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viernes, 10 de octubre de 2025

Morante 2025: fin de pista

 12 de octubre de 2025: es la fecha marcada en la agenda de José Antonio Morante Camacho para poner fin a una gloriosa temporada que no se ha librado de su tributo de sangre. 


Pero nadie podía atisbar, ni remotamente, que el genio de La Puebla del Río escalaría desde el sótano de su propia vida -del infierno de ese trastorno disociativo que llegó a poner en duda su continuidad profesional- hasta la cima artística de su trayectoria artística en un año inolvidable que ha marcado un abismo diferencial con el resto de la grey torera rehabilitando la ley absolutista de Guerrita: después de mí, nadie...

Las dudas, la incertidumbre y hasta el escepticismo fueron las constantes del inicio de su campaña. Morante volvía a enfundarse el traje de torear reconociendo que aún no se encontraba totalmente recuperado. En realidad estaba tirando una moneda al aire... Se había sometido a un exilio personal en las costas portuguesas de Nazaré, acogido por la madre de su apoderado y amigo, Pedro Marques, y cerca de los médicos que han hallado la tecla de su actual equilibrio emocional. La vuelta se fijó en Olivenza el día 8 de marzo pero las inclemencias meteorológicas obligaron a demorarla hasta el día 29 en el coqueto coso de Almendralejo. Y Morante había venido a torear...

La campaña se lanzaría después del pletórico paso del genio cigarrero por la plaza de la Maestranza convirtiéndose, de lejos, en el mejor intérprete de un ciclo abrileño que no podía entenderse sin su nombre. Llegaría la ansiada puerta grande de Madrid, el paseo a hombros en Pamplona, los rabos de Salamanca, Jerez y Marbella, los triunfos del Puerto y hasta las palabritas de más con Roca Rey -“maestro, fúmese un purito despacito”, le llegaría a espetar el paladín limeño- que se resolvieron con el abrazo de Vergara de la Feria de San Miguel.

Morante navegaba a todo trapo sin bajarse del filo de la navaja. Ese compromiso descarnado delante de los animales -nadie se ha arrimado tanto, tanto tiempo y en ese nivel artístico- no tardaría en cobrarse su propio tributo. Las volteretas y los sustos, especialmente la durísima paliza de Marbella, precedieron la cornada sufrida el 10 de agosto en la plaza de Pontevedra que iba a partir la temporada en dos sin doblegar su sed creativa. Morante estaba, literalmente, molido. Pero el ánimo del torero pasaba por reaparecer cuanto antes, retomar el fragor de la campaña...

Los problemas de cicatrización fueron ampliando los plazos previstos hasta que pudo volver a vestirse de luces en Melilla. Fue el 3 de septiembre, pero la recuperación distaba de ser completa y obligó al diestro cigarrero a otro parón, más breve, antes de volver en Salamanca el pasado 19 de septiembre. Quedaban 8 días para que el torero volviera a la plaza de la Maestranza a darle la alternativa a Javier Zulueta en presencia de Roca. La corrida de Núñez del Cuvillo, impropia para la ocasión, se encargó de pulverizar cualquier ilusión. Al menos se habían limado asperezas.

Morante vuelve a Madrid este 12 de octubre en una histórica doble jornada en la que se vestirá de luces y de corto.
Morante vuelve a Madrid este 12 de octubre en una histórica doble jornada en la que se vestirá de luces y de corto. / EFE

Doble pase

Al despedirse del coso sevillano ya se sabía que la campaña de Morante culminaría en Madrid este 12 de octubre, onomástica de El Pilar, conmemoración de la Hispanidad y Fiesta Nacional de España. Pero la cita cobra tintes históricos desde el momento en el que Morante asumió el reto de comparecer en la plaza de Las Ventas en doble turno de mañana y tarde. En el primer pase lo hará vestido de corto y junto a un cartel de glorias de otra época que él mismo ha impulsado -Hermoso, Curro Vázquez, Rincón, Ponce, Aparicio y la novillera Olga Casado- para sufragar el monumento de Antoñete que encargó a Martín Lagares, su escultor de cabecera.

No es la primera vez que Morante se embarca en este tipo de homenajes -pagó de su cartera los bustos de Chibanga o Manzanares padre- pero el recuerdo del maestro del mechón blanco cobra especial relevancia con el retorno puntual -revival de otro tiempo- de dos toreros estrechamente ligados a la figura de Chenel y a la propia historia taurina de la plaza de Las Ventas como Curro Vázquez -que llegó a ser apoderado del diestro cigarrero- y César Rincón, que se hizo figura en 1991 en el trascendental escenario madrileño al modo de santi subito.

Pero habrá otro guiño al pasado: Morante ha reseñado un ejemplar de Osborne de pelo ensabanado para evocar la faena más legendaria de Chenel en Madrid: la del célebre Atrevido, ese toro blanco del mismo hierro y capa que cimentó la leyenda del diestro madrileño en 1966.

Mudado el paño por la seda y los alamares, volverá al embudo venteño en el turno de tarde para despedir del toreo a Fernando Robleño y confirmar la alternativa de Sergio Rodríguez. Ahí, convocando casi 50.000 almas en un mismo día y a doble turno, va a concluir la temporada del coso madrileño y la propia campaña del genio cigarrero

El torero también tiene ajustada su presencia el día de Todos los Santos, allende los mares, en la clásica feria del Señor de los Milagros del bicentenario coso limeño de Acho. No sabemos si el torero tendrá tiempo de deshojar la margarita de esa retirada que llegó a barajar ante las cámaras de Canal Sur el mismo día que presentó el boceto del monumento a Antoñete. Sea como sea, esta tarde concluye un año sin parangón que refuerza la mitificación de Morante, considerado ya uno de los grandes de la historia del toreo por derecho propio.

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