Hoy se cumplen, exactamente, dos años que el “León de Orduña”
rugiera por última vez. Como el rey de la sabana, lo hizo en la arena,
combativo y altivo. Con esa altanería propia de quien se siente y se
sabe torero. El 17 de junio de 2017, al acabar la Corrida Extraordinaria
de la Beneficencia, recibimos entre suspiros y sollozos tan triste
noticia: un toro había acabado con la vida de Iván Fandiño en
Aire-sur-l’Adour. Cuando aún llorábamos la muerte de Víctor Barrio, esta
Fiesta tan cruel nos sacudía el cuerpo y el alma con otra noticia
igualmente terrible y escabrosa. Pero es precisamente esa crueldad de
los toros lo que la convierte en una Fiesta única y tan maravillosa.
La vida, como torero, del arrogante y valeroso vizcaíno no fue fácil,
en ningún momento. Como en el ruedo, su vida en los despachos y en el
campo era aguerrida e insolente. Un loco romántico que tuvo los cojones
suficientes para plantarle cara a tan corrompido sistema. Nadie
discrepará si digo que su andadura en esto del toro no fue un camino de
rosas. Todo en contra, desde origen hasta el nombre. Pero ahí estaba
Iván, para retar a quien se le opusiera y a quien le negara el pan y la
sal. Triunfó y fracasó en los ruedos. Llevó la pureza y la verdad hasta
su misma muerte. Con su sangre, una vez más, se dignificó el traje de
luces. El oro y la plata solo lo merecen quienes están dispuestos a
morir por sus sueños y por los de todos nosotros. Aquella horrible
tarde, Fandiño trascendió a la metafísica del toreo. A la gloria de los
que se van en las astas de los toros. Gloria y honor a todos ellos.
Como si de una chanza escabrosa se tratara, la víspera de tan
fatídico aniversario la guadaña de la muerte segó otra vida en el mundo
de los toros. No solo los del chispeante mueren. Aquí hay verdad aunque
se sea un humilde torilero. En Benavente, bendita tierra taurina, la
parca se llevó para sí la vida de un hombre que tenía el honor de abrir
la puerta de puerta de chiqueros, descanse en paz. ¿La providencia o el
destino? ¿La casualidad o la (mala)suerte? No lo sé. Solo sé que aquí se
muere de verdad, a diferencia del cine o el teatro. El arte de los
artes.
Iván Fandiño siempre en el recuerdo.
Por Francisco Díaz.
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