azpeitia son de una realidad palpable y
hermosa; edificios de toda índole al más puro estilo barroco que definen
a este lugar como el paraíso del norte.
Muy larga seria de enumerar la lista de toreros que han pasado por
Azpeitia pero, sin duda alguna, la gran mayoría del escalafón, en su
momento, desfilaron en dicha plaza mirando el monte Izarraitz que les
queda enfrente desde el lugar donde se inicia el paseíllo.
Es decir,
hablamos de algo muy serio puesto que, aquellos aficionados, desde
siempre, como antes decía, ante todo querían rendirle culto al toro y, a
partir de ese momento, contratar a los toreros, un hecho tan relevante
como enigmático porque no es propio de lugar alguno.
Azpeitia es la fiesta en su versión más pura y auténtica, nada de
sucedáneos como suele ocurrir en muchísimas ferias de España y ya no
digo en pueblos porque entonces nos ponemos a llorar todos de la pena
que nos embarga.
Siendo así, todo el mundo pondera a Azpeitia porque no
puede ser de otro modo, porque dicha verdad no la puede esconder nadie
y, lo que es mejor, dicha feria se monta bajo el auspicio de la Comisión
Taurina Azpeitiana que, bajo la batuta de Joxin Iriarte, desde hace
tantos años, estos hombres montan una feria singular alejada del
taurinismo costumbrista.
De ahí, claro, la singularidad de la que hablo.
Si no aparecen los taurinos con sus intereses a cuestas, la verdad
brilla en Azpeitia con más resplandor que el propio Astro Rey.
Todo un
milagro norteño que los disfrutan los lugareños y, sin duda, tantísima
gente que acude a dicha feria desde cualquier lugar de España y Francia.
Día 31 de julio
Toros de Ana Romero
para Daniel Luque, David de Miranda y Adrián Salenc.
Día 1 de agosto
Toros de Murteira Grave
para Pepe Moral, Juan Leal y Tomás Angulo.
Día 2 de agosto
Toros de Salvador Gavira
para Curro Díaz, Ginés Marín y Ángel Téllez.
Como vemos, encastes de auténtico lujo para toreros de distinto corte
y, lo que es mejor, algunos hasta gozan de la oportunidad soñada porque
en el caso de Tomas Angulo, un buen torero como nos han contado,
olvidado por todo el mundo, el hecho de que tenga su oportunidad en
Azpeitia es un sueño cumplido.
Juventud, señorío, veteranía y ganas, muchas gansas de ser toreros
por parte de todos los diestros contratados que, lógicamente, sobresale
por encima de todos el gran triunfador de años pasados que no es otro
que el gran Curro Díaz, un artista consumado que, con más valor del que
todo el mundo le supone, es capaz de enfrentarse a su majestad el toro
para, más tarde, alzarse con el triunfo.
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