Según escribe este jueves Zabala de la Serna en el diario “El Mundo”, El Juli y José Tomás están sopesando la posibilidad de aproximar sus intereses y estrategias, para encarar de común acuerdo esta temporada, tan compleja como viene siendo. Advierte desde el primer momento el autor que se trata de una cuestión que aún está en su fase inicial y que, por tanto, no puede tomarse como algo decidido. Pero como se deduce de los términos de la crónica algunos pasos de acercamiento se han dado.
El mero hecho de que se alcanzara un principio de acuerdo entre ambas figuras, ya supondría un revulsivo de gran trascendencia. Por entendernos: El Juli, José Tomas y un primero, sería una terna irresistible.
Vamos, un suponer, que yo soy Canorea y ya les estoy ofreciendo “a lo que sea” la fecha del 15 de agosto en la Maestranza, aunque eso provoque un lío monumental a los gestores del AVE, que ni se sabe el número de trenes especiales que tendrían que montar. Tan mala como aducen que taurinamente es la fecha, tanto como para haber suprimido el centenario festejo del día de la patrona sevillana, ese día la mitad acabábamos comiendo de bocadillos, porque no habría capacidad hostelera para tanta demanda.
Pero suposiciones al margen, la interrogante que en forma de crónica plantea Zabala de la Serna tiene todo el sentido.
Dos toreros que por circunstancias diversas hoy van por libre, dos figuras de primer nivel que hoy no necesitan de excentricidades promocionales para reivindicarse, dos toreros que no se necesitan mutuamente para tener completa la agenda para la temporada, dos concepciones completamente diferenciadas del arte del toreo, dos segmentos de partidarios muy fieles, dos planteamientos con suficientes similitudes como para que sean coordinables, … Y a más a más: dos nombres que justifican de por sí una corrida de carácter extraordinario, fuera de abonos feriales, en cualquier plaza de primer nivel.
Los elementos internos encajan mejor que cualquier otro puzzle que pueda pensarse. Pero es que otro tanto ocurre con los factores externos. Y así, si ahora los toreros, con bastante razón, quieren reivindicar su valor principal frente a otros agentes participantes en el hecho taurino, una unión de esta naturaleza resulta evidente que sitúa en el lugar que le corresponde al torero como centro de la Fiesta.
Pero es que, además, por desgracia para los criadores, en el campo hay corridas aptas para acontecimientos de este tipo. A mayor abundamiento, hay empresarios taurinos que necesitan oxígeno para sus taquillas.
Y, sobre todo, en momentos depresivos y monótonos, la afición precisa de revulsivos como el campo la lluvia; no ya para levantar el ánimo, que no es poco, sino para remover todo el pelotón de esta carrera y despertar a tanto conformista como se da.
Se dan todos las circunstancias, en fin, para que esta “unión temporal de empresas” cobre todo su sentido y responda a una “necesidad del mercado”, que a la postre es lo que justifica una iniciativa con impacto económico y social: que la idea sea feliz y que responda a una demanda de potenciales clientes.
En las próximas semanas sabremos si, finalmente, lo que hoy no es más que un proyecto en gestación, fructifica en una realidad. Pero más allá de las conveniencia de sus dos protagonistas, para la Fiesta sería una noticia excelente y, sobre todo, necesaria.
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