Con una terna de lujo la conformada por Alberto García, al que hay que agradecer el esfuerzo por confeccionar un cartel a la altura de una fecha tan taurina como esta, víspera del Domingo de Resurrección. Cartel de "no hay billetes", un hierro, el de Luis Algarra, que trajo una corrida mimada con esmero, la televisión en directo y ganas, muchas ganas entre la afición de ver toros.
Hubo más ruido que nueces, los lotes fueron muy desiguales y el denominador común de la corrida fue la nobleza pero sin duda la penalizó la falta de chispa. Pésima la dupla de Ferrera, al que se esperaba con ganas tras su brillante cierre del año pasado en solitario en Badajoz. Templado y mandón estuvo Perera con los dos suyos, algo más parejos pero faltos de brío, le tocó al elegante Emilio de Justo el mejor lote, especialmente el sexto, de nombre "Andorrano", un animal de vuelta al ruedo que hizo emanar del diestro extremeño toda su clase, que es mucha, y arrojo, lo que en ocasiones es un billete asegurado a llevarse un susto, como le sucedió al entrar a matar al tercero. Buscó el indulto, con más timidez que la ganadera que en el tendido gesticulaba en busca de la connivencia del palco, la cual no llegó, no era la tarde.
Las ganas de fiesta hicieron que Emilio saliera a hombros contraviniendo el sentido común más que poner en peligro a los allí presentes, pero las normas están para cumplirlas por mucho que al aire libre los contagios sean menos, pero visto lo visto no está el tema para que nos tengan que recriminar nada, estamos bajo lupa y obligados a dar ejemplo.
Nos supo a poco, ya vendrán mejores tardes, siempre que la situación sanitaria lo permita, ahí andan esperando en Sevilla un gesto de