Acudiendo a las paradojas que se localizan en las hemerotecas, el profesor Juan Medina ha construido un atinado artículo en el que quedan de manifiesto las contradictorias posturas en la que incurre el lobby antitaurino, a la hora de su permanente lucha contra la repetida tesis, tan carente de toda verdad, como las subvenciones a los toros. Llevados de su propósito, propugnan incluso soluciones para el toro de lidia –en cuyos valores ecológico no se atreven a entrar— que precisamente son actividades que figuran subvencionadas oficialmente en los Presupuestos Generales del Estado.
En la hoja de ruta antitaurina, las etapas se suceden meticulosamente: se prohíbe la entrada de los menores a las plazas, se arrincona la información taurina en los medios generalistas, se repite hasta la náusea el discurso de la corrida subvencionada... En ese corredor de la muerte, el hito final se alcanzará cuando se transformen en reservas naturales las dehesas donde se cría el ganado bravo, con el fin de preservar al toro como especie protegida.
Tres de los iconos mediáticos del lobby antitaurino han insistido en esta última demanda, cuando se les ha planteado qué sucedería con las 240.000 reses bravas que pastan en las dehesas si se lograse su objetivo de prohibir las corridas.
Comenzamos con Jesús Mosterín que, en diferentes ocasiones, ha repetido el mismo mensaje:
“Los taurinos dicen que la tauromaquia es la única manera de conservar los toros bravos. Pero hay una solución mejor: transformar las dehesas en que se crían (a veces de gran valor ecológico) en reservas naturales.” [Jesús Mosterín: “El triunfo de la compasión”, El País, 9 mayo 2010]
"Para salvar el toro de lidia, una clase que no ha sido cruzada, al mismo tiempo que se vayan prohibiendo las corridas, las principales reservas podrían reconvertirse en parques nacionales o reservas naturales.” [Jesús Mosterín: “En 20 años las corridas estarán prohibidas”, Público, 25 enero 2011]
“Sería muy conveniente que las actuales dehesas donde se crían los toros de lidia sobrevivan a esa previsible abolición. Estas dehesas representan un patrimonio natural de gran valor y sirven de lugar de paso y de cría para numerosas aves y otros animales. Convertidas en reservas naturales, pueden seguir albergando una población de bovinos en libertad, compartiendo el territorio con otras especies, incluso con lobos, que servirían para mantener la salud de las poblaciones de bovinos.” [Jesús Mosterín: Los toros y otros bovinos. Intervención en la Comisión de Medio Ambiente del Parlament de Catalunya, marzo 2010]
La misma propuesta la realizaba también Leonardo Anselmi en una entrevista con Carmen Aristegui en CNN México: “Todas las ganaderías de toros del mundo son deficitarias. Nuestra propuesta sería reconvertir en santuarios para el ecoturismo las actuales dehesas donde se crían toros de lidia”.
E Ignacio Escolar, en plan catecismo, recitaba el mantra de las reservas a su fiel parroquia: «Sin corridas, el toro de lidia se extinguiría». Bastaría con que los ayuntamientos gastasen en reservas naturales una cuarta parte de lo que hoy emplean en subvencionar la tortura animal para evitar tal drama.
”Existen en la actualidad 540.000 hectáreas de dehesa destinadas a la cría del toro de lidia, sostenibles gracias a la actividad económica privada que genera la tauromaquia. Prohibir los toros sería abocar al exterminio a las 240.000 cabezas de ganado bravo que subsisten hoy en día.
Paradójicamente, quienes no se cansan de repetir que los festejos taurinos sobreviven gracias a las subvenciones, pretenden mantener ese medio millón de hectáreas con fondos públicos reconvirtiéndolas en reservas naturales. ¿A cuánto podrían ascender los gastos de inversión y mantenimiento de estos inmensos parques?La red española de Parques Nacionales contaba en 2012 con catorce espacios protegidos, que ocupaban una superficie de 347.000 hectáreas. El organismo autónomo que gestiona la red Parques Nacionales, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, dispuso de un presupuesto en 2012 de 67 millones de euros. Las 540.000 hectáreas de campo bravo multiplica por 1,5 la superficie de los parques nacionales. Tomando como referencia ese ratio, el Estado debería dedicar 100 millones de euros anuales para sufragar a las llamémoslas Dehesas Bravas. En conclusión, son los antitaurinos quienes pretenden subvencionar los toros.
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