Foto de Ceferino Villaseñor |
Por Paco Guerrero /www.huelvainformacion.es
Ahora llega lo difícil para David de Miranda
De Madrid a Nimes. El empresario de Las Ventas, Simón Casas, no ha dejado pasar ni un día para anunciar, a feria cerrada, ojo, que pone de su empresa dos toros más y un montón de euros de su particular peculio para que Miranda no tenga que esperar a esa fecha de agosto de su agenda para volver a torear.
Y ahí está la confirmación de que David de Miranda ha entrado en la prestigiosa feria de Nimes junto a los ya anunciados Antonio Ferrera, Emilio de Justo y Antonio Catalán Toñete con la corrida de Jandilla el próximo 8 de junio. Cosas bonitas de la siempre inagotable mente del empresario francés.
En su pueblo se aprestan a recibir a Miranda a lo míster Marshall.
El Ayuntamiento agasaja al hijo ilustre; los cohetes repicaron al aire como en tiempos pretéritos lo hicieron con Litri en el Barrio San Sebastián.
Ha sido todo tan brutal que el triunfo de David de Miranda ha rayado por encima de otros muchos ocurridos y que equiparan al torero onubense entre los hitos que en su día marcaron la irrupción de El Juli, Talavante y algún otro. La primera consecuencia visible es que Madrid ha disparado inevitablemente a David de Miranda en la admiración y la expectación.
En la agenda del apoderado hay peticiones para muchas cosas. Actuaciones, entrevistas, etc.
El
toreo se ha vuelto loco con su triunfo y todo parece envuelto en esas
burbujas efervescentes de la euforia.
Es lo normal después de que Las Ventas vivieran el resurgir de un torero desconocido, cuidado con mimo
hasta llegar a aquí.
En ese desconocimiento del torero ha estado lo
rotundo de su triunfo pero también está la clave de su administración. Miranda
no ha llegado a Madrid de la mano de una casa potente.
Su día a día ha
sido la nave donde entrenar, la relación con su gente de siempre y la
normalidad de una carrera donde parece que no hay fondo pero sí lo hay.
Hay un fondo de humanidad grandísima en la que el niño que aspiró un día
a ser el torero que Huelva buscaba se ha ido haciendo un hombre.
En esta euforia externa no me ha sorprendido la tranquilidad del torero para asimilar la grandeza de una tarde. Ni la de un apoderado que ayer tarde me confesaba que “no nos vamos a volver locos ni a cambiar una línea de la carrera del torero. Siempre estará por encima de cualquier cosa cuidar al torero. Hay que
administrar todo de la misma forma que siempre hemos pensado
hacerlo”.
Entender esas palabras es comprender el impacto tan fuerte de
ese triunfo en Madrid y apostar porque todo ello no haga perder las
formas en la carrera de un torero que se ha curtido en el tiempo
necesario sin la prisa y la exigencia.
Hay dos triunfadores en esta historia.
Evidentemente el torero pero también al otro lado de esa línea su apoderado, Jorge Buendía.
En este país tan dado a cortar trajes para los demás no sorprende haber
escuchado comentarios para todos los gustos respecto al tándem torero y apoderado.
Indiscutiblemente lo de Madrid ha tapado todas la bocas necesarias de
callar y ahora con las perspectivas de la temporada cobrando un valor
inusitado no queda más remedio que pensar que el camino se sigue andando
de la misma forma que ha hecho llegar a esta meta.
Ahora que llega lo difícil es cuando la cabeza de la gente que rodea al torero debe pensar en no salirse un milímetro del guion escogido.
Cuando
lo fácil sea emborracharse de tanta alabanza y elogio, que siempre esté
primero el horizonte de humanidad y humildad en donde se ha curtido la
figura de este Miranda capaz de sorprender y entusiasmar a un pueblo, a
una provincia y a todo el toreo.
Qué impresionante ha sido que ese tiempo y espacio que se llama destino haya reunido a un romántico como Simón Casas, un apoderado convencido del camino a seguir, un torero con un interior de humanidad y profesión brillante
y al toro más importante que Juampedro haya lidiado en Madrid.
Qué
sueño tan grande que los haya reunido frente al tribunal más exigente de
la Fiesta y hoy todos los rincones de esta tierra estén hablando de que
ha llegado otro torero para su historia.
Lo dicho. Ahora llega lo difícil y nadie tiene derecho a
perder el rumbo para sacarnos de esta felicidad tan extrema que
sobrepasa a cualquier, toro, cualquier faena, cualquier triunfo.
Lo que el día 24 de mayo ocurrió en Las Ventas es el triunfo de la vida sobre el destino. Una enseñanza vital para quienes hayan dejado de creer que perseguir sueños no merece la pena.
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