Deslumbrado todavía por la luminosidad del ramillete de chicuelinas y la monumental media verónica con que Morante ha saludado a su segundo toro en Badajoz, hay que considerar el momento de extrema gravedad que atraviesa la Fiesta más nacional de todas nuestras fiestas, independientemente de cualquier reconocimiento oficial –siempre bienvenido- como hecho cultural.
Con un cartel de lujo, la calvicie de un amplio sector de la plaza era la prueba evidente de que, si no se pone remedio con urgencia, esto se hunde sin remisión.Y no ha sido solo en Badajoz, también en Jerez, en Algeciras., en Córdoba , etc que como una lenta agonía recorre toda la geografía taurina.
La situación es tan apremiante que toreros, ganaderos, empresarios deberían acudir al grito de: “El toreo está en peligro, acudid a salvarlo”. Perfecto que los toreros traten de mover a la juventud e incluso que regalen entradas en las poblaciones donde actúan. También que las empresas creen tendidos jóvenes a precios asequibles, y que pongan una cantidad de entradas al alcance de la economía de parados y jubilados.
Pero todo eso significa poco para la realidad que amenaza al espectáculo, mientras la Administración siga gravando con impuestos leoninos la organización de las corridas de toros y sobre todo las novilladas.
Ayer mismo, en la novillada celebrada en Albacete en honor del Santo Patrón por imposición del pliego, se hicieron alrededor de tres mil euros de taquilla y la empresa perdió más de 35.000 euros. En los tendidos se sentaron los músicos, los familiares de los actuantes y los que van de gañote. La propiedad de los inmuebles debe dejar de manejarlos con fines descaradamente recaudatorios y tratar de utilizarlos para servir al pueblo.
Los pliegos no deben tener carácter de subasta, porque junto a la carga impositiva hacen peligrosa cualquier iniciativa empresarial y sobre todo impiden que se puedan bajar los precios de las entradas en estos tiempos de “primun vívere” que atravesamos. Sólo así, y si también los toreros y los ganaderos bajan gatillos, se podrán poner las entradas al alcance de las economías populares. Si no, acudir a una plaza de toros será tan elitista como acceder al Prater de Viena. Y volviendo a Badajoz; también se ovacionaron con fuerza la firmeza y el cuajo de Perera y la creatividad de Talavante. Pero lo verdaderamente clamoroso fue el grito de los tendidos vacíos
.Por Paco Mora ( Aplausos )
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