Pertenece a una de las dinastías toreras más importantes y con más sabor de la historia de la Tauromaquia. Nieto, sobrino e hijo de toreros, el destino del mexicano Fermín Espinosa, Armillita, parecía marcado desde niño. Ahora, con apenas 18 años y como si de una divina aparición se tratase, Ferminsito se enfrenta a su debut con picadores. Y lo hace en una plaza de primera categoría como la de Valencia, donde mañana arranca la Feria de San Jaime y donde llevará con orgullo un apellido que ha marcado varias épocas. La cuarta generación de los Armillita es hoy una realidad.
«Siempre jugué al toro de chiquito y siempre mantuve vivo el sueño de ser torero. Cuando lo decidí, con 16 años, todos me apoyaron y ahora depende de mí que la grandeza de esta dinastía siga siendo un referente en el toreo, engrandecerlo aún más en los ruedos. Decir Armillita es decir clase, elegancia, arte, calidad... Mi responsabilidad es que los aficionados lo sigan diciendo al verme a mí», confiesa el joven torero .
Fermín, apoderado por Antonio Vázquez, ha centrado su preparación en el campo. Desde su presentación en público en Nombela (Toledo), hace ahora un año, apenas ha toreado las 10 becerradas necesarias para dar el paso a torear con los del castoreño. «El público apenas me conoce y eso es bueno porque puedo sorprender. Voy con mucha ilusión, consciente de que me encuentro ante un día clave de mi vida», afirma.
El novillero hidrocálido es nieto del fundador de la dinastía, a finales de los años 20, también Fermín, «la máxima figura que ha dado México», confiesa orgulloso, si bien reconoce que los consejos más sabios se los ha dado su padre y su tío Miguel. Ahora no quiere fallarlos. «El apellido pesa pero voy a defenderlo por todas las plazas del mundo», reitera Fermín, que mañana hará el paseíllo con Román y Martín Escudero, con novillos de Daniel Ruiz
Por .Lucas PérezEL MUNDO
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