El frío intenso de una tarde propia de final del invierno se pudo soportar porque en el ruedo estaba presente el toro con sus características, su variedad y dentro de la misma con los matices de la bravura, del genio o de la misma falta de casta. Variedad, bendita variedad.
Y, ojo, que no faltó ese toro típico del encaste Núñez y que tanto se prodiga en casa de los Lozano. Me refiero al tercero de Alcurrucén , un ejemplar de bandera, de clase a raudales y que por ambos pitones tuvo recorrido y humilló de lo lindo.
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Enfrente Miguel Ángel Perera le ofreció la muleta para ligar los derechazos muy templados y los naturales bellísimos. Faena rotunda en la que tan solo se le puede poner el reparo de esa tendencia ligar dejando la pierna contraria retrasada. Cuando Perera corrigió para ligar cargando la suerte las cosas le salieron rotundas y mucho mejor en el toreo al natural.Corto una oreja con fuerza , la primera del ferial.
El quinto toro tenía tralla y Perera no perdió nunca la cara, para darle la réplica con un toreo serio, siempre por encima de su oponente.
Ángel Teruel confirmó su alternativa a los 30 años de edad. Parece tarde, pero llega muy maduro a este compromiso en Madrid. Se encontró con un caramelo, el primer toro, al que hizo un toreo impoluto que me recordó mucho al de su padre. Magníficos los naturales. Todo sin mácula. Faltó la vibración, le faltó creérselo, echar más fuego y tal vez menos "higiene". Muy bien por su brevedad. En el sexto, el toro más parado, cumplió sin despeinarse.
Castella, espeso y distante, pegó pases sin que nadie se lo tuviera en cuenta. Toreó metiendo pico y muy despegado. Especialmente en su segundo, que por el pitón derecho se empleaba de verdad. Una de las tardes más mediocres de este torero en Madrid.
Mención aparte merecen los subalternos Javier Ambel y Joselito Gutiérrez, espléndidos en banderillas.
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