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viernes, 4 de agosto de 2023

NO HAY BILLETES..

 


David de Miranda hace valer su hambre de triunfo ante la mala suerte del reaparecido Roca Rey

Tres orejas paseó el onubense ante sus paisanos en tarde de un único trofeo para un Roca Rey que se llevó dos horribles volteretas en una precipitada reaparición 


Lleno total en la primera corrida de toros de las 
Colombinas de este año  - No hay billetes, después de siete años en la Merced -y primer plato fuerte del abono, con un mano a mano entre el peruano Andrés Roca Rey y el torero local David de Miranda, con una corrida esperando en chiqueros con los hierros de Hermanos García Jiménez y Olga García Jiménez.


 Una tarde donde el onubense volvió a dejar patente que atesora un valor descomunal, pero que debe saber dominar en ciertos momentos de sus faenas. Por su parte Roca Rey quiso volver como lo dejó, quedando patente que no andaba totalmente recuperado de un percance de tal calibre pese a ser fiel toda la tarde a ese concepto que le colocó en figura del toreo.

Roca Rey se sobrepone a otra fea voltereta y se impone a un manso quinto al que pincha



Le cortó una oreja Roca Rey al primero de la tarde, un animal muy justito de presencia de Olga Jiménez que, aún teniendo transmisión y humillación en las telas, acabó rajándose. Ya vio el peruano que no iba a estar sobrado de raza, de ahí que no le apretara en el desigual recibo a la verónica. El susto vino cuando en un quite capote a la espalda el espada perdió pie, afortunadamente pudo hacerse el quite, pero en el remate el animal se lo llevó por delante. El animal de la familia Matilla hizo por él en el suelo llevándose varios golpes el peruano, el cual se levantó visiblemente dolorido. Tras reponerse de dicho golpe, brindó la faena a su compañero David de Miranda. No le apretó de inicio, llevando al animal a media altura, había que dosificarlo, de lo contrario iba a durar muy poco. Andrés acertó en las alturas y las distancias con un animal que sacó carbón en la muleta. Le tapó siempre la cara y tiró de un astado que hizo el avión en varias ocasiones. Faena que tuvo su intensidad y en la que Andrés fue apretando cada vez más a un animal que exigía sometimiento. Pero el animal ya avisó en varias ocasiones por rajarse, y así hizo en un final de obra donde tuco que acortar distancias. Pese a las ganas del peruano, se le notó incómodo en algunas fases de una faena que no llegó a explotar. Tras la estocada paseó una oreja.

De Miranda pasea el doble trofeo tras una explosiva faena al segundo

Tuvo también virtudes el segundo de la tarde, un animal armónico de hechuras que salió sueltecito pese a meter bien la cara en los capotes. Miranda le dio distancia para aprovechar la inercia de un toro con mejor inicio que final del muletazo. Estoico fue el inicio de faena de un espada que no se dejó nada en el hotel. El de García Jiménez tuvo emoción, pero le faltó salirse de los vuelos, de ahí que el triguereño tuviera que alargarle el muletazo todo lo posible. Miranda se quedó en el sitio para hacer pivotar a su alrededor la embestida franca de un animal que necesitaba ir siempre empapado de muleta, de lo contrario se quedaba abajo más allá del emboque. Lo intentó a zurda, pero el animal siempre vino dormido por ese pitón. La faena tomó temperatura con un pase por la espalda con el toro oliéndole la cintura. Acortó distancias ante un animal que se sintió siempre más cómodo en la media distancia. La estocada final posterior al arrimón pusieron en sus manos dos generosas orejas que eso sí pidió al unísono toda la plaza.

