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viernes, 31 de mayo de 2013

¡Qué gran tarde de toros!

  • Un auténtico espectáculo el toro Marinero, el picador Tito Sandoval y los banderilleros David Adalid y Fernando Sánchez

Mucha gente se fue a ver una becerrada de Garcigrande en Aranjuez porque era un cartelito de niños monos, muy considerados por los tontitos del clavel. Para ese coro del peor taurinismo, lo de Madrid donde se lidiaba una corrida de Adolfo Martín, no les sonaba. Y es que donde se anuncien las figuritas que se quiten esos Ferreras, Castaños y Aguilares.

 Si les queda un poco de sensibilidad y algo de buen gusto, que lo dudo, se perdieron el toro de la feria y el mejor tercio de varas y el mejor, con sobresaliente, de banderillas. Si, ¡qué espectáculo!. Lo del sexto toro, de nombre Marinero, con un Tito Sandoval enorme en los puyazos a un toro que se arrancaba como un tren al caballo, y los pares de banderillas de David Adalid y Fernando Sánchez inmensos, es para recordar, para enmarcar.
 Ese toro, su bravura en el caballo, su galope arrancándose de largo y esa embestida humillada, nos redime de tanta borrega y tanto cuento del toro que "sirve" como dicen los taurinitos .

 En la muleta faltó más decisión a Castaño para someter por bajo y cuando se decidió le salieron unos naturales infinitos. pero faltó continuidad. Qué pena. Marinero era un toro de dos orejas. Antonio Ferrera, en director de lidia toda la tarde, dio otro espectáculo con Baratillo. Quiso lucirlo en varas dejándole muy de largo, pero el toro no quiso entregarse en la pelea.
 En banderillas escenificó una actuación muy teatral, pero divertida y clavó siempre en la cara. En la muleta el de Adolfo tuvo mucho tranco, una codicia extraordinaria y una embestida desigual pero muy encastada. Ferrera, que con el capote ya probó la calidad de ese ejemplar, fue a más en los derechazos y naturales aislados. Se echó de menos más ligazón, más conjunto. A la gente en todo caso le entusiasmó todo el repertorio de detalles y pidió la oreja que esta vez el señor Martínez si concedió. Ay si hubiera estado igual de espléndido con Aguilar el otro día...


 Y el mismo Alberto Aguilar que se había ganado a pulso la sustitución de Fandiño, estuvo por encima de su primer toro. Muy entregado, muy de verdad en todo lo que hizo para meter en la muleta a su primero y para aguantar con estoicismo los hachazos bestiales de su segundo. Al final la gente se fue con esa alegría de quien asistió a una auténtica tarde de toros. Y es que había salido el toro bravo. Ni más, ni menos.

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