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martes, 24 de abril de 2012

La Maestranza se pone el nivel de Puerto Banús

 

Allá por los años 60/70, en pleno furor del boom turístico e inmobiliario en la Costa del Sol la localidad de Marbella apostó también por la fiesta de los toros como un reclamo magnífico para los visitantes extranjeros. El typical spanish se implantó con éxito y la fiesta ayudó lo suyo, hasta el punto de que Marbella llegó a tener dos plazos de toros, la de la propia localidad y la que se construyó en Puerto Banús, con el nombre de Nueva Andalucía. Recuerdo que desde este coso se televisó una corrida a través de Mundovisión.

11ª Feria de Sevilla
23/04/10.
Toros: De DANIEL RUIZ y dos sobreros de PARLADÉ (1º) y de MONTEALTO (3º), de indecorosa presentación, de juego aborregado e inválidos
Toreros
SEBASTIÁN CASTELLÄ: de carmesí y oro. Pinchazo y estocada trasera (silencio). Pinchazo y estocada trasera. Saludos con protestas (0).
CAYETANO: de azul y oro. Estocada desprendida (saludos). Dos pinchazos y estocada. Un aviso (silencio) (0).
DANIEL LUQUE: de azul noche y oro. Estocada trasera y caida (silencio). Pinchazo y media estocada (silencio) (0).
Eran los años del todo vale siempre y cuando sirviera de gancho para el turismo. Y fue tal el exceso de espectáculos taurinos infumables, por su mínima seriedad, que cuando alguien quería poner un ejemplo de algo impresentable, se decía aquello de que parece de Nueva Andalucía. Bien, pues nunca se podria suponer que la Maesrtranza viviera una tarde al nivel de Marbella, de su toro, de sus toreros medáticos y de su público fashion, que no pide otra cosa distinta a pasar un buen rato. Y eso, exactamente, se vivió ayer en la plaza de Sevilla.
Una corrida indecorosa de presentación, borrega e inválida, de Daniel Ruiz, con dos sobreros de Parladé y Montealto. Es inexplicable que semejante gatada se haya aprobado en la Maestranza. Enfrente de los animalejos de Ruiz tres toreros dispuestos a rivalizar en vulgaridad. Para abrir la terna., como no, el señor Castella que este año figura nada menos que en cuatro, si ¡ cuatro ! tardes en el abono sevillano, para perplejidad de los propios abonados. Lo de menos ha sido su despliegue de trapazos a ambos toros. Lo peor lo protagonizó al brindar al público la muerte del cuarto toro, un inválido insoportable. Un sector del público le afeó ese detalle y Castella se encaró con ellos arrojando la montera al albero pero en dirección a dicho sector de la plaza.

Esta macarrada retrata perfectamente a monsieur Castella, incapaz de ligar una faena decente pero si de ofender al público. De Cayetano sólo se puede decir que naugrafó con el lote más aceptable de juego, especialmente el quinto. Un petardo en toda regla del medáitico ante "su" público. Y Luque nos ofreció un simulacro insufrible de pases a cual más destemplado y vulgar.

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