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miércoles, 30 de septiembre de 2020

«Las fincas de toros son el mejor santuario natural»

 


Si desapareciera el toreo, todas las fincas, que cubren más de un 20% de la superficie de España, cambiarían de uso y la biodiversidad que albergan desparecería en gran parte, explica el zoólogo y documentalista Fernando López- Mirones.

Es también uno de los pocos naturalistas que no duda en afirmar, en plena polémica de la fiesta taurina, que «las fincas de toros son los mejores santuarios naturales. Lo mejor que te puede ocurrir si eres una cigüeña negra, un águila imperial o un lince es que tu casa esté dentro de una de esas fincas. Y esta paradoja la he descubierto rodando. No estoy opinando, estoy contando una realidad. A los toros se los maneja a caballo para que ni siquiera oigan motores, porque les molestan. Nadie caza ni coge setas. Entre lo que vigila el propio toro y los ganaderos y que esto produce dinero porque hay corridas detrás, en esas fincas no hay quien se cuele. Sin embargo, vas a Doñana o Monfragüe y no tarda en aparecer alguien que se ofrece a franquearte el paso de noche para alguna actividad ilegal», denuncia.

Si se elimina el toreo, asegura, no solo desaparecerá el toro de lidia: «Todas esas fincas, más de un 20% de la superficie de España, cambiarían de uso, y la biodiversidad que albergan desparecería en gran parte. Se cambiarían los árboles por carreteras y edificios». Asegura con un punto de ironía que el «medio» ambiente tiene otra «mitad»: «Las cosas, por muy naturales que sean, hay que mantenerlas. ¿Y cómo mantendremos los santuarios creados en torno a los toros sin aporte de dinero?», se pregunta.


martes, 29 de septiembre de 2020

UN ENEMIGO AL QUE PAGAMOS TODOS

 

POR SANTI ORTIZ.


España, no cabe duda, es diferente. Siguiendo el cauce carpetovetónico que nos conecta desde que celtas e iberos ligaron sus sangres hasta la Celtiberia show, que tan acertadamente ilustrara Luis Carandell a principios de los años 70, no hemos dejado de ser “otra cosa” hasta el día de hoy. La política, valga por caso, constituye un ejemplo señero de nuestro peculiar modo de hacer y de sentir al haberse convertido en una sempiterna sucesión de carnestolendas, donde el disfraz, la máscara, el engaño y ese arte de la tropelía que, según Cervantes, consiste en hacer parecer una cosa por otra, afinan día a día su peritaje a extremos de dejar en meros aprendices a los pícaros, rufianes, bribones, mangoneadores, tunantes, pelagatos y ganapanes que en el mundo han sido.

Con una economía tan saneada como la que hoy tenemos; con todos los retos originados por la pandemia perfectamente controlados, revertidos y dotados de las soluciones pertinentes para que dejen de ser problema; con la bonanza y estabilidad que impulsa al país por los derroteros del mejor futuro, el Gobierno ha decidido que era el momento idóneo para hacer suyo ese dicho del refranero, según el cual “donde comen dos, comen tres” y con la magnanimidad que lo caracteriza se apresuró a alumbrar uno de los gabinetes más poblados de la reciente historia de España, con 22 ministros, 4 Vicepresidencias y una exorbitante mesnada de altos cargos en perfecto estado de revista para cumplir sus funciones en pro de sus benefactores y del establecimiento y progreso de la nueva España por venir.

lunes, 28 de septiembre de 2020

CITA EN EL DIAL


 TERTULIA SEMANAL SOBRE LA ACTUALIDAD TAURINA EN LA EMISORA ONUBENSE DE HISPANIDAD RADIO.

EN ESTA EMISIÓN CONTAREMOS COMO INVITADO -VÍA TELEFÓNICA -AL SOBRINO NIETO DEL PASMO DE TRIANA, EL MATADOR Y PERIODISTA DE CANAL SUR  D.JUAN BELMONTE LUQUE , EXCELENTE PERSONA CON TODA UNA VIDA DEDICADA A LA TAUROMAQUIA.

Tauromaquia: desescombro, reconstrucción y nuevos aires


 


La presentación del ciclo de la FTL; la ruptura de Roca con Valencia y Campuzano y la resolución del Defensor del Pueblo favorable a los intereses del sector han marcado la actualidad

La semana taurina que se fue –en la que no han faltado festejos de todo signo a un lado y otro de los Pirineos- ha estado marcada por tres noticias de calado. La primera, seguramente la más trascedente para el futuro inmediato, ha sido la presentación –tantas veces demorada- de esa gira de festejos organizada por la Fundación del Toro de Lidia en colaboración con el Canal Toros de Movistar. Ya conocen la noticia. Son quince corridas de toros, tres espectáculos de rejones y otras tres novilladas picadas con un esquema común: se lidiarán cuatro reses, con dos actuantes en mano a mano y dando preferencia por el circuito rural. El empeño no ha sido fácil y ha estado plagado de dificultades internas que empañan, de alguna forma, el esfuerzo común. No hay que perder de vista el objetivo principal, resaltado por Pablo Aguado en una entrevista anterior concedida a este medio. Lo volvió a repetir en la presentación de este serial que lleva el pomposo nombre de ‘Gira de reconstrucción de la tauromaquia’. Pero la denominación es lo de menos. El objetivo no es otro que recabar fondos para devolver el toro y el toreo a nuestra particular España taurina ‘vaciada’. No podría conseguirse sin el concurso de la plataforma televisiva. No conviene perder de vista ese dato aunque ciertos ausentes no hayan querido salir en la foto.

sábado, 26 de septiembre de 2020

PAQUIRRI VIVO, COMO PRETEXTO


 

POR SANTI ORTIZ .


Me he permitido la licencia de componer para este escrito un título paradójico añadiendo el adjetivo “vivo” al nombre del torero de Zahara de los Atunes. No se me habría ocurrido, si de José Tomás se tratara, haberlo titulado “José Tomás vivo”, porque lo está; luego “Paquirri vivo” significa “Paquirri muerto”. Y algo más, pues sugiere que sigue existiendo para nosotros y siendo objeto de reflexión y remembranza una vez que el destino lo dejara fijado e inamovible en la demarcación de la historia.

Tal día como hoy –26 de septiembre–, se cumplen treinta y seis años de la tragedia de Pozoblanco, lo que nos viene a indicar que, hasta la fecha, Francisco Rivera pasó el mismo tiempo como sujeto viviente que como acabado objeto de la historia, ya que contaba 36 años cuando la muerte –“Avispado” mediante– nos lo arrebató. Y es de la muerte –ese tema tabú hoy en nuestra sociedad–, concretamente de la forma torera de mirarle a la cara, de la que quiero hablaros utilizando este Paquirri vivo, como pretexto.

Es insoslayable tomar al diestro criado en Barbate como glorioso ejemplo en su bizarra manera de afrontar la muerte. A nadie que oyera sus palabras al cirujano que iba a intervenirle –recogidas en el inestimable vídeo del corresponsal en Córdoba de la TVE, Antonio Salmoral–, puede quedarle dudas acerca de la hombría de un torero que, con las carnes y las arterias rotas y la parca abriéndose camino en sus entrañas, exhibía aplomo suficiente para –diestro curtido a cornadas– indicarle al médico las trayectorias que había seguido el pitón de “Avispado”, animarle a rajar lo que tuviera que rajar e insuflarle coraje para llevar la operación a buen puerto.

