Era la hora de probar lo aprendido, de ponerlo a prueba, de Era la hora de probar lo aprendido, de ponerlo a prueba, de experimentar todo ese aprendizaje recibido durante seis mañanas de toreo de salón sobre el ruedo de La Merced.
Los alumnos del Curso para Aficionados Prácticos organizado por el Aula Joven comparecían en el campo, en la finca La Dehesilla del ganadero José Luis Pereda, para sentirse como sus ídolos, los toreros. Aficionados prácticos de todas las edades, llegados de puntos diversos de la provincia, ilusionados y responsabilizados todos ante una experiencia que ya nunca olvidarán.
Nada más llegar, el desayuno brindado por los ganaderos, un ejemplo tantas veces demostrado de hospitalidad y compromiso con acciones como ésta que, al final de todo, lo que encierran es un decidido intento de promocionar y proyectar el toreo entre la gente. Entre café y dulces, José Luis Pereda daba la bienvenida "a mi casa que es la vuestra" y subrayaba la importancia de estas acciones "que los profesionales del toro no llegamos a organizar por la razón que sea y que tienen que partir de vosotros, de los aficionados, comprometidos con la Fiesta y por conocerla y apreciarla cada vez más", dijo el ganadero, al tiempo que celebraba que "en Huelva, existáis vosotros para liderar este movimiento tan necesario. Sólo en vosotros está el futuro de la Tauromaquia", apostilló.
Tras el saludo, el sorteo del orden en que intervenir ya en la plaza de tientas. Todo ello, perfectamente organizado y coordinado por los profesores del Curso, los banderilleros Manolo Contreras, Raúl Corralejo y Pedro Muriel, y el novillero David de Miranda. En ese sorteo, tal cual ocurre todos los días de toros, va la suerte final. Y así fue. Porque a la primera decena de alumnos le cupo el honor de gozar con una becerra de condición excepcional por noble, fija, pronta y humillada. Uno a uno, serie a serie, fueron saliendo los aficionados prácticos para esbozar su particular concepto y, con ello, comprobar lo muy difícil que es torear. Salieron luego dos vacas más, de comportamiento más incierto y complejo que, claro está, se acrecentaba en manos de la inexperiencia de los alumnos. Todas ellas, las pararon el propio David de Miranda y el también novillero Santiago Sánchez Mejía. Tras la intervención de cada alumno, llegaba la ovación de sus compañeros, amigos y familiares que hoy les acompañaban para compartir una mañana soleada aunque fresquita y, sobre todo, muy especial.
Según como les hubiese ido, terminaban todos entre la alegre ilusión de aquellos que tuvieron más ocasión de disfrutar y la candela por dentro de quienes sentían que, al final, no todo fue como habían soñado. No pasa nada: eso también es el toreo y hoy lo han vivido en carne propia. Además, aún les queda una segunda oportunidad el próximo sábado, esta vez, en la finca El Campillo de la ganadería Albarreal, en San Bartolomé de la Torre. Será la clausura de un curso que si algo ha puesto de manifiesto es que la del toreo es una bendita pasión que es patrimonio de todos sus aficionados.
Fotos JOSÉ MARÍA PÉREZ MARÍN
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