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jueves, 18 de septiembre de 2014

“EL POTRA” un taurino onubense.

Veedor de toros de las máximas figuras del toreo
Miguel Criado Barragán Domínguez Torres, hijo de legítimo matrimonio, como el mismo se gustaba denominar, nació en la pedanía de El Rocío, término de Almonte, el día 17 de junio del año 1917; hijo de Miguel Criado Domínguez, maestro barbero del popular barrio de San Lorenzo de Sevilla y de Sofía Barragán Torres, natural de Almonte e hija de Juan Miguel Barragán Espinosa, al parecer, guarda del Coto de Doñana y con domicilio en los chozos del paraje conocido en El Rocío como El Acebuchal donde aún se conservan algunos, ocupados en la actualidad por el Restaurante El Toruño.

Quiso el destino que su padre Miguel (el barbero) se trasladase de Sevilla a Almonte donde se estableció un periodo de tiempo indeterminado, conociendo a Sofía con la que se caso, aportando esta al matrimonio una hija fruto de un matrimonio anterior del que enviudó. De esta unión nacieron dos hijos varones, Lorenzo y posteriormente Miguel. El motivo del nacimiento de Miguel en los chozos del Rocío se debe a la costumbre ancestral que tenían las mujeres de esa época de ir a parir a casa de sus padres, a donde se dirigió Sofía para alumbrar a sus hijos, al cuidado de sus familiares.
En esta época, su padre ya había vuelto a Sevilla, domiciliándose en la calle Valdés Leal, del popular barrio de La Puerta del Arenal y volviendo a ejercer su profesión de barbero en esta capital. Cliente habitual de su establecimiento era el que a la sazón marcaría el futuro de Miguel en el mundo taurino. Fue Juan Belmonte, matador de toros y máximo exponente de toda la torería de la época. Como consecuencia de esta relación barbero-­cliente y de simpatía que le profesaba, el gran maestro se ofreció para, junto con su esposa, apadrinar al hijo que acababan de tener, bautizo que se celebraría en la Iglesia Parroquial de la Villa de Almonte el día 17 de Julio de 1917.
La infancia y los primeros años de Miguel transcurren en su barrio del Arenal donde acude al colegio (aunque poco) y se relaciona con los niños del barrio que soñaban con algún día ser toreros. Más tarde comienza como aprendiz de barbero en la barbería que regenta su padre hasta que por mediación de su padrino de pila entra a trabajar como botones en las oficinas de la Plaza de Toros de la Real Maestranza y, de esta forma, comienza su relación con el mundo taurino que tanto le gusta.
Siendo ya un mocetón, su padrino Juan Belmonte lo coloca con él como ayuda de mozo de espadas, protagonizando una de las anécdotas que el mas refería: "la primera vez que me llamaron Don Miguel, fue para mandarme a la mierda". Estando toreando el maestro Belmonte, el adolescente Miguel tuvo la osadía de indicarle por donde tenía que torear al animal y volviéndose este le espetón "Vaya usted a la mierda, don Miguel". Miguel toda su vida recordaría esta anécdota, porque no le gustaba que le llamasen de don.
Después de esta época como mozo de espadas de Juan Belmonte se coloca como mozo de espadas y ayudante de D. Álvaro Domecq, con el que entabla una amistad que perdura hasta el final de sus días, hasta el punto de que este junto con su esposa Da Maripepa Romero se convierten en los padrinos de boda de Miguel y Teresa, además de los padrinos de pila de su hijo Miguel; convirtiéndose de esta manera en "compadres". Durante esta época compagina su trabajo con Álvaro Domecq acompañando a Manuel Rodríguez "Manolete" en su estancia en Méjico, ejerciendo con este las labores como ayuda de mozo de espadas y bajo las órdenes de Camará, apoderado del maestro.
Durante esta estancia en Méjico conoció en un hotel de la capital a un hombre que estaba exiliado por sus ideas políticas y que se da la circunstancia de que ambos eran primos y naturales de Almonte y ninguno conocía la existencia del otro. Este exiliado al que Miguel conoció en Méjico no era otro que el genial periodista y poeta almonteño Rafael Torres Endrina.
A continuaci6n, Miguel trabajó en la empresa de toros de Sevilla con los Hermanos Belmonte, siendo posteriormente, en al ano 1947, reclamado por la empresa de toros de Madrid a las ordenes de José María Jaldón, empresario de dicha Plaza, entrando a formar parte de dicha empresa como veedor y comprador de toros, cargo que estuvo ejerciendo hasta la desaparici6n de dicha Empresa.
Compaginando esta tarea en Madrid, ejerce como veedor de toros de las máximas figuras del toreo de la época como Litri padre, Antonio Ordóñez (del que siempre comentaba en la intimidad que era el torero mas completo que había visto en su vida), Julio Aparicio, Manuel Benitez “El Cordobes”, etc.
En el ano 1956, la Casa de Misericordia de Pamplona lo nombra asesor de su Junta para la organización de los Sanfermines, cargo que ejerció como gerente hasta su muerte y del que actualmente es su hijo Miguel.
También ejerció un tiempo como apoderado taurino con varios toreros como Gallardo, Chicuelo y Marcelino; pero esta no era su verdadera vocación; ya que la verdadera pasión de Miguel era el toro en el campo.
Contrae matrimonio en Sevilla con Teresa Garrido García, hija de un maestro herrero de La Puerta del Arenal y vecina del domicilio familiar de Miguel. Fruto de este matrimonio nacen dos hijos: Miguel, actual gerente de la empresa de toros de Pamplona y veterinario de la Real Maestranza de Sevilla, y Mª Teresa, gran aficionada a los toros al igual que toda la familia.
Además de todas sus múltiples virtudes como taurino, Miguel también en el plano personal ha sido una persona sui generis, estando en posesión de una sabiduría que sólo te da la Universidad de la Vida además de una gramática de la que tenían que haber escrito un diccionario Potra-Español, Español-Potra.
Hombre muy querido y admirado por todos los componentes del mundo taurino, es una de las páginas más importantes de la Fiesta Nacional a lo largo de todo el Siglo XX y albores del XXI. Maestro de maestros en el campo y en las Plazas, ha sabido transmitir esta sapiencia a las futuras generaciones.
De su vida se podrían contar innumerables anécdotas para lo que se necesitaría un libro. Libro que el nunca quiso, aunque se lo propusieron en varias ocasiones, que escribieran contando sus vivencias, ya que él siempre decía que si las contaba "podría arder en la sepultura".
Enamorado del Rocío, era un gran devoto de la Virgen, a la que visitaba con frecuencia durante todo el año, además de los días de la Romería, donde compartía anécdotas y copas con los que el llamaba sus parientes almonteños: Curro Corona, Rosendo Jiménez, Martín Pitito, etc.
El día 13 de Agosto del ano 2003 y como consecuencia de una rápida enfermedad fallece en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla dejando al mundo de los toros huérfano del que ha sido llamado "el último romántico del toreo" y a sus innumerables amigos de su gracia y sapiencia personal.
Por FRANCISCO PÉREZ AMADO


1 comentario:

José María Aguilar dijo...

Acabo de leer su interesantísimo (y documentadísimo) apunte biográfico sobre la irrepetible (y enorme) figura de El Potra, y dice al principio que su padre era barbero en San Lorenzo. Yo tenía entendido que la barbería estaba en el Arenal, aunque tal vez no esté en lo cierto.
Reiterándole mi felicitación, reciba una cordial saludo.

José María Aguilar