No es nada habitual que un paciente dé indicaciones y tranquilice al galeno que lo va a intervenir. Tal vez, en este caso, Paco notara al doctor inseguro o desbordado por la magnitud de la herida; pero lo cierto fue que echó mano de esa casta que lo había distinguido en los ruedos, sacó sus credenciales de director de lidia con dieciocho años de alternativa y tomó las riendas de la situación para disipar brumas e imponer cordura y sosiego en la mente de los impresionables.

No es fácil sobreponerse a la quemazón y el dolor de la cornada, a la certeza de su gravedad y a la incertidumbre de un entorno que no ofrecía las condiciones más adecuadas –de las carencias de la enfermería se habló mucho y se acabó pasando página, quizá porque sólo hacía cinco días que se le habían transferido las competencias en materia sanitaria a la Junta de Andalucía–, pero el toreo es una escuela de vida que enseña a sus discípulos a no desviar la vista cuando vienen mal dadas. Paquirri, en esta tesitura, aplicó correctamente los frutos de tal aprendizaje y se mostró entero y firme como se espera, aun en casos extremos, de un alma criada y educada en el manual de la vergüenza torera.

Permítanme ahora cambiar de personaje, pues me es obligado hacer referencia al estado anímico del torero jalisciense Carnicerito de México –corneado mortalmente por un toro en la plaza lusitana de Vila Viciosa–, cuando, en los últimos momentos de su vida, mientras la Dama de Negro le había ya afilado los pómulos, la nariz y los labios y convertido en un blanco sudario las paredes de la habitación del hospital al que había sido trasladado con una cornada de caballo que convertía su región femoral en un sangriento manantial de angustias, le decía a la rejoneadora peruana Conchita Cintrón, su amiga y compañera de cartel de aquella aciaga tarde: “Mira Conchita, me estoy muriendo igual que Manolete”. Y no lo decía con congoja, espanto o disconformidad, incluso con la resignación de quien se halla en puertas de abandonar la vida, sino con un eco de orgullo, de contento, de satisfacción por encontrar la muerte de forma similar a como lo había hecho su ídolo no hacía ni tres semanas en Linares.

–Dios mío –debió pensar Conchita–, ¿es que estamos locos los toreros?

No. Ni Carnicerito ni Paquirri estaban locos. Su forma de afrontar la muerte no era una cuestión de locura, sino de haberse trasladado ambos a un reino metafísico, instalado más allá del espacio y del tiempo, donde cohabitan el mito y los prodigios; un mundo de magos, guerreros, caballeros andantes, soñadores, poetas, profetas, nigromantes, visionarios, aventureros, místicos, juglares… y toreros. Yo creo discernir que la frase de Carnicerito así como la entereza de Paquirri nos llegan de ese mundo, que en ellas se oculta la clave que nos abre las puertas de la niebla, el portón del misterio, para dejarnos en el patio de armas de una milicia curtida en un amor más fuerte que la muerte; en un amor capaz de incendiar todo lo que conmueve; en un amor que, desde hace milenios, ha llevado al hombre a jugarse la vida ante los toros, y que, en España, con el fluir de los siglos, ha sabido legarnos esa rosa de sangre, luto, belleza, honor y sacrificio, que llamamos Tauromaquia.

Situados ante esa última frontera, tanto Paquirri como Carnicerito, vierten el incienso de sus ideales sobre la muerte que inminente les espera. En su valentía, al afrontar el tremendo absurdo de la nada, tirita toda la cultura, todo el arte, toda la ética, toda la filosofía, todo el conocimiento, toda la antropología que late en el toreo. En ella se destila y se resume su radical esencia.

Es gente nacida para el luto, como el toro; gente asomada al cotidiano cáliz de la muerte, apurado en fuego de cornada como un licor espeso y fuerte que se desgrana de las femorales. Pasen y vean: Paquirri, Carnicerito, El Yiyo, José Mata; El Espartero, Granero, Joselito; Falcón, Iván Fandiño, Víctor Barrio; Manolo El Litri, Sánchez Mejías, El Pana; Pascual Márquez, Curro Guillén, Pepe Illo; Pepete, Bocanegra, Manolete; Curro Puya, los Llusío, Varelito… y tropecientos más, fatigados de hollar sobre la arena para encontrarse con el fatal derrote que convirtiera su andadura en destino. Una Iliada y una Odisea de héroes elevan sobre sus hombros el toreo. Hay mucha sangre y mucha gloria sembrada en sus caminos para que dejemos de aplicarle aquellos versos de Miguel Hernández: “que aquí estoy yo para amarte/ y estoy para defenderte”. Es nuestra obligación de aficionados. Y eso, entre otras cosas, implica honrar a sus muertos –nuestros muertos– y regar su memoria para que siga viva y hasta nos sirva de pretexto –como hoy la de Paquirri– para escudriñar dentro de sus entrañas.

Ese amor más fuerte que la muerte aún continúa hoy vistiéndose de luces, y eso implica rozarse a diario con la Dama de Negro –el torero sigue siendo un Don Juan de la muerte–, lo cual sitúa a la fiesta de los toros en los antípodas de esta sociedad que, no sólo oculta la muerte, sino que la proscribe, la disimula, la camufla, pese a su inevitable presencia y a ser el único fielato que, con certeza, todos hemos de cruzar. Por eso, en este cesarismo político-mediático, en esta sociedad de la hipocresía y el fingimiento, donde la ignorancia se enaltece, donde lo virtual suplanta a lo real y se tiene más compasión por los animales que por las personas, donde la mayoría de las raíces culturales han sido cercenadas por la colonización globalizante y la irracionalidad proscribe la razón, la vigencia del toreo es un auténtico milagro; un milagro en peligro de extinción al que hay que salvar inexcusablemente. Los ejemplos de Paquirri y de Carnicerito, convergiendo en el nudo trágico de su fatal destino, contribuyen a llenarnos las alforjas de orgullo, de grandeza sin pedantería, de la clara conciencia de ser tal lo que somos, sin complejos, sin traumas y sin claudicaciones. Sólo nos queda superar la asignatura pendiente que el toreo arrastra desde su nacimiento: ir todos a una, unirnos y anteponer las necesidades de la Fiesta en sí a los intereses particulares de cada uno. ¿He dicho algo? Sin embargo, el camino de la salvación pasa inexcusablemente por ahí.

 A ver si esto se nos mete en la cabeza de una vez, antes de que sea demasiado tarde. Paquirri, estoy seguro, nos lo agradecería.Página 2538 – El MIRA

lunes, 21 de septiembre de 2020

EL ÚLTIMO “NO HAY BILLETES” DE LA PLAZA VIEJA

Por Santi Ortiz

Sin que sirva de precedente, voy a romper una costumbre que

he llevado a rajatabla hasta hoy: no escribir de mi paso por los ruedos. Sin
embargo, en este caso haré una excepción por tratarse de una efeméride onubense que circunstancialmente me tuvo por uno de sus protagonistas: el último cartel de “No hay billetes” que registró la plaza que inaugurara en 1902, Miguel Báez Quintero –tronco de la dinastía Litri– y que cerró sus puertas definitivamente el 13 de julio de 1968 –novillos de Moreno Santamaría, para Isaías González, Joselito Cuevas y Pepe Muriel–, cuando ya casi estaban en la calle los carteles que iniciarían la historia de la ya hace años fenecida Monumental.

