Una tarde de Domingo de Resurrección es como decir una tarde de toros ya que es uno de los días más tradicionales de la temporada.
Un día para vestirse de torero y si es en Madrid, mucho mejor. Pero si sale una corrida como la de Gavira, grande, impresionante, pero mansota y descastada las ilusiones se derrumaban. Aunque un torero, Antonio Nazaré, ha salido reforzado de la primera plaza del mundo.
Estuvo por encima de su primero, un ejemplar áspero y bronco al que no le perdió la cara. Pero en el sexto, que se dejaba por el pitón izquierdo, ligó tres tandas de naturales muy de verdad, muy rematados a un toro de casi seis años y mucha leña por delante. Faena de mérito y de torero, rematada de un espadazo. Era de oreja. No se entiende que se la negaran.
Curro Díaz dejó momentos de regusto en su primero, pero no remató, como siempre. En el cuarto, un toro huido, consiguió de nuevo algún muletazo suelto pero dentro del barullo ante la desconcertante embestida del toro de Gavira.
Morenito de Aranda se defendió como pudo ante un lote áspero y con peligro sordo, aun que dejó algunas gotas de calidad en el toreo a la verónica. En todo caso las cosas no le salieron ante dos toros infumables.
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