José Tomás sella una tarde para la historia con seis orejas y un rabo, No fue lo de Nimes pero ha sido lo de Granada.
No fue aquella perfección fuera de lo común pero ha sido un despliegue
de tauromaquia, de versatilidad, de matices salidos del alma del torero.
Un José Tomás que enfervoreció a miles y miles de seguidores que lo
aclamaron desde le final del paseíllo hasta la salida en hombros
auténticamente multitudinaria.
Seis orejas y un rabo no son más
que despojos fruto de la pasión de un público entregado. Lo de verdad,
lo que me queda en mi alma de aficionado es que en Granada el toreo alumbraba en estallidos repentinos. En momentos de belleza y sobre todo de pureza extraordinaria.
Por supuesto que hubo exageraciones como las dos orejas del primer toro
al que José Tomás dejó casi sin picar y el de Cuvillo salió respondón
en la muleta. En ese toro José Tomás ya avisó con el capote en verónicas
de seda lo que vendría luego en el toreo de capa.
Lo de las verónicas a su segundo toro es para recordarlo toda la vida.
Lances en los que el tiempo se detenía, de lentitud casi imposible,
pasmosa. Pensaba si eso lo hace en la Maestranza o en Madrid le erigen
un monumento.
En la muleta José Tomás bordó el toreo al natural, de
temple infinito, sin faltar los redondos cuajadísimos.
Y midiendo el
tiempo entró a matar dejando un feo espadazo en los bajos aunque la
pasión de la faena desató la de los pañuelos y cayeron otras dos orejas.
El
toro de El Pilar, el más serio de la corrida, hizo una brava pelea en
varas y se apagó en la muleta donde José Tomás saco petróleo de aquel
pozo seco. En el sexto toro, de Cuvillo, volvió la sinfonía con el
capote en una mezcla de verónicas y delantales como para llevarlos a un
lienzo.
El quite por calesera fue luego el aperitivo para la
sinfonía del final en la que los naturales eran toda una lección del
toreo más puro.
Los derechazos sin estoque eran
naturales de diestro y de aroma. Cuando intercalaba un derechazo y se
quedaba colocado entre los pitones para ligar el natural se confundían
improvisación y autenticidad.
A este toro lo mató de una gran estocada.
Dos orejas y un rabo.
Ah, ni una manoletina, ni bernardinas, ni arrucinas, ni circulares invertidos. Bisutería barata no, faena cortas y toreo inmenso.
Eterno José Tomás.
Sergio Galán rejoneó sin brillo al primero y fue más auténtico en el otro, al que mató muy mal.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Frascuelo, Granada. Segunda de la feria del Corpus. Corrida de toros mixta. No hay billetes.
Toros de José Benítez Cubero y Pallarés para rejones y, para lidia a pie, de Núñez del Cuvillo, El Pilar, Garcigrande y Domingo Hernández.
El rejoneador Sergio Galán, ovación y ovación.
José Tomás, dos orejas, dos orejas, ovación y dos orejas y rabo.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Frascuelo, Granada. Segunda de la feria del Corpus. Corrida de toros mixta. No hay billetes.
Toros de José Benítez Cubero y Pallarés para rejones y, para lidia a pie, de Núñez del Cuvillo, El Pilar, Garcigrande y Domingo Hernández.
El rejoneador Sergio Galán, ovación y ovación.
José Tomás, dos orejas, dos orejas, ovación y dos orejas y rabo.
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