Despedida de Fernando Cuadri
El ganadero de Trigueros, que
cede el testigo a sus sobrinos, lidia sin fortuna su última corrida en
Madrid y recibe el afecto de la afición.A mitad del paseillo empezaron a romper desde los altos del tendido 7 muy
sentidas palmas que fueron al fin ovación cerrada. No se sabía por
quién iba el homenaje, hasta que en el foco mismo del fuego desplegaron
una pancarta de dimensiones fantásticas. En ella, junto al hierro y los
colores de la divisa de Cuadri, un letrero en mayúsculas: “Don Fernando,
gracias por todo”. Don Fernando Cuadri, que en un balconcillo de sombra
baja, estaría ajeno a ese gesto de reconocimiento sin precedentes en
Madrid.
Jueves del tramo final del ciclo de San Isidro, que todo acaba: hasta el
abono de Madrid, tuvo la poca historia, casi ninguna, que llevaban
dentro de los toros onubenses con el hierro de Cuadri.
Un conjunto con
excelente y bella presentación, que luego carecía de lo principal:
bravura, celo, entrega…
Era la tarde en la que Don Fernando Cuadri se
despedía de la afición madrileña, después de más de 40 años dirigiendo
una de las ganaderías predilectas del foro. Se le despidió con cariño y
respeto, pero sin triunfo.
Naturalmente a tenor de lo que salía por
chiqueros, la tarde no podía levantar vuelo. Tan sólo un atisbo con
algunas alegrías por el buen pitón izquierdo que lució el 5º, bien
entendido por López Chaves.
Seguro
que no ha sido la despedida soñada. Pero al menos la afición le
reconoció con una amplia pancarta más de 40 años dedicados a cuidar la
ganadería familiar, un hierro con mucha historia y grandes toros en su
haber.
Pero en esta ocasión a Fernando Cuadri le estuvo vedada la
cambiante sonrisa del éxito, precisamente la tarde en la que se despedía
de Madrid. Se va con el deber cumplido y, sobre todo, dejando detrás
una nueva generación para prolongar en el tiempo la trayectoria de la
ganadería que pasta en los campos de Trigueros.
Pero
la corrida quedó muy lejos del mínimo exigible. Excelente la
carrocería; fallaron los interiores, que daban muy poco habitabilidad a
quien quisiera pasar por allí. Tan sólo uno, el que se corrió como 5º,
permitía algunas alegrías por el pitón izquierdo. Hasta en el caballo
estuvieron mediocres.
La
veterana terna pasó con cierta dignidad por allí, sin agobios ni
mayores quebraderos de cabeza. La lidió aseadamente.
De hecho, el único
punto de un cierto aperreamiento ocurrió con el 6º, cuando a su matador
se le enredaron las espadas.
Lo
mejor, la serena madurez de Domingo López Chaves. Anda el torero
salamantino sobrado de torería, como dejó claro con el 5º, el mejor del
sexteto, al que toreó con ese regusto de torero que disfruta en su
tarea. Hubo series hasta con sentimiento. Da gusto verlo.Habrá que darle crédito.
Un crédito que no podrá perder Fernando Cuadri por
una tarde desafortunada. Siempre será uno de los ganaderos más queridos,
respetados y admirado por los aficionados a los toros. A los toros
bravos, de verdad. Los que se empeñó en criar su padre, don Celestino,
en sus predios de Comeuñas y Cabecilla Pelá. Solo son daños colaterales al cuadrismo venteño.
Madrid. 31ª festejo de San Isidro. 16.952 espectadores.
Dos horas y cuarto de función.
Seis toros de Cuadri.
Rafael Rubio “Rafaelillo”, silencio en los dos. Domingo López Chaves, saludos tras aviso en los dos. Octavio Chacón, silencio en los dos.
Juan José Esquivel y Óscar Bernal cobraron buenos puyazos. Brega diligente de José Chacón.
Madrid. 31ª festejo de San Isidro. 16.952 espectadores.
Dos horas y cuarto de función.
Seis toros de Cuadri.
Rafael Rubio “Rafaelillo”, silencio en los dos. Domingo López Chaves, saludos tras aviso en los dos. Octavio Chacón, silencio en los dos.
Juan José Esquivel y Óscar Bernal cobraron buenos puyazos. Brega diligente de José Chacón.
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