La gente comienza a estar harta de todo lo malo que sale por la puerta de chiqueros en esta feria, hasta el momento una de las de más baja calidad en cuanto al toro se refiere. Lo de ayer casi colma el vaso de la paciencia. Muchos piensan que o son ganas de provocar, o es que el género sale barato y se compra por docenas o, lo que es peor. se trata de una incompetencia manifiesta a la hora de elegir las ganaderías para Madrid.
De otra forma no se entiende que Jandilla se anuncie dos veces en San Isidro a sabiendas del rechazo que esta ganadería produce en sectores muy protagonistas de esta plaza.
Ayer se repitió lo del día 23, o sea otro jandillazo con la colaboración inestimable de Las Ramblas, otra borrego-factoría. Para colmo la tarde fría, lluviosa y propia de finales del invierno, nos dejó helados y empapados.
Por descontado que El Fandi se empleó con tanto entusiasmo como ramplonería, a excepción de unos lances con el capote al cuarto y un par al violín en terreno muy comprometido a este mismo toro, un animalito endeble y bondadoso al que, por añadidura aburrió a trapazos.
Daniel Luque vuelve a irse de vacío de Madrid y van...ni se sabe.
A su primero, blandísimo lo toreo con aseo pero a distancia sideral y en el quinto brujuleó en la cara de un toro al que le robó alguna embestida.
Jiménez Fortes se empleó con el capote en quites y se arrimó para justificarse ante dos mulos
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