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domingo, 28 de septiembre de 2014

Una gran tarde de toros es otra cosa

"The Maestros"



 Entretenido el promocionado espectáculo montado como fin de temporada en el coliseo de Vistalegre, con el que Morante cerraba su Tour-14 y El Juli trataba de tener un gesto. Espectáculo bien publicitado, con el añadido musical de la Filarmónica de Madrid. 
Una tarde entretenida, con un público a favor, destellos de Morante –en ocasiones algo superficiales-- y una sólida faena de El Juli, la que más vendad contuvo en toda la tarde. A la cita sólo faltaron los toros, muy por debajo de lo que merecía el cartel y el acontecimiento también llamado "evento". 
Lo que se anunció con el término "evento” y  con el título en inglés macarrónico "The Maestros", a la postre fue una corrida normal y corriente, tirando a medianeja, porque faltaba el toro. Solo lo vimos en las  esculturas de entrada del recinto. Salvo este pequeño “detalle”, todo lo demás entretenido, con una aceptable entrada de un público favorable desde que se sentó en el tendido. 
Lo veremos en el “Hola”, seguramente.
Interesante la experiencia con la Filarmónica de Madrid, que bordó “Suspiros de España” --aunque no procedía la música en ese trasteo de El Juli”-- y resultó desacompasado su “Agua, azucarillo y aguardiente”:  mucho ritmo para un toreo que quería ser lento. Pese a todo, calidad musical.
De los chiqueros salieron mejores los toros de Garcigrande que los de Zalduendo, todos con poquitas fuerzas y medidos niveles de casta. Para los espectadores de esta tarde, entre los toreros destacó Morante, especialmente porque supo tirar de todos sus recursos para conmover al público, una asignatura que el de la Puebla domina más allá de lo conveniente; sus momentos más sólidos trascurrieron la lidia del 5º, al único al que pudo enjaretarle cinco verónica de recibo y luego se esforzó sobre la mano derecha.
Se mostro entonado Finito de Córdoba con el buen y flojo toro que abría la tarde, pero ya fue otro cantar con el 4º. Y El Juli, que cuajó una faena muy estimable y la más sólida de la tarde  al que cerraba plaza, lo estropeó luego con la espada; su primero no permitió mayores florituras con su renqueante caminar.
Pese a los destellos de Morante y la firmeza de El Juli con el que cerraba plaza, al final cabía preguntarse si no había sido demasiado ruido publicitario para las contadas nueces que hubo.

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