En el mundillo de los homenajes que en España tanto abundan hasta la extenuación, el diestro Curro Romero acaba de ser premiado por “su ejemplar trayectoria”(premio Alfonso Usía a la trayectoria ejemplar que concede el diario La Razón )cuando, en la más pura y dura realidad, de ejemplar no ha tenido nada sino todo lo contrario. Bastaría publicar sus estadisticas para corroborarlo fehacientemente.
A Curro se le puede premiar por su exclusivo arte y por su especial personalidad, pero de ninguna manera por ejemplar a no ser que la ejemplaridad consista en sumar infinitamente más petardos que triunfos, haber desperdiciado centenares de buenos toros tras permitir que los masacraran en el tercio de varas, haberse negado a matarlos en algunas ocasiones, salir de muchísimas plazas a almohadillazo limpio custodiado por los guardias y a cometer innumerables tropelías.
Hay que cortar de raíz con esta clase de distinciones inmerecidas y con las versiones que por interesada machaconería están convirtiendo en grandes figuras del toreo a los que nunca lo fueron en la práctica.
Acaba de morir una verdadera figura, Diego Puerta, y ni lo que le han dedicado los medios ni su entierro han tenido ni sido mínimamente aproximados a lo que también acaba de ocurrir tras la muerte de Antoñete. !Ya está bien, señores¡ La desvirtuación histórica está saliéndose de madre y, a este paso, la verdadera historia del toro quedará borrada por tantas mentiras y exageraciones.
Fdo: J.A. del Moral
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