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martes, 4 de febrero de 2025

Siguen sin aparecer en los carteles

 


Me decía gente mayor que el toreo, para algunos, fue en tiempo de penurias un buen refugio. O quizás, digo yo, un capricho demencial y frívolo que rebasa cualquier necesidad. O también una desmesurada afición. O un objetivo a alcanzar pese a una realidad de ida y vuelta sin salto a la fama. A valorar qué es lo que le motiva más para seguir, en el día a día, sin perder una pizca de ilusión. A sabiendas de que son pocos, muy pocos, los elegidos.

En estos tiempos imprecisos, en los que los políticos no dejan de prohibir. De antitaurinos instalados más allá de su postmoderna lucha. De intereses empresariales diferenciales a los deseos de los aficionados, del ninguneos de los “grandes” a los “pequeños”, reina una complejidad tan inmensa que dificulta la tarea de analizar. De establecer categorías entre los que  son, quieren y pueden. De reflexionar sobre un futuro difícil e incierto motivado por el hacer de los que mandan sólo basado en el interés particular y no en el general.

No hay variación en la estructura de las ferias. Ves las combinaciones en las cartelerías de los primeros grandes ciclos de la temporada y son las mismas que las de pasados años. Los mismos, con la escasa y mínima inclusión de un olvidado que, con valor y la fuerza de su toreo, ha salido del ostracismo. Los menos, porque otros que han demostrado cualidades y calidades siguen sin aparecer.

Desde esta realidad hay que entender la insistente ilusión por meter cabeza en los prestigiosos ciclos de plazas de primera forzando la apuesta de futuro. Aunque después se hundan los deseos en la inesperada “mala suerte” que lleva al fracaso. En la dramática dificultad para volver a torear.

Lo incuestionable de estos hechos no impide que surja el encomiable trabajo, cada vez más contundente, de la Fundación del Toro del Lidia. Con su empuje, no sólo está en la legitima defensa de la Fiesta, sino que van creciendo en la segura unión con la sociedad. En la fabricación de ilusiones para los que buscan su oportunidad. De esta forma quizás dejaremos de ser víctima de ese choque de ideas e intereses que tantas veces ha hecho estrellarse contra la realidad. Contra la complicaciones de un sistema que, por unos u otros, sigue frenando el necesario relevo generacional. 

   Por: Manuel Viera

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