¿Hacia un cambio en la corridas televisadas?
Invierno movido en asuntos administrativos. Madrid tendrá a los empresarios más potentes en una unión extraña, los ganaderos buscan presidente, los toreros se protegen con un ente que negociará sus intereses de imagen y las autonómicas quieren organizar un consorcio para que se repartan los gastos y las retransmisiones.
Este último asunto es el más novedoso. Es una idea de Castilla La Mancha, la televisión que en época socialista más ha televisado. Resulta que se ha puesto al descubierto el despilfarro que suponía ofrecer festejos infumables a precio de oro. La idea de organizar un grupo que retransmita corridas es buena. Es un ahorro notable. Para que tal cosa sea completa, los comentaristas deben ser únicos para cada festejo. Es un despilfarro que una corrida celebrada en Andalucía tenga cinco comentaristas dobles, dos por cada comunidad que las emite.
Hay dos presupuestos fundamentales. Las corridas televisadas deben tener un cierto rango. Basta ya de ofrecer pachangas taurinas desde placitas perdidas. Basta ya de corridas con toros miserables. Basta ya de corridas con los toreros de siempre en plazas muy respetables pero sin ninguna trascendencia. En televisión hay que dar corridas que de antemano tengan un alto atractivo.
Y los comentarios tienen que ser serios. Nadie le ha metido el diente al asunto. No hay nada tan dañino para la Fiesta como los comentaristas de Canal Sur, señores que deforman la realidad, repartidores de alabanzas de momentos sin valor taurino, justificadores de todo y capaces de omitir lo que todos puede ver con sus ojos. También basta ya de entrevistadores folklóricos sin conocimientos taurinos que sólo perjudican la imagen del toreo. La Fiesta es emoción y seriedad, no una chica gastándole bromas a los toreros o a sus padres en un callejón. O lo que es peor, saliendo con un micrófono al ruedo sin ningún pudor.
Es buena la unidad para bajar gastos, pero con corridas de categoría y comentaristas reputados, capaces de contar la grandeza de la Fiesta sin bajar a las estupideces absurdas o a los comentarios jocosos. Si en Andalucía, sin ir más lejos, hemos tenido que aguantar esperpentos, los aficionados del resto de España no deben soportar comentarios ridículos y, en el fondo, poco taurinos, aunque los interesados estén convencidos de lo contrario gracias a sus palmeros indocumentados. Si no ahora, marzo es la fecha para cambiar muchas cosas de los toros en esta tierra andaluza. Y un programa semanal dinámico y atractivo no puede justificar el atraco de las retransmisiones en directo (o en falso directo).
Invierno movido en asuntos administrativos. Madrid tendrá a los empresarios más potentes en una unión extraña, los ganaderos buscan presidente, los toreros se protegen con un ente que negociará sus intereses de imagen y las autonómicas quieren organizar un consorcio para que se repartan los gastos y las retransmisiones.
Este último asunto es el más novedoso. Es una idea de Castilla La Mancha, la televisión que en época socialista más ha televisado. Resulta que se ha puesto al descubierto el despilfarro que suponía ofrecer festejos infumables a precio de oro. La idea de organizar un grupo que retransmita corridas es buena. Es un ahorro notable. Para que tal cosa sea completa, los comentaristas deben ser únicos para cada festejo. Es un despilfarro que una corrida celebrada en Andalucía tenga cinco comentaristas dobles, dos por cada comunidad que las emite.
Hay dos presupuestos fundamentales. Las corridas televisadas deben tener un cierto rango. Basta ya de ofrecer pachangas taurinas desde placitas perdidas. Basta ya de corridas con toros miserables. Basta ya de corridas con los toreros de siempre en plazas muy respetables pero sin ninguna trascendencia. En televisión hay que dar corridas que de antemano tengan un alto atractivo.
Y los comentarios tienen que ser serios. Nadie le ha metido el diente al asunto. No hay nada tan dañino para la Fiesta como los comentaristas de Canal Sur, señores que deforman la realidad, repartidores de alabanzas de momentos sin valor taurino, justificadores de todo y capaces de omitir lo que todos puede ver con sus ojos. También basta ya de entrevistadores folklóricos sin conocimientos taurinos que sólo perjudican la imagen del toreo. La Fiesta es emoción y seriedad, no una chica gastándole bromas a los toreros o a sus padres en un callejón. O lo que es peor, saliendo con un micrófono al ruedo sin ningún pudor.
Es buena la unidad para bajar gastos, pero con corridas de categoría y comentaristas reputados, capaces de contar la grandeza de la Fiesta sin bajar a las estupideces absurdas o a los comentarios jocosos. Si en Andalucía, sin ir más lejos, hemos tenido que aguantar esperpentos, los aficionados del resto de España no deben soportar comentarios ridículos y, en el fondo, poco taurinos, aunque los interesados estén convencidos de lo contrario gracias a sus palmeros indocumentados. Si no ahora, marzo es la fecha para cambiar muchas cosas de los toros en esta tierra andaluza. Y un programa semanal dinámico y atractivo no puede justificar el atraco de las retransmisiones en directo (o en falso directo).
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