Roca Rey pincha la oreja del desigual tercero y sale ovacionado


El tercero fue otro que acusó su justeza de raza ya desde el saludo capotero, un animal que salió suelto, pero que quiso colocar la cara en los capotes. Atento estuvo un Andrés que fue abriéndole los caminos hasta encontrar el momento donde soltar muñecas y estirarse a la verónica. Un animal que se puso complicado en un tercio de banderillas donde Antonio Chacón volvió a dar otra lección de valor y torería. La plaza pidió en pie que saludara montera en mano, gesto que agradeció saludando pero sin desmonterarse. Se puso de hinojos en un inicio de mucha exposición ante un animal que vino siempre frenado, de ahí que estuviera a punto de volver a llevárselo por delante. Decidió entonces dejársela planchada y tirar del animal. Su gran virtud fue no dejar pensar a un ejemplar que embistió con todo y de una forma irregular. Toro, que acusó el sometimiento pese tomarla con franqueza en algunas fases de una faena a la que le faltó un punto de poso. Andrés volvió a entregarse como de costumbre en una faena donde buscó no dejarse tropezar la muleta. Con el toro venido a menos se metió en los terrenos del animal, algo que llegó una enormidad a los tendidos. Pero no anduvo fino en la suerte suprema, perdió la oreja de un astado que tuvo cambios de ritmo en su embestida.

David de Miranda se sobrepone a una fea voltereta y le corta la oreja a un cuatro que sacó carácter

El cuarto era de esos toros que a uno le entra por el ojo nada más verlo, un animal bajo como un zapato, con la cara colocada y expresión de viveza en la mirada. Un ejemplar de la familia Matilla que sacó carácter en los trastos y que siempre pidió llevarlo pulseado. Ya de capa, el onubense buscó siempre abrirle los caminos y buscar llevarlo con un ritmo sostenido. Empujó con clase en el peto para acometer con galope en un ajustadísimo quite donde volvió a conectar con sus paisanos. Un toro por el que había que apostar y así lo hizo David en un hierático comienzo de faena donde el toro se venció hasta tal punto que rozó el chispeante de Miranda. Un astado que tuvo franqueza y entrega por ambos pitones si lo llevabas enganchado y sometido, por el contrario, si lo llevabas a su aire tendía a frenarse y soltar la cara. Y así hizo en una tanda a derechas donde se llevó por delante al de Trigueros golpeándolo con fuerza en el pase de pecho. Tras recobrar el aire volvió a la cara del toro para dejar tandas intensas pero acortando en el exceso las distancias, algo que no le vino bien al animal, un toro con carácter que siempre exigió una muleta poderosa. David volvió a ponerse en el sitio y le corrió la mano en muletazos donde el toro cogió un ritmo sostenido, ahí crujió la plaza. El de García Jiménez se ralentizó de tal manera que David pudo acariciar una embestida que nunca fue bobalicona y sí muy exigente. Acortó distancias con el toro ya muy venido a menos en un final de faena donde este sacó aspereza. Hizo un gran esfuerzo y más tras ese fuerte golpe que pareció acusar -según sus gestos- en la faena de muleta. La oreja fue un justo premio a la entrega mostrada por el torero.

Roca Rey se sobrepone a otra fea voltereta y se impone a un manso quinto al que pincha


Por capacidad y pundonor, la faena al manso quinto fue la de mayor contenido del torero peruano hoy en Huelva. Bien es cierto que su faena al primero tuvo cotas altas, pero en esta tuvo que meter en el canasto al manso y huidizo animal de la casa Matilla. Un toro este de inmejorables hechuras, uno de los toros en tipo de la desigual corrida del hierro salmantino. No se dejó torear de capa y ya en el tercio de banderillas empujó mucho hacia tablas. En ese comienzo por estatutarios, el toro hizo caso omiso al toque fijador y se lo llevó por delante saliendo visiblemente dolorido el peruano. Tras reponerse optó por torear al animal donde él quisiese, y ahí a base de colocación, distancias y alturas le fue sacando derechazos hasta dejar dos series de gran calado en los tendidos ante un toro que quiso colocar la cara y tomarla con ritmo, pero la mansedumbre siempre pudo más. Roca volvió a colocarse en el sitio ante un animal que lo mismo arroyaba haciendo hilo que la tomaba con ritmo. Pero su gran esfuerzo se fue por el sumidero tras fallar con los aceros, cambiando la oreja por una cerradísima ovación desde el tercio tras sonar dos avisos.

