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martes, 8 de abril de 2014

Tal día como hoy ...

CUADRI DEBUTA EN MADRID.
Por Vicente Parra Roldán

    Vamos a tratar de hacer un recorrido por el paso del hierro triguereño por la considerada primera plaza del mundo, recordando sus más de treinta actuaciones a lo largo de cincuenta cinco años de historia, en las que han predominado, especialmente en los últimos años, los festejos mayores aunque, en un principio, llegó a lidiar hasta cinco novilladas en los primeros años de existencia de la ya legendaria ganadería.

    El debut de la ganadería triguereña en la plaza de Las Ventas se produjo el domingo 8 de abril de 1956, en el quinto festejo de la temporada y segunda corrida de toros de la campaña... En aquella ocasión solo se pudieron lidiar cinco toros al ser rechazado uno en el reconocimiento, por lo que fue reemplazado por otro del hierro de Tomás Prieto de la Cal, que salió en quinto lugar.
    Las reses de Cuadri pesaron, por orden de salida fueron Brujito, de 497 kgs., Curioso, de 513; Berraquillo, de 517, Marismeño, de 556 y Bravío, de 525 kgs. respectivamente, mientras que en canal dieron 312 kgs., 303, 325, 340 y 332 respectivamente, con un promedio de 320,5 kgs.

    Los encargados de lidiar esta corrida fueron Victoriano Posada, de negro y oro (pitos y silencio), Luis Parra “Parrita, de rosa y oro (protestas y palmas con siseo),y Mario Carrión, de verdegay y oro, que confirmó la alternativa (palmas y petición de oreja con vuelta al ruedo)
 Además, intervino el rejoneador portugués Manuel Conde, ante un novillo de Fermín Bohórquez, que fue ovacionado por los tendidos que registraron media entrada.

    Respecto al juego de los Cuadris, el crítico Felipe, del diario ABC; señaló “que el bicho que rompió plaza hizo una pelea seria con los montados, de los que recibió tres varas que acusó al fin, aplomándose en la faena de muleta; el segundo, bien armado, sufrió tres puyazos malos del varilarguero de turno y, en su embestida, se comportó con claridad; el tercero, hondo, pero recogido de cabeza, achuchó porque no se le aplicó la lidia que requería; el cuarto, poderoso aunque escaso de codicia, derribó repetidamente en los encuentros con los caballos de lo que llegó a salir rebrincando, se dolió en banderillas y cabeceó en la faena de muleta; y el último, al que se protestó por parte del público no sabemos si porque hizo una salida poco alegre o porque renqueó entumecido, si bien no acreditó bravura frente a los de caballería, con la gente de a pie se mostró noble y fácil".

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