Ocurrió el hecho, el domingo 24 de septiembre de 1967, en un momento en que Huelva trasminaba taurinismo por todos sus poros, gracias, en primer lugar, al ambiente que la genial inteligencia de Rafael Sánchez, Pipo –taurino único e irrepetible– había sabido crear con sus toreros y su modo imaginativo de entender y desarrollar la labor empresarial y, en segundo, por las buenas actuaciones que sumamos entre Paco Torres (que después se haría matador de toros anunciándose Curro Méndez), Manolo Vázquez (el que todos conocéis como Curro Vázquez) y un servidor de ustedes, que era tan Santi Ortiz entonces como ahora.

TERTULIA TAURINA


 

domingo, 20 de septiembre de 2020

 El fin de  semana  próximo viene cargado de retransmisiones por Toros TV, Canal Sur TV y Canal Extremadura TV. Estas seran las retransmisiones. 


El sábado 26 de septiembre, Canal Sur TV, estará en la plaza de toros de Granada, para televisar una  corrida de toros con motivo de la Virgen de las Angustias, en la que actúan Enrique Ponce, Curro Díaz y Sebastián Castella que se enfrentarán a un encierro de Juan Pedro Domecq.


 Al día siguiente más retransimisiones. A las 5 de la tarde por Toros TV, en el dial 67 de Movistar Plus, con  una corrida de toros desde la localidad francesa de Dax, donde actuarán Daniel Luque, Alberto López Simón y Álvaro Lorenzo que lidiarán un encierro salmantino de Pedraza de Yeltes.

 Ese mismo día a las 17:30 de la tarde, por Canal Extremadura TV, en directo la gran final del octavo ciclo de novilladas sin picadores de la Diputación de Badajoz donde tres novilleros finalistas por designar se enfrentarán en la plaza de toros pacense de Almendralejo, a erales de Alejandro Talavante.


 Y en Canal Sur TV, a partir de las 6 de la tarde, estarán desde Ubrique (Cádiz). En el Encuentro Andaluz de Escuelas Taurinas que alcanza su vigésimo primera edición, en ella se lidiarán erales de Los Millares para los novilleros Ignacio Candelas, Joselito Sánchez, Victor Barroso, El Moli de Ronda, Germán Vidal “El Melli” y Marcos Linares.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Toros para Todos

Contenidos del  programa de Canal Sur TV, domingo 20 de septiembre del 2020

En esta edición, el espacio celebrará los 25 años de alternativa de Víctor Puerto. Será en la finca de su padrino, ‘El Litri’, que abre las puertas de su finca para celebrarlo. El reportaje incluye imágenes aéreas tomadas con un dron en las que se ve toda la finca, así como la tienta de vaquillas que hacen los protagonistas. 

Por otro lado, también en el apartado de campo, el programa emite el reportaje “El árbol de los toros”, en el que puede verse cómo Enrique Romero y un cámara observan la presencia de las reses desde lo alto de una encima (cómo respiran, cómo se mueven, qué hacen, cómo se comportan,…)

 Ya, en la sección de ‘Toreo’, los aficionados podrán ver el triunfo de Antonio Ferrera en el Coliseo de Arles (Francia), cortando dos orejas. El toro de La Quinta al que se la cortó se le dio una vuelta al ruedo. También habrá tiempo para mostrar los recientes triunfos de Enrique Ponce, El Fandi y Diego Ventura. Por último, sobre el futuro de la Fiesta nos hablará, en esta ocasión, “Finito de Córdoba”.

viernes, 18 de septiembre de 2020

AL TRONCO, NO A LAS RAMAS

Por Santi Ortiz


Pasan los días. La pandemia engorda sus cifras de contagios y muertes muy por encima de las previsiones. Evadido de la responsabilidad, el Pilatos de Moncloa se lava las manos echándoles las pulgas del coronavirus a las Comunidades Autónomas, mientras Dolores Delgado, su presunto “topo” en el poder judicial, transmuta la Fiscalía en bufete de abogados al servicio del Gobierno con el fin de frenar las veinte querellas interpuestas contra éste por su gestión de la crisis sanitaria. Por su parte, el Buscón de Galapagar arenga a sus quintacolumnistas de las redes sociales para que sigan difamando, enlodando, mintiendo, acusando, insultando y creando perfiles de enemigos a conveniencia, sean cazadores, taurinos o políticos contrarios a sus intereses, al tiempo que exige a sus bases mayor sacrificio en beneficio de Podemos, o sea: de su mandarinato.

Pasan los días. Y las gentes del toro continúan sin percibir un euro de las ayudas a las que tienen derecho como integrantes del Ministerio de Cultura; peor aún: nadie se mueve –al menos, con eficacia– para revertir tal situación. El problema es que la fisiología no entiende de política ni discriminaciones y exige su ración diaria para llenar la tripa; como la inclusión social impone disponer de unos mínimos medios con que hacer frente a los gastos que supone vivir y mantener una familia. Mientras, el inepto Uribes y la ministra de Trabajo –la prevaricadora Yolanda Díaz– siguen abismados en un silencio de cara al exterior que, en el caso del primero “olvida” una vez más que los toreros están ubicados dentro de su ministerio y ni siquiera los cita para la reunión que mantendrá con otros sectores culturales, y en el de esta última, hace de su mutismo un sigiloso mandato bajo cuerda para que el grifo de las ayudas permanezca cerrado al toreo.

Son tremendos, inadmisibles, bochornosos, inauditos e increíbles, el descaro, la desfachatez y el cinismo con que se están conduciendo en este caso los responsables de Cultura y Trabajo, con el visto bueno del insomne Pedro Sánchez. Pero más inconcebible me resulta aún la falta de respuesta de las organizaciones que deberían salir en defensa del toreo –que es como decir, de los hombres y mujeres que lo integran–, para hacer valer sus inalienables derechos. Y aquí señalo directamente a la Fundación del Toro de Lidia, que, desde un principio, ha mostrado una tibieza y una pobre implicación en este asunto, totalmente incompatible con el celo y el compromiso exhibidos por ella en otros contenciosos. Esto, por no hablar de sus errores, ya que error considero haber ido directamente contra los SEPE –quienes no dejan de ser meros peones de brega de los jefazos que dan las órdenes– y no contra los verdaderos responsables de este escandaloso desafuero.

Hay que ir al tronco y no a las ramas. El blanco ha de ser quien dicta las órdenes, no los funcionarios que las reciben y las ponen en marcha, obligados como están a hacerlo. ¿Que el tronco es una ministra? Pues, a por ella. Nadie está por encima de la Ley y la acusación de prevaricación en este caso es clara. ¿Que impone enfrentarse a todo un servicio jurídico del Gobierno? Nadie lo duda. Pero ese es el toro que toca lidiar y hay que buscar los medios necesarios para hacerlo. Lo que no podemos es cerrar en falso una herida de esta magnitud, porque a la larga sería fatal para el toreo. Démonos cuenta de que no es sólo el derecho vulnerado de unos profesionales lo que está en juego. Es el desprecio, el ostracismo, el apartamiento del mundo cultural a que están sometiendo al toreo. Insisto: el ninguneo a que lo condenan, implícitamente lo arroja fuera del Ministerio de Cultura, dejándolo en un limbo difuso e inconcreto en el que sólo cuenta para cotizar. Sí, de derecho, el toreo está en Cultura, pero no de hecho, porque así lo ha decidido la recua de enemigos que, con ínfulas progresistas, rebuzna en el Gobierno su aniquilación. Esta puñalada antitaurina no puede quedar impune. Si nos cruzamos de brazos, si transigimos con esta injusticia, estamos hipotecando seriamente el futuro de la tauromaquia.

