La pasada temporada significó un punto de
inflexión para el ansiado relevo generacional del escalafón taurino. Y
no es que las figuras del momento defrauden o hayan dejado de tener
interés para la afición, todo lo contrario.
La capacidad, no sólo de
perdurar, sino de reinventarse continuamente de un buen puñado de
matadores punteros es síntoma inequívoco de su valía, y sólo es mérito
suyo que muchos de ellos mantengan su jerarquía después de más de 20
años de alternativa. Sin duda vivimos una época histórica del toreo con
los toreros más longevos y virtuosos que se pueda recordar.
Pero por mucho que las figuras se lo hayan
ganado, la tauromaquia necesita una continua renovación para refrescar
su atractivo y mantenerse viva. Y el año pasado irrumpieron con fuerza
varios nombres, si no nuevos, sí novedosos. Algunos ya tenían sus años
de alternativa pero no habían roto por diversas circunstancias, caso de
Paco Ureña, Diego Urdiales, Octavio Chacón o Emilio de Justo. Junto a
ellos apuntalaban su atractivo jóvenes como Ginés Marín, Román, José
Garrido, Álvaro Lorenzo y sobre todo Roca Rey, que arrasaba después de
tres campañas de imparable ascenso. Y asomaban la cabeza Jesús Enrique
Colombo, Javier Cortés y Joaquín Galdós entre otros.
En definitiva, que
aparecían en los primeros puestos de la escena taurina una docena de
coletudos de los que la gran masa de espectadores nada sabía sólo unos
meses antes.
Y esta temporada, que todavía está en su
tramo inicial, ya ha añadido otra decena de matadores a la lista de
atrayentes. Sevilla y Madrid han puesto en órbita a Pablo Aguado, a
quien se suma David de Miranda, y ojo a Juan Leal y a Juan Ortega, que
merecen entrar en las quinielas. Y que nadie olvide a David Galván, a
Gonzalo Caballero, a Luis David Adame, a Ángel Téllez, a Tomás Campos, a
Francisco José Espada… Y que no se descarte a los veteranos Juan del
Álamo y Morenito de Aranda. Y que me perdonen aquellos a los que dejo de
citar, porque haberlos haylos. Y es que hay presente y por lo tanto hay
futuro.
No darles sitio sería un delito contra la tauromaquia y contra
la clientela.
Por eso los empresarios deben apostar por ellos.
Hagan
juego, la mesa está caliente
.Por
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