Hace casi 10 años, que el ganadero representante de Garcigrande, Justo Hernández,
se enfadó muchísimo porque no le indultaron un torete noblote y de bajo
trapío en la feria de Úbeda.
El portal “Burladero” se hizo eco de unas
palabras suyas en las que el ganadero se desahogaba diciendo: “Algo pasa cuando el tonto de un pueblo puede llegar a presidente”.
No ha sido seguramente el único enfado de Justo con aquellos
presidentes, aficionados o críticos que velan por el cumplimiento del
reglamento taurino.
Sabemos sobradamente que los que integran el sistema
“taurocrático” actual, no creen en la formulación de principios
articulados en forma de preceptos reglamentarios y no tienen, tampoco,
ni el espíritu ni el deseo para cumplirlos.
Les molesta que el
reglamento pueda castigar a quienes sistemáticamente lo ignoran y
vulneran o que incida negativamente en la neo-tauromaquia que las
figuras y algunos criadores de toros de lidia están imponiendo en las
principales ferias españolas.
Justo Hernández ya no esconde sus
discrepancias con el actual reglamento taurino y, en un marcado ejemplo
de intervenir en las tendencias actuales de organización de la Fiesta,
se descuelga en unas declaraciones, a un popular semanario taurino
valenciano, en las que afirma que más que mejorar el reglamento, él lo
quitaría.
Las declaraciones del ganadero de las figuritas resultan reveladoras y escandalosas. ¡Qué injusto, Justo!
Abominar de la existencia del reglamento supone invocar a una clara
impunidad para poder legalizar las dejaciones, las trampas, las
omisiones, el fraude y muchas otras de las tropelías que caracterizan la
tauromaquia pregonada por el sistema taurino actual.
La norma molesta a
los intereses de estos taurinos que ni creen en la figura del toro, ni
en el toreo ni en la Fiesta en general.
Son solo unos “ avida dollars” que utilizan la tauromaquia como
mercado de sus apetitos.
Y por si fuera poco, sale Victorino Martín hijo
abogando por la minipuya para que no sangren los toros.
Resulta triste
ver como hasta un ganadero de su talla , se pliega a los
intereses de un sistema que, lejos de modernizar el espectáculo, lo
desnaturaliza y le quita su esencia.
Toretes descastados y de embestida
borreguil, suerte de varas casi inexistente, triunfalismo máximo,
indultos por doquier,… eso es lo que se repite incesantemente en muchas
plazas de nuestro solar patrio.
Es la nueva tauromaquia, dirigida solo
al gran público.
Es la nueva tauromaquia que reniega de los aficionados,
de la emoción e integridad del espectáculo y, ahora, hasta del
reglamento.
Por Joan Colomer Camarasa
http://torosdelidia.es
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