Señores de la Fundación: Todo lo de fomentar las novilladas con y sin picadores y las corridas de toros en este año terrible, está muy bien, es muy necesario, muy bueno y muy loable; pero con ser esto fundamental, no alcanza en importancia a la arbitrariedad que, desde el Gobierno, se está cometiendo con la fiesta de los toros. De aquí que, todo lo que no sea este asunto, debe quedar relegado a un segundo término. Todo debe subordinarse a paliar la situación a que nos ha conducido la prepotencia de una ministra que se cree impune y la inepcia de un ministro que dice lo que no hace y no hace lo que debe.

Pasan los días. Y con ellos, se desangran las esperanzas de las familias taurinas que lo pasan mal, a medida que crecen sus agobios. Pensando en ellas y en el invierno –infierno– que tienen por delante, su defensa debería convertirse en prioridad absoluta, porque la fisiología no entiende de política; pero también hay que concederle la misma prioridad, pensando en el toreo, porque en este tablero de censores y trepas se juega su futuro.

 

jueves, 17 de septiembre de 2020

SEMIFINAL EN TV

 


La localidad malagueña de ANTEQUERA celebrará en su centenario coso el próximo sábado a las 18, 30 h del día 19 la tercera novillada con picadores del Circuito de Las novilladas de Andalucía 2020
que será televisada en directo por Canal Sur Televisión y retransmitida por la RAI.....-Radio Andalucia Información -

Este pionero ciclo de  novilladas con picadores están organizadas por la Fundación Toro de Lídia y la Junta de Andalucía.

En esta tercer festejo se van a lidiar novillos-Toros de DOMÍNGUEZ CAMACHO para los novilleros : JOSÉ CABRERA de Almería, JUAN CARLOS BENÍTEZ de Málaga y GONZÁLEZ ÉCIJA de Sevilla.

El triunfador de este festejo toreará la Gran Final  junto a los ya clasificados en las dos novilladas  anteriores,   que fueron Emilio SILVERA de Huelva y Jesús RIVERO de Cádiz.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

‘Tendido cero’ regresa

 

A partir del 19 de Septiembre, los sábados a las 14:15 horas en La 2

 Tras la ausencia excepcional provocada por el coronavirus,  bajo la batuta de la  periodista de RTVE Belén Plaza  que asume la dirección del programa en esta nueva temporada, con un nuevo diseño de imagen y una renovación del formato. Se incluyen nuevas secciones y se aporta un enfoque más amplio para llegar no sólo a los muy aficionados sino también a una audiencia más generalista y a los nuevos simpatizantes.

Sin perder de vista la actualidad del mundo del toro, el nuevo ‘Tendido Cero’ incidirá también en los aspectos ecológicos de la crianza del toro bravo, en la amplia cultura de la tauromaquia, vinculada siempre a la historia del arte del país, en la cara humana de sus protagonistas, y en la propia historia del toreo, con las imágenes de archivo del Fondo Documental de RTVE.

Primer programa: Alejandro Talavante


Para esta primera entrega, el equipo de ‘Tendido Cero’ ha elaborado un reportaje en exclusiva con el torero Alejandro Talavante, que ha vuelto a torear para las cámaras de televisión por primera vez desde que se retirara de los ruedos hace ya dos años. Él será el protagonista de un documental que incluye imágenes del diestro extremeño toreando en el campo varios toros de la ganadería de Adolfo Martín, además de diversas reflexiones que desvelan su introspectiva personalidad y que serán sus primeras declaraciones públicas después de muchos meses de silencio.

Además, el programa repasará lo sucedido en los ruedos tras el estado de alarma, con el resumen de algunos de los festejos más destacados como el celebrado en El Puerto de Santa María, o el del indulto de un toro de Jandilla en la feria de Mérida. También se tratará la problemática suscitada por medidas contra la pandemia del coronavirus.

El espacio dedicado al campo bravo lo ocupará una ganadería situada en el paraje natural del Delta del Ebro, la de Pedro Fumadó “El Charnego”, la principal proveedora de reses para los festejos populares que se celebran en Cataluña.

martes, 15 de septiembre de 2020

EL TOREO ES.......

POR SANTI ORTIZ.


El toreo es un espacio para que los toreros remonten precipicios y den calma a la fiebre que un día los hizo presos. El estremecimiento de la audacia y el cielo, de bordados de oro buscando las alturas, planea sobre la negra montera de los sueños para domar las olas encrespadas del miedo. Un silencio surcado con luz de primaveras asciende enardecido sobre la piel del mundo, hasta ver que la capa convierte en armonía el reloj perezoso que late en sus muñecas.

El toreo es un trueno en el sol de la tarde, cuando el alma desnuda, sin muros ni barreras, toma feliz altura sobre la muerte astada espantando el recuerdo de un pasado de hambre. Cuando al son de la brisa se bordan naturales, la efímera cadencia del alfa y el omega queda fijada y quieta en el brillar sonoro, rugiente, de los oles. Un fuego sin cenizas, que sólo deja glorias, inunda el horizonte redondo de la plaza, mientras, por el albero, permanece sumisa la bravura burlada.

El toreo es una mariposa de luz estremecida posada entre un espanto de bravura salvaje y un sentir constreñido a unas reglas morales. Una amplia colección de seres rotos, jalonan sus estelas, para dejar constancia del pedernal que fluye por su sangre. Astas y estoques hacen empinada la senda. Y las viejas guitarras levantan como gotas un rasgueo de sonidos dentro del aire inmóvil vestido de alamares que aguarda a que la muerte se venga a sus alcances. Una voz poderosa que le viene de antaño le marca la salida. Y la mariposa de luz reemprende el vuelo siguiendo jubilosa su camino.

El toreo es una geometría de compases y ejes; voluta helicoidal, foco de hielo en torno al que discurre la embestida. Óvalos y espirales dibujan en el aire su hermosura, alzando en la retina arquitecturas que alientan entusiasmos y emociones. Y es el rizo crespo de la muerte el que tira los dados de la suerte embistiendo con codicia homicida. Arrimarse a la ojiva de las astas, como un huso enhiesto en la contienda, cimbrando la asíntota furiosa alrededor del talle de sus sueños, es la firme victoria de la vida y el arcano dintel de su misterio.

El toreo es una sangre que llueve hacia los cielos, pidiendo valentías en lugar de caretas. Heridas en el lacre furioso del morrillo; heridas en las carnes abiertas del espada. Heridas en las sombras que destilan luceros y heridas invisibles que ensangrientan el alma. Heridas que son campo para la cirugía, y heridas que dan muerte y pudren la mirada, sin que nadie se entere como no sea a la larga. La bestia se ejercita sobre su sangre brava y es orgullo torero su sangre derramada: rojo perfil hispano que el rito vuelve calma.

El toreo es una flor que demanda poetas que acompañen su música, que pueblen de palabras el libro de su arte. Espejo Alberti, espejo Federico, Miguel Hernández, espejo, Gerardo Diego, espejo, espejos tantos otros, que reflejan el alma humana del toreo, que cantan su grandeza, que tiritan de asombro ante su inmensidad, que se pueblan de musas contemplando su musa y acaban fascinados viviendo su locura. Con la verdad del verso, con claridad de agua, han dejado sus huellas –poesía enamorada– toreando en la esperanza.

El toreo es un tronco abrazado a la tierra, con sus viejas raíces llenas de tradiciones. Es el sudor oscuro que le queda a los siglos después de depurar lo mejor de su entraña. Terco tronco, de robusta armadura en una tierra estoica, residencia de luchas, de valor y proezas, asido firmemente al suelo de la historia, decidido y resuelto contra los huracanes que nos llegan de fuera dispuestos a arrancarnos de cuajo las entrañas. Tronco feraz, para trepar por él de cumbre en cumbre, para volar altivos debajo de la tierra. No permitamos nunca que nadie nos lo robe.