La porfía de David de Miranda choca contra la falta de casta del sexto

Junto al primero de la tarde, el sexto fue otro de los toros justo de presencia del festejo, un animal simplón tanto en sus hechuras como en su comportamiento y al que el de Trigueros le realizó una faena que nunca llegó a romper. Ya de capa el animal se había salido suelto, empujando de mentira en el caballo. David volvió a echarse el capote a la espalda para que su labor no perdiera enteros. Con la muleta buscó citarlo de largo, pero el toro venía sin entrega y embistiendo con la cara por las nubes. Porfió David en una faena donde volvió a destacar su entrega y disposición ante el soso y descastado animal. Volvió a meterse en los terrenos del toro, lugar donde se encuentra como pez en el agua, pero fue imposible, no había toro. Con la espada tampoco estuvo atinado escuchando tibias palmas de sus paisanos como reconocimiento a su labor.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de La Merced, Huelva. Feria de Colombinas, segunda de abono. Corrida de toros. Lleno de No Hay Localidades en los tendidos.

Toros de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez (primero). Desiguales de presentación y hechuras. De humilladora y emotiva embestida el mansito y anovillado primero; con prontitud y fijeza un segundo al que le costó irse tras los vuelos; de embestida cambiante el geniudo tercero; de exigente y humilladora embestida el complejo cuarto; de mansa condición el huidizo y cambiante quinto; de simplona embestida el descastado sexto:

Roca Rey (Azul Rey y oro): Oreja, ovación tras aviso y ovación tras dos avisos.

David de Miranda (Sangre de toro y oro): Dos orejas, oreja tras aviso y palmas-

-Incidencias: Andrés Roca Rey fue atendido en la enfermería de “una contusión en la zona del vasto anterior del muslo izquierdo’.

Llenó de no hay billetes. Actuó de sobresaliente el matador de toros Alejandro Parralo.

 Puerta Grande para Miranda

/cultoro.es/2023/8/3/festejos/Huelva-colombinas


 

Accidentada reaparición de Roca Rey en Huelva

Vaya por delante: un espectáculo taurino no puede irse a las tres horas redondas. Máxime si comienza a las ocho de la tarde que no son tales. El reloj de la plaza de Huelva se atrasa unos minutos adrede y el festejo se trufa de un mar de pausas prescindibles –desde la tardanza a sacar el pañuelo, pasando por la parsimonia del torilero y terminando por las faenas interminables- que convierten el desarrollo de la lidia en una auténtica prueba de paciencia.

A partir de ahí, el gran interés del evento –que mostró su fortaleza en la taquilla, con cartel de ‘no hay billetes’ que no explicaban algunos claritos en los tendidos- recaía en comprobar es estado de forma y fondo del número uno del escalafón, reaparecido en las orillas del Odiel después de sufrir el fortísimo palizón de la plaza de Santander.

 Roca Rey sacó casta, sentido de la responsabilidad y raza de figura pero también se le vio falto de fluidez, un punto lejano de su mejor frescura. Estas líneas no pretenden ser un diagnóstico de su sitio en la cara de los toros pero el peruano volvió a sufrir dos horrendas volteretas que le dejaron el cuerpo maltrecho aunque no sabemos si también le golpearon la mente y el alma. La primera, fortísima, se la iba a propinar el primero de la tarde, un toro abecerrado y sin cara que le echó mano en el primer tercio mientras sonaba un prescindible fandango. El animal le recogió con el pitón en el suelo, rebañándole la barriga. La cosa, milagrosamente, no pasó a mayores. Fue un torete de fondo desconcertante que iba a cantar pronto su condición mansa. Roca brindó a Miranda en medio de una ovación de gala antes de echarse por delante y por detrás a un bicho suelto y aquerenciado que acabó metiendo la cara como un tejón –con más disparo que bravura sostenida- en varias rondas de muletazos un punto mecánicas. En cualquier caso le buscó las vueltas antes de que cantara definitivamente la gallina. Los ochos finales, con el toro casi rajado, preludiaron una estocada corta. Paseó una oreja.

