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miércoles, 10 de noviembre de 2021

LA PÁGINA DE MOLÉS

 


Mejor no me quejo y tú, tampoco.

 Venimos del descalabro más grande que sufrió la Fiesta con la dichosa pandemia. Pero hay algo meritorio y plausible. En gran parte “la gente del toro se ha venido arriba, que es lo que hace un toro bravo y un taurino bravo”. Mal que bien aparecieron en el cielo gris del desastre luces de colores, como las que siempre me cuenta Rafael de Paula, que a él le cayeron del cielo sobre su cabeza. El año no fue la puntilla, tras el fiasco del anterior, sino todo lo contrario.

Se abrieron plazas. Sevilla dio un ejemplo de que cuando se quiere se puede. Y Ramón Valencia, con el que tengo una relación escasa y educada, lo bordó. Y más en tiempos de guerra fría, o caliente, con los maestrantes, porque no se sabe a ciencia cierta quién debe seis millones de euros al contrario. Yo me fío siempre del currante y desde luego la feria maestrante ha sido de chapó. En Sevilla se sumó una larga lista de tardes de toros para no olvidar y triunfos de toreros con sello y carisma propios.

En este año de la semi reconquista hay tres nombres que llaman la atención porque en un principio parecía que no iban a ser los más celebrados. Ha sido el año de Morante, reverdecido. Un Morante al que le iban bien todas las ganaderías y que en esta temporada ha dado más gloria al toreo bueno que en años de solo detalles. Ha demostrado que es la figura madura a reverenciar, a aprender, a respetar, a la suma del valor, el gusto, el talento, la bragueta y el virus de los toreros grandes. Le he visto destellos que hubieran firmado Belmonte, Manolete, Chenel, Bienvenida, sueños de Paula y, por supuesto, de su gallo Joselito.

Y marcan en los altos niveles del toreo de hoy a dos maestros, jóvenes y maduros, que vienen de la paciencia, el aguante, el gusto, la verdad, el no aburrirse y que tras tanta soledad ahora nadie les niega que son dos figuras sin cuentos y con el cante hondo de la tauromaquia. Escribo, claro, de Diego Urdiales y Emilio de Justo. No se puede torear mejor. El gusto, la pausa, el temple y la capacidad de aguantar años de olvido ha germinado en un torero como Urdiales -qué pronto lo vio Curro-, que tiene todo el valor necesario, el temple, el gusto, la naturalidad… Estar natural delante de un toro es cosa de pocos. Y olvidado, a la cola, sin echarle muchas cuentas, como si no existiera, andaba un tal Emilio de Justo. Uno de los mejores toreros de la actualidad, macerado en el olvido, en la fuerza interior, en el no aburrirse y en el “aquí estoy yo”. Figurón. La puerta de Madrid la abre con su llave. Cabeza, corazón, bragueta, torería, oficio, gusto, valor y no parecerse a nadie más. Es la última estrella del cielo de Las Ventas.

Diego y Emilio vienen de la paciencia, el aguante, el gusto, la verdad y el no aburrirse. Tras tanta soledad ahora nadie les niega que son dos figuras sin cuentos y con el cante hondo del toreo

Claro que hay mucho más. Pero estos tres han marcado notas muy altas. Claro que no olvido a “la legión de figuras”; Roca Rey, Manzanares, Juli, Ortega, Daniel Luque -éste ha subido a primera división, tanto en España como en las Galias-, ahora sí que está redondo; empezó de crío que daba gloria, luego llegó la pandemia taurina y se aflojaron sus muñecas, pero Francia le dio el empuje y la confianza necesaria y Daniel ya está en el grupo de los toreros de feria. Francia le aupó cuando en España le habíamos borrado.

Hay más. Está Ferrera. Todo lo coñazo que fue a veces los seis de Madrid, se enfrentó a seis de la misma ganadería en Mont de Marsan que fueron seis explosiones de Antonio con un éxito arrollador. La otra cara que siempre está ahí o se pierde como la luna. Ureña, Perera, Escribano, Rufo, Ginés Marín, etc. Hay un campo sembrado de toreros que pueden ser el olor de la Fiesta.

Siempre recuerdo que aquí los que lo están pasando canutas no somos ni tú ni yo, ni el torero ni el empresario ni el sursum corda. Aquí el que las pasa en negro es el ganadero. Dime si lo sabes: ¿Cuántos toros se han lidiado y cuántos se han quedado en el campo o camino del matadero? ¿Cuántos se han lidiado de las 396 ganaderías de bravo? Todos podemos encogernos un poco, pero el ganadero es el que aguanta la columna Vendome de París, la de la Diosa de Lille o la de Trajano. El mayor peso es para ellos, su espalda y su bolsillo. Por eso no hay que olvidarse nunca, porque el toro es lo prioritario en este hermoso encuentro del torero y el bravo.

Me duele hace tiempo y no se me cura. Sobre todo porque este a veces parece el país de los “muertos en vida”. Por qué no explican punto por punto por qué plazas tan necesarias y de primera categoría como Bilbao y San Sebastián ha habido abstención taurina, nadie ha dado una razón. Y Valencia, joder con los políticos paisanos. Me aburren, iba a decir que hasta el gorro, pero mejor digo hasta la peluca. Qué cansancio. Bilbao, San Sebastián, Valencia y Zaragoza, en un juego de trileros.

Hay de todo. Campanas al vuelo porque esto mejora. Y tambores de guerra fría en demasiados políticos. Que el invierno nos traiga la esperanza y no olvidemos que esta pesadilla se borra si todos ponemos lo que hay que poner. Y no las palabritas de siempre.

PD: Hermoso de Mendoza, el hijo de Pablo, y Diego Ventura, son la cresta del toreo a caballo. El día que cesen sus hostilidades todos saldremos ganando. Y ese trío hará historia. La Fiesta se alimenta justo de eso: de su historia. El toreo siempre fue un desafío en la ardiente arena.

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