 

viernes, 11 de septiembre de 2020

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA MUERTE DEL TORO Y EL INDULTO

 

    POR SANTI ORTIZ.

 Así como el arte queda inserto dentro de la cultura, y el toreo dentro del arte, la muerte del toro hemos de contemplarla como un elemento de la lidia. No como un elemento más, sino como colofón del último acto del drama. Su sublime punto final.

     La triple vertiente del toreo –rito, enfrentamiento y arte– confluye en esta última y definitiva suerte para hallar en ella su completitud y culminación. Como rito, la ejecución de la estocada supone el acto postrero que da término a la secuencia de acciones que configuran el ritual de la lidia. Como enfrentamiento, marca el extremo donde la lid encuentra su desenlace. Es el duelo final; el momento más dramático e intenso. Es el acto donde más se evidencia la ética que lleva al hombre a la renuncia de su superioridad para darle chance al toro; porque al toro no se le mata de cualquier manera. No se le abate con un fusil de mira telescópica desde una distancia que garantice la impunidad de su matador. Ni se le atraviesa el corazón con una flecha lanzada a prudencial distancia con una ballesta. No. Al toro se le mata utilizando una espada y un trozo de tela. Y no a traición, sino frente a frente y teniendo que sortear –a veces por milímetros– la muerte que el toro lleva en sus pitones. Las reglas morales del toreo dictan que para tener derecho a matar al toro hay que darle ocasión de que te mate, esto es: si  quieres matar al toro tienes que estar dispuesto a morir. Así de tremendo, pero así de sublime. Por último, como arte, la consumación de la estocada genera una composición de dramática belleza. En el brutal encontronazo de los dos contendientes, existe una fuerza irresistible que se eleva como forma final y decisiva, como el desenlace trágico de una experiencia estética donde la muerte y la vida se cruzan en su misma frontera.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Plan de rescate para la información taurina

 


No figura entre los damnificados taurinos por la pandemia. Pero debiera estarlo, porque es crucial para que todo intento de recuperación llegue a buen fin. Se trata del sector del periodismo taurino.

 

El triste cierre de “6Toros” --una publicación que ha sido hasta objeto de una tesis doctoral por la profesora María Verónica de Har-- no ha sido más que un adelanto de lo que puede  ocurrir. Sin actividad no hay publicidad y hasta resulta complejo llegar a los kioscos; pero sin ingresos propios no hay medio que pueda defender sus cuentas.

 

Es cierto que en el mundo online se han multiplicado las iniciativas. Y así, la gestión de las redes sociales que, por ejemplo, ha hecho Miguel Ángel Perera ha sido modélica. Pero eso son loables iniciativas personales no actividades de negocio.

 

Por otro lado, en los medios convencionales se está generalizando adjudicar a la información taurina la condición del “pagar por leer”, una cultura que en España no termina de aceptarse en suficiente medida, ni en materia taurina ni en ninguna otra. Con lo cual, ni garantiza la viabilidad --como le ocurrió a “6toros” con su excelente edición digital--,   ni proporciona el eco social para lo que se publica tenga una adecuada audiencia.

 

Para salvar la situaciones críticas, desde la Moncloa hoy se práctica la doctrina del manguerazo de millones para salvar a algunos medios informativos, aunque sin la necesaria transparencia. Huelga decir que ahí no están ni por asomo los medios taurinos. No podía esperarse otra cosa cuando ni siquiera pagan sus obligaciones sociales y dejan en el desamparo total a muchísimos profesionales precisamente por ser taurinos; mucho menos harán esfuerzo alguno en este caso. Pero sin ventanas al mundo la Tauromaquia difícilmente sobrevivirá; el compromiso de dotar a la información taurina de un verdadero plan de rescate recae en todos aquellos que amamos la Fiesta.Es cierto que la pandemia ha hecho que todos, mayores y no mayores, se hayan convertidos en asiduos de internet como punto de información.  Pero la singularidad de este sistema exige, entre otros elementos,  que las redes de fibra óptica y las convencionales lleguen a todos los puntos, algo que no ocurre en muchos lugares, especialmente en la España abandona, tan taurina como siempre ha sido.

 

Con la excepción de la Agencia EFE –que por ahora no nos abandonado--,  de los medios públicos los únicos que apuestan sinceramente por la Fiesta son las cadenas de algunas autonomías, en un encomiable esfuerzo. Pero con las cadenas nacionales, ya públicas ya privadas, todo esperanza es un sueño. Dependemos, en el fondo, del futuro del Canal Toros, de Movistar; su desaparición, o el deterioro de sus contenidos, supondría dejarnos al borde de la orfandad. De hecho, sería muy positivo que el mundo del toro, con altura de miras y no sólo por intereses mercantiles, se implicará más en su desarrollo de esta ventana al mundo para la Tauromaquia.

 

Hay que reconocer que la información de toros tiene sus costes, porque exige desplazamientos, noches de hotel, etc.; no se puede hacer a base del corta y pega: hay que vivirla in situ. Pero hoy en no pocos medios líderes --las fundamentales, en manos de multinacionales y de los grandes del Ibex-- el lugar de los editores tradicionales, aquellos que daban todo su valor a las noticia,  quienes las gobiernan son MBA, gran parte de ellos sabios en balances pero párvulos en información,  a nadie le extrañaría que utilizaran el lápiz rojo para aligerar sus gastos, suprimiendo o reduciendo la partida taurina.

 

Y todo ello, además, cuando la publicidad convencional ha tachado de su lista de medios a todo lo que tenga relación con la temática taurina, como si fuera socialmente  maldita. 

 

Si a ello se une la presión, cada día mayor, del animalismo, el panorama no puede pintar bien. Precisamente por eso el sector de la comunicación taurina también precisa de su propioplan de rescate, que operando dentro de la ética periodística, garantice su supervivencia, que es hoy crucial. Se trata de un empeño que corresponde a todos los que aman la Tauromaquia.

lunes, 7 de septiembre de 2020

SEPTIEMBRE 1960

Por SANTI ORTIZ.


De un manotazo, barremos de la mesa sesenta tacos de almanaque y nos situamos en este mismo mes de 1960. Medio siglo y una década dan juego para que la Fiesta haya experimentado cambios notables. Por ejemplo, constatar el hecho doloroso de que entonces había mucha más afición a los toros que ahora. Para muestra un botón: en aquella temporada, La Maestranza de Sevilla no cerró sus puertas una sola vez en ningún domingo ni festivo desde que iniciara su andadura el 17 de abril, con la corrida del Domingo de Resurrección. Y así continuó hasta el broche oficial del 12 de octubre, con la novillada de la Prensa. ¡Igualito que estos últimos años!

Fue un septiembre aquél muy alternativero. Tomó el doctorado en Aranjuez, de manos de Curro Girón con Paco Camino de testigo, el hijo homónimo del genial Victoriano de la Serna. En la Monumental de Barcelona, recibiría la alternativa Manolo Carra, llevando por padrino a Antoñete con Dámaso Gómez dando fe. Y en la siempre muy notoria corrida goyesca, la plaza de Ronda se pondría de gala –9 de septiembre– para presenciar la cesión de trastos que el poderío castellano de Julio Aparicio, en presencia del arte de Antonio Ordóñez, le hizo al duende gitano de Rafael de Paula, quien el día anterior se había despedido de novillero en Ayamonte.

Sin embargo, el horizonte del futuro no estaba situado en ninguna de esas coordenadas. Aunque nadie lo advirtiera todavía, el toro de una nueva época ya correteaba por la plaza de la historia tomando por marco la provincia de Córdoba. Palma del Río, Belmez, Priego, Lucena, Pozoblanco y la mismísima plaza de Los Tejares, entre otras, acogen el impetuoso crepitar de una llama nueva, viva, desconcertante e incontenible, que extiende el reguero de su asombro por Écija, Lora del Río, Andújar y otras poblaciones del sur de España. Los resultados son escandalosos. En este mes de septiembre, el causante del “incendio” se anuncia “solo ante el peligro” en su pueblo –Palma del Río–, con el prólogo ecuestre de Alvarito Domecq, mata tres novillos y se lleva en el esportón seis orejas y el rabo del tercero. En Belmez –el día de la alternativa de Paula–, gana la Oreja de Oro en litigio con Curro Montes y Manuel Sánchez Saco, después de cortarle las orejas, el rabo y la pata a cada uno de sus dos astados. Y cuatro orejas, dos rabos y una pata, se lleva de Priego unos días después. Su temporada, iniciada el 15 de mayo en el coso de Los Tejares –el día de la célebre y premonitoria crónica de José Luis de Córdoba, titulada “¡Tila!”–, se cerrará el 4 de diciembre, sumando 33 festejos –16 novilladas sin picadores, 14 con caballos y 3 festivales–, en los que estoquea 72 novillos, a los que corta 90 orejas, 31 rabos y 13 patas. ¡Un festín!

En su pueblo, al fenómeno lo conocen por El Renco, única herencia que le dejó su padre, José Benítez, al que apodaban así por una dolencia que le hacía renquear; un obrero republicano al que las autoridades franquistas solo permitieron salir de la cárcel donde lo habían metido, cuando la tuberculosis que le pudría el pecho estaba a punto de asestarle el último derrote.

Como Renco se anunció el fenómeno en sus primeros carteles. Luego fue Palmeño, hasta que Rafael Sánchez, El Pipo, se embarcó en la aventura de apoderarle –proyecto en el que, salvo él y el torero, nadie creía– y le cambió el apodo –y con él sigue hoy– por el de El Cordobés. 


¿De dónde venía ese Cordobés que El Pipo se había sacado de la manga?... Venía de la extrema pobreza, del descarrío, del furtivismo y el vagabundeo. Venía de la orfandad, del abandono, de la soledad y el desamparo. Y sobre todo… ¡del hambre! Un hambre crónica de veinticuatro años, añeja, capaz de arrancar de sus tripas vacías una sórdida música de miseria. Un hambre que le afila los pómulos, aflora sus costillas y agalga su cuerpo, flexible y correoso, hecho al palo y la huida, al desprecio y a la rebeldía. Un hambre que agazapa en lo más profundo de sus ojos un centelleo salvaje de brasa y pedernal y le coloca entre los dientes una faca que presta ferocidad a su sonrisa.

He ahí el motor de su afición: quitarse el hambre a manotazos; o mejor: pegándole lances y pases a los toros. No le pregunten quién fue Mazzantini o Cúchares o El Espartero. A Manolete llega y pare usted. De los cánones del toreo no sabe ni como se pronuncia la palabra. Ni marcar los tiempos de la suerte suprema. Ni entiende de pureza y clasicismo. Pero tiene dos armas que maneja y apura hasta lo inverosímil con personalidad arrolladora: un valor increíble y una capacidad superlativa para sorprender. Le gusta poner a los públicos fuera de sí –ponerlos “cardiacos”, según sus palabras– y con las dos piezas artilleras, bien conjuntadas, lo logra cada tarde. Entre el abanico del “chalao” y del “genio” se mueven las trifulcas. Unos lo califican de suicida, de “carne de toro”, otros ven en él la premonición de un torero de época. Es cuestión de tiempo, coinciden los dos bandos. Depende si se salen con la suya los reporteros del Paris Match, que le persiguen de plaza en plaza para fotografiar su cogida y muerte, o la providencia le concede el tiempo suficiente para que vaya adquiriendo el oficio necesario que le permita depurar su toreo e imponer su heterodoxa tauromaquia a los toros.

Lo cierto es que, en este 1960, Manuel Benítez, El Cordobés, de luces y frente al toro, ha conseguido transformar su pasado en campana; una campana cuyo revuelo pone en movimiento paganas muchedumbres que hasta peregrinan de un pueblo a otro, incluso a pie o en bicicleta, por ver, conmocionadas y con una admiración teñida de horror, cómo en ese muchacho rubianco y desgreñado, la dureza del silencio pare cada tarde un fulgor de alardes y locuras que estrangula sus corazones hasta dejarlos sin aliento y con una sed infinita de volverlo a ver.

Aquel muchacho era el mismo que, no hacía ni tres años y medio, impulsado por un cóctel de cansancio y desesperación, se tiraba de espontáneo en Las Ventas –la tarde en que Pablo Lozano le confirmara la alternativa al jerezano Juan Antonio Romero–, en el segundo toro de Antonio del Olivar salvando la pelleja de milagro. “Consejero”, del hierro de Escudero Calvo y la misma sangre que hoy portan los victorinos, fue el elegido por Manolo para saltar al ruedo, mas, con tan mala fortuna, que, por huir de un guardia que casi le había echado mano en el callejón, se tiró literalmente encima del astado, que lo campaneó a placer dándole una soberana paliza de la que sólo el favor de los dioses hizo que saliera ileso con algunas leves erosiones. Detenido de nuevo, retornó a la espesura que había sido su vida desde aquel lejano día en que sus lágrimas se le volvieron piedras y ya no lloró más. Una vida guiada por la promesa que le hiciera a Ángela, la hermana que lo había criado: “O te visto de luto, o te compro una casa”. Una vida de fugitivo, de persecuciones, cárceles y calabozos; una vida de pícaro, yendo de sombra en sombra, de tapia en tapia, de cerrado en cerrado; una vida en la que todo se le volvía puertas cerradas, mientras sentía cernirse sobre su cabeza la amenazadora ley de vagos y maleantes con agravante de reincidente.

Este hombre, salido de las páginas del Buscón o el Lazarillo, perito cum laude, con su colega Horrillo, en el arte de afanar gallinas, al punto de presumir después que “con sólo oírlas cantar, ya sabían el peso que tenían y hasta el color de su plumaje”. El hombre que, un año antes, en Loeches, había visto morir a su compañero de cartel, Manolo Gómez, y sentido el hálito helado de la Dama de Negro con otra cornada de caballo tomada, esa misma tarde, de un zamacuco de siete años licenciado en latines; cornada tan gravísima o más que la que recibiera, fama adelante, en Granada poniendo las banderillas cortas: las más cortas de la historia, pues le cabían en la palma de la mano.


Este hombre, en el año de gracia de 1964 –cuatro almanaques después de donde ahora nos situamos–, tras haber alcanzado el pináculo de la fama, depurado sus formas, tomado la alternativa, cortado un rabo en La Maestranza y triunfado, con moneda de sangre, en su presentación en Madrid, en una corrida cuya retransmisión televisiva paralizó a España por completo, era proclamado por la prestigiosa revista Life nada menos que “el hombre más popular del mundo”. Así de rotundo.

Este hombre había convertido el mes de septiembre de 1960 en el punto de inflexión que cambiaría radicalmente su vida y la de los suyos. Entonces, como ya hemos señalado, el toro de la nueva época –a la que El Cordobés pondría nombre– acababa de saltar al ruedo de la historia. No obstante, oídos expertos –como los del viejo Balañá– ya percibían que algo distinto y sustancioso se estaba cociendo por las plazas del sur, por eso mandó a su hijo Pedrito a verlo a Jaén. Su dictamen ahí queda: “Es una cosa rara… Pero una cosa rara… que llena la plaza hasta la bandera”.

Ya lo avala el refranero: Cuando el río suena…

 

EMITIMOS EL MIERCOLES

El puente festivo de la patrona de Huelva  y los compromisos de la emisora onubense nos trasladan del tradicional lunes al próximo miércoles día 9 en la misma franja horaria de siempre.
Hispanidad Radio sigue apoyando al mundo taurino y tiene la gentileza de ofrecernos emitir el programa en otro día para no perder de informar con nuestra tertulia  a los fieles aficionados que nos sintonizan.


 

domingo, 6 de septiembre de 2020

Marcos Linares vencedor de las novilladas de promoción de Canal Sur Televisión


El novillero de la escuela taurina de Jaén, Marcos Linares de 16 años de edad, de la localidad jiennense de Linares, fue el ganador de la vigésima sexta edición de las novilladas de promoción de Canal Sur Televisión, en una apasionante final disputadísima en la plaza de toros cordobesa de Almedinilla. El jovencísimo espada jiennense se alzó con el primer puesto del certamen por tan solo medio punto en la votación del jurado. Marcos Linares mostró ganas, arrojo y un concepto muy puro, y fue capaz de pulir las dificultades de los dos novillos que le tocaron en suerte. Además manejó el acero con diligencia, muy contundente el estoconazo al sexto. Eric Olivera estuvo a punto de probar las mieles del triunfo, experimentado y con muchas tablas, manejó el capote con excelente sentido. Joselito Sanchez no pudo mostrar todo lo que llev
a dentro. Su lote, el más complicado, y los nervios de la final, le pasaron factura.

Almedinilla (Córdoba), sábado 5 de septiembre de 20
20.

 Gran Final del XXVI Ciclo de Novilladas de la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas Pedro Romero. Erales de Toros de El Torero, bien presentados, manejables en conjunto, aunque con un puntito de brusquedad. Joselito Sánchez (E.T. Osuna), oreja y oreja; Eric Olivera (E.T. Badajoz), dos orejas y oreja; Marcos Linares (E.T. Jaén), dos orejas y dos orejas con petición de rabo.

 

jueves, 3 de septiembre de 2020

JAIME DE PABLO ROMERO: EL BROCHE DE UNA ILUSTRE CASA GANADERA



 

Por SANTI ORTIZ.


A punto de desprenderse la última hoja del calendario de 1997, desde la atalaya del “cerrado del tabaco”, su querencia campera, Jaime de Pablo Romero, entre caladas del pitillo, repasa con ojos de nostalgia la planitud de la marisma empedrada de un silencio que de cuando en vez quiebra el reburdeo de un toro. Taciturno, deja que sus miradas se enrosquen en las encinas del recuerdo, con ensueños de garrochas, encierros y tentaderos.

Era la despedida, el adiós a una finca y una vida a las que había entregado más de tres lustros de ilusiones. El punto final a un legado de más de un siglo de glorias y desvelos donde el nombre de Pablo Romero había enseñoreado por los ruedos de España la boca de horno de pan de su hierro y su divisa –claridad de cielo de marisma y alba paloma del Rocío– azul celeste y blanca, como señas de su prestigio.

Ha llegado la hora de entregar las llaves, el ganado, la finca de Partido de Resina, la memoria, la fama…, todo menos dos cosas: el nombre de Pablo Romero y el cambio de conocedor, pues los Muñoz han estado ahí desde hace cinco generaciones y Manolo Muñoz, bisnieto del primer mayoral que tuvo Felipe de Pablo Romero, debe continuar en su puesto para que el trato se lleve a efecto.


Recuerda cuando asumió sobre sus hombros la pesada carga ganadera que creara su bisabuelo Felipe, que pasara a su abuelo, Felipe de Pablo Romero y Llorente y de éste a sus hijos Felipe y José Luis, su padre –que es quien le dio a la vacada el mayor prestigio–, y, finalmente, a su hermano Felipe, muerto prematuramente en 1979. Entonces, estaba empleado en la Caja de Ahorros de Sevilla y, cada día, al terminar la jornada laboral, engullía un bocadillo, se montaba en su dos caballos y tiraba para el campo a fin de irse poniendo al día de un asunto sobre el que no tenía ni zorra idea. Tras años con este itinerario, decide hacerse ganadero, aunque para ello tuviera que empeñar su sombra y la de su esposa y quedar cautivo de los bancos.

Cuando la cogió, la ganadería se asfixiaba bajo un concurso de tinieblas. A la flojedad que volvía trapos las patas de sus toros, se unía una falta de casta que amenazaba con tirar por tierra todos los lauros conseguidos antes. Los libros de ganadería estaban incompletos y era tal su impotencia, que veía cómo sus esperanzas tomaban el rumbo del osario. Menos mal que, en este tiempo de cenizas, contaba con un salvavidas para intentar salir a flote del naufragio: el mayoral Manolo Muñoz, cuarta generación de una saga de conocedores que habían unido su apellido al de Pablo Romero. Desde el inicio de la ganadería sólo las manos encallecidas de riendas y garrochas de este apellido habían dirigido el complicado manejo de los majestuosos toros cárdenos.

Fue una lucha titánica, buscando rememorar aquellos días de gloria, que empezaron el 9 de abril de 1888, al lidiar por vez primera en la plaza de Madrid. El cartel lo componían Lagartijo, Manuel Hermosilla y Guerrita, y don Felipe mandó un sexteto de toros (“Remendao”, “Cuchillero”, “Capa-negra”, “Pollero”, “Figuerito” y “Chato”, según orden de lidia) del que sobresalieron segundo y sexto, a los que alabó la Prensa afirmando que difícilmente iban a ver dos toros más bravos en esa temporada. El envés de esta cara fue la corrida con que la divisa celebró el centenario. El día de San Isidro de 1988 dejó un gusto acíbar en las papilas de la memoria. Dos toros rechazados en el reconocimiento y otro devuelto a los corrales a petición del público dejaron la corrida en la mitad y ésta, muy justa de fuerzas y protestada por sus caídas, aunque exhibiendo su proverbial belleza, ni propició el triunfo de Ruíz Miguel, Nimeño II y José Antonio Carretero, la terna encargada de lidiarla, ni satisfizo al respetable. Y menos que a nadie al ganadero.

Jaime ve como todo se va hundiendo pozo abajo. Pese a su abnegado empecinamiento, a su insobornable voluntad por dar lustre al hierro y mantener viva la vacada, no encuentra recompensa en parte alguna. Sólo el árbol de la amargura le cobija, y el fiel Muñoz, con quien comparte estudios, rifirrafes, trabajos y tristezas. En doce años, levanta tres placitas de tienta: una en La Herrería; otra de troncos de eucaliptos en Partido de Resina y, finalmente, la actual que hoy existe en el mismo lugar. Busca recuperar el tipo, la vivacidad, la encastada bravura de los pablorromeros, pero se pierde en los caminos de la herencia y no consigue desentrañar el enigma que tejen las sangres de Vistahermosa, Hidalgo Barquero, Vicente José Vázquez, Jijón, Gallardo y Cabrera, ladrillos fundadores de la ganadería.

Sólo quien ama vuela; pero el amar no garantiza el vuelo. Jaime de Pablo Romero ama su locura, siente en el corazón el alimento de sus raíces de trigo; sin embargo, por más que busque el ascender, naufraga. Falta oxígeno para tender las alas y, para colmo, la terrible sequía de los años noventa. 1993, 94 y 95, fueron calendarios de sed para el campo y la vida. ¡Hasta las encinas atrofiaron sus ramas! Ahí ya no pudo más. Esa fue la puntilla. El ganadero echa entonces, en el mar de la Fiesta, la botellita con su S.O.S., pero sólo el silencio le devuelve su eco. Ya no hay nada que hacer. Hay que entregar las armas. Y viene un comprador como una luz en medio de la niebla. Y se principia un comienzo de trato. Y es entonces cuando desde Francia le llega un banderín de enganche al que se suman aficionados de todo el planeta para evitar que venda a cambio de crear una Fundación que ponga el dinero necesario para seguir viviendo. Fue un intento hermoso, pero insuficiente. Los fondos obtenidos no alcanzaban el mínimo. Y Jaime de Pablo Romero –malherido su corazón con canas– no tiene más remedio que claudicar vendiendo.

Y ahí he querido pintarlo, despidiéndose de lucios y lagunas, de sus caños, vetas y arrozales; de sus toros hermosos, de anchos pechos y robusta culata, pintura viva de una raza totémica; del caballo valiente; del águila imperial y del milano, de espurgabueyes, garzas y flamencos; de sus almajos y vastos pastizales. Una vez archivado en el alma el paisaje, se llena los pulmones de marisma, coge su coche y ya no mira atrás.


El pasado, 1 de septiembre, como ese día de toros y marisma, Jaime de Pablo Romero se despidió para siempre de la vida. “Perder hasta perder la vida/ es vivir la vida y la muerte”, escribía el gran Neruda. A sus ochenta años, esa lección nos dejó el hombre, el ganadero, el caballero de exquisito trato, que cayó en el silencio mucho antes de que emprendiera su marcha hacia el destino. Para él, se terminaron los lamentos y sólo queda nuestro reconocimiento por su amor a su linaje y al toreo.

Descanse en paz y viva su memoria.

martes, 1 de septiembre de 2020

UN VIENTO FRESCO, LIMPIO Y SANO

 

Por Santi Ortiz


De la remota gruta de los vientos, nos llega un aire fresco, limpio, sano, vivificante y tónico, que ventila pulmones y conciencias y nos oxigena de esperanzas la vena aorta de las ilusiones. Qué diferencia con ese otro, viciado, envejecido por los calendarios, malsano por haber degradado la aventura en oficio, que se empeña en quedarse por encima de todo, impregnando de miasmas conformistas las salas y rincones del toreo.

Es verdad que en su recorrido por los calendarios las monteras que lo componen dejaron en la arena lo mejor de ellas mismas y hay algunas que todavía lo dan, pero hasta el más apetitoso manjar llega a hartarnos si hemos de comerlo por fuerza diariamente. Y eso es lo que está ocurriendo con la mayoría de los carteles de feria, convertidos en una abusiva y cansina repetición.

Si tomamos, entre los que torean asiduamente, a los once matadores de toros más longevos –Ponce, Finito, Morante, Ferrera, Curro Díaz, El Juli, Urdiales, El Fandi, Castella, Manzanares y Perera–, resulta que entre todos suman 245 años de alternativa; esto es: el mismo tiempo que ha pasado desde que Pedro Romero debutara en Madrid –1775– e iniciara su competencia con Costillares. Dicho de otra forma: acumulan tantos años de alternativa como edad tiene prácticamente el toreo a pie. Una curiosidad, pero también una tremebunda exageración.


Por el bien de la Fiesta, no podemos continuar así. Hay que ventilar el negocio y renovar su atmósfera. Se quejan los empresarios de que no encuentran recambios para estos toreros veteranos a la hora de confeccionar las ferias y abonos; pero no es cierto. Ese soplo vivificante y fresco que nos ha traído la corrida del pasado domingo en Linares o la de hace dos semanas en Esquivias lo desmiente rotundamente. ¿Es que Juan Ortega no tiene arte –arte puro y auténtico– para codearse con cualquiera de los consagrados que pasan por artistas? ¿No es Álvaro Lorenzo un torero con enjundia para colgar su nombre en los carteles de mayor postín? Y qué decir del portuense Daniel Crespo, ¿no sorprendió con sus buenas maneras, personalidad y elegancia, pese a no llevar más de cuatro corridas toreadas con grado de alternativa? Y si de Esquivias hablamos, ¿no nos dio gusto ver a Cristián Escribano, ante un toraco veleto, de casi seis años, desplegar a placer todo su regusto y torería? También quedé sorprendido gratamente con el momento dulce que atraviesa Gómez del Pilar, al que últimamente he visto en dos corridas muy seguro, muy templado manejando la muleta y con auténticas ganas de abrirse paso en la profesión.


No son éstos los únicos. El viento de la savia nueva golpea recio contra las puertas cerradas de los despachos clamando porque se abran los carteles, porque se los anuncie con toreros de más renombre y con las ganaderías que éstos matan. No se puede seguir cerrando el paso a los que hacen cola con merecimientos para ocupar un puesto en los buenos carteles. Ya sé que no cabe ponerlos juntos una misma tarde porque el público en general no los conoce y, como la mayoría no son aficionados, se dejan llevar por las “marcas” e ignoran el resto, pero tienen perfecta cabida en carteles cuyo peso recaiga en las llamadas figuras.

No es altruismo, es necesidad. No podemos convertir la cúpula del toreo en una especie de Inserso, que mustie toda ilusión que se roce por él. Hace falta gente nueva, con los sueños flamantes y una sed insaciable de triunfos y epopeyas; toreros con aristas agudas, no desgastadas ni melladas por el roce con el tiempo y los toros. Y no sólo son los empresarios quienes deben ponerse a la tarea, también las figuras veteranas que copan los carteles. Hemos de quitarnos las máscaras. Hemos de dejar de hacer de la mentira el pan nuestro de cada día, de nutrirnos con ella, y decir la verdad sin ningún disimulo. Por ejemplo, de nada sirve brindar a toda la familia taurina, como hizo Ponce en Plasencia, y en especial a “todos los toreros y a las cuadrillas que no están toreando”, si luego gusta de anunciarse mano a mano y va quitando un puesto cada tarde impidiendo actuar a uno de los brindados, uno de esos que “no están toreando” y a los que él, sin embargo, manda todo su apoyo. Tampoco es de recibo que se “caiga” de la terna un torero –como le pasó a Ponce en El Espinar– y los dos restantes –Ureña y Toñete– se repartan el pastel mano a mano sin darle entrada a un tercero ni siquiera en un año como éste en que los trajes de luces de la mayoría bostezan en los armarios sin un mal cartel que llevarse a los machos. Se precisa menos ombliguismo y más extirpar las injusticias; menos egoísmo y más concordia entre los compañeros. Tiene que ser así. Lo exige el momento que atraviesa el toreo.


Por mi parte, aún tengo el fresco soplo de Linares purificándome los pulmones del alma. Y la satisfacción de comprobar que hay sangre torera de repuesto, que hay sueños flamantes retozando en las praderas del futuro, que el valor, el arte, la torería y el duende, no se agotan con los tres naipes –sota, caballo y rey– que acaparan la Fiesta. Ojalá que esta voz tenga oídos que sepan escuchar. Hace falta que nazcan nuevas flores y, para ello, es preciso plantarlas y regarlas. De lo contrario, el toreo se verá convertido en el enésimo pase de la misma película.Y eso, significa la muerte.