El matador limeño volvió a tirar de su repertorio más habitual para parar al tercero, un ejemplar badanudo y salpicado al que lanceó con buen aire. El personal celebró el quite por caleserinas y gaoneras, citando con el envés del capote. Pero el de García Jiménez iba a hacer algunas cosas raras: esperó a Chacón, que acabó clavando los palos con enorme mérito. Le iba a hacer lo mismo al matador cuando se echó de rodillas en el inicio de su labor. Después del susto, el toro salió de naja y Roca fue tras él. Le molestaba el esparadrapo o vendaje azul que sujetaba su taleguilla. Desembarazado del apósito se puso a torear por ambos lados. El de Matilla humilló mejor por el izquierdo y Roca volvió a sembrar alguna duda en torno a su fluidez al perder la muleta en una dosantina. No faltó el arrimón final y una llamativa forma de entrar a matar –esperando al toro muy en corto, casi a capón- que se tradujo en un pinchazo y media estocada. Sonaron algunas palmas que el torero, algo contrariado, ni siquiera recogió desde el tercio.

En realidad el mejor Roca iba a surgir en medio de la adversidad. El quinto fue un manso de libro que le iba a propinar una nueva y fortísima voltereta cuando trataba de iniciar la faena por estatuarios. Recobrado del tremendo castañazo y visiblemente maltrecho, siguió al toro en su huida desbocada por media plaza hasta cazarlo en el lado contrario. Ahí se empeñó en una faena que parecía imposible, cuajando muletazos intensos por ambas manos que calaron de verdad en el público choquero. El astro peruano hizo un gran esfuerzo hasta meter en la canasta al animal con el primer aviso acechando. Roca se molestó con el palco por el clarinazo y marró con la espada con el toro definitivamente rajado. El premio que se habría merecido quedó en ovación.

El número uno de la campaña alternaba con David de Miranda, un torero que sintió el calor de los suyos desde que hizo el paseíllo hasta que abandonó el amable coso de La Merced a hombros. Cortó tres orejas a favor de ese paisanaje aunque se mostró siempre más brillante y efectista en el alarde –que practica con absoluto abandono de sí mismo- que en el grueso del toreo fundamental. El matador de Trigueros logró doble trofeo del segundo, un ejemplar manejable con el que se mostró firme en el quite y en el inicio de una faena abierta con muletazos por alto y una arrucina casi imposible. El toreo más formal –las rondas de derechazos y naturales- brota algo más agarrotado pero la encomiable entrega del torero acaba tapando cualquier carencia, como los alardes finales de este trasteo que culminó con un inapelable espadazo.

El guión se iba a repetir, punto por punto, con un cuarto de embestida un punto brutilla al que aplicó un quite por tafalleras de aires tremendistas. Eso sí: se quedó como una auténtica vela en los estatuarios iniciales poniéndose a torear con descarnada entrega. El toro estuvo a punto de echarle mano varias veces. No faltaron muletazos al natural, trufados con algún susto antes de hacerle un catálogo final de pases de todas las marcas que sólo consiguieron alargar la faena sin demasiada justificación. Cayó media espada y con ella, la tercera oreja. La faena al sexto, bien picado por Carbonell y magníficamente banderilleado por Curro Javier y Fernando Sánchez, no tuvo hilo ni ritmo. A esas alturas la corrida pesaba, mucho.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidiaron seis toros de Olga Jiménez (el primero) y Hermanos García Jiménez, muy desigualmente presentados. El primero manseó pero acabó teniendo disparo en la muleta; resultaron más o menos manejable segundo y tercero; fue más bruto el cuarto; el quinto huyó hasta de su sombra y el sexto no paso de soso.

Matadores:

 Andrés Roca Rey, de añil y oro, oreja, palmas tras aviso y ovación tras dos avisos.

David de Miranda, de corinto y oro, dos orejas, oreja tras aviso y

Incidencias: Se puso el cartel de ‘no hay billetes’ aunque se advertían algunos pequeños claros en tendidos y gradas. En banderillas saludaron Curro Javier, Fernando Sánchez y Antonio Chacón. Tras estoquear a su primero, Roca Rey fue atendido en la enfermería de “una contusión en la zona del vasto anterior del muslo izquierdo” que no le impidió continuar la lidia.



                                                                                               ÁLVARO R. DEL MORAL

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