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miércoles, 24 de mayo de 2017

Mala corrida de Valdefresno

La ganadería brava padece un serio problema. Quizá, esta corrida de Valdefresno sea la peor de lo que llevamos de feria y de muchas ferias. Pero la enfermedad no es de este hierro, sino que está contagiada por los cuatro puntos cardinales del campo taurino. Con varias corridas como la de ayer, tan inválida, mansa, descastada y birriosa, se acaba la fiesta; y se acabará porque no habrá alma humana que aguante tamaña decepción y tan profundo aburrimiento.
MADRID. Duodécima del  abono. Algo más de media entrada; según datos de la Empresa: 14.589 espectadores (61,3% del aforo), la segunda peor entrada de lo que va de ciclo primaveral. Tres toros de Valdefresno y dos de Hnos. Fralie Mazas (Nicolás y José Enrique Fraile) y un sobrero de Carriquiri (4º tris), todos de nulo juego, con una presentación apta pero muy desigual. Daniel Luque (de rioja y oro), silencio y silencio tras un aviso. Fortes (de celeste y azabache), silencio tras un aviso y silencio. Juan Leal (de violeta y oro), ovación tras un aviso y silencio.

Lo curioso es que nadie investigue la causa del mal. Ni la autoridad, ni la Unión de Criadores, ni el ganadero afectado. Ni siquiera hay lamento. Ha salido mala y esperamos que la siguiente sea mejor. Y ahí finaliza la investigación.
Pero quedan muchas preguntas. ¿Estaba la corrida enferma? ¿Alguna comida o bebida le habría sentado mal? ¿Es un problema de selección?
Una ganadería es un coto cerrado y los manejos del ganadero son piezas secretas de la tauromaquia. ¿Cuáles son los métodos de selección de este ganadero y de este otro? ¿Por qué no existe un organismo que los supervise? ¿Por qué no hay unas normas precisas para el sector? ¿Por qué el presente y el futuro de un tesoro de la zootecnia de este país como es el toro está en manos exclusivamente privadas en un momento en que sufre un grave peligro de extinción?
No se entiende casi nada de esta fiesta; y, mientras tanto, continúa cayendo por el precipicio de la degeneración entre el silencio cómplice de todos los responsables y la desesperación de quienes pasan por la taquilla.
La corrida en la que participaron Luque, Fortes y Leal fue insufrible; y bien es cierto que no por responsabilidad de los toreros, que poco tuvieron que ver, con toda seguridad, en la elección de los toros. Pero a los tres, —los toreros— los llevaron al matadero y los despachos les pasarán factura por la tarde en blanco que dejaron pasar en San Isidro.
Luque está en horas bajas profesionales. Nadie cuenta la verdad, pero parece que son múltiples las causas que han llevado a este torero de tocar la cima con la yema de los dedos o enfangarse en la sima del olvido. No tuvo toros para demostrar nada —y cuánto tenía que demostrar para volver a empezar— y su expediente no cuenta con ningún apunte positivo y no por su culpa.
Fortes corroboro la buena impresión que dejó el pasado día 16, lo intentó de veras, se arrimó, se cruzó, trazó algún muletazo más que estimable, pero no pudo ahormar faena. Lo mejor, en su primero, tres naturales de rodillas, una tanda de aceptables redondos y mucho valor frente a un toro inservible. El quinto no tenía un pase.
Juan Leal no tenía más remedio que jugársela, y demostró valor ante un primer toro incierto y brusco. Se dio un arrimón junto a las tablas, se empeñó en dar circulares entre las protestas de parte del público y su intención no resultó meritoria. Una birria resultó ser el sexto, quiso torearlo sin éxito y a poco se lleva una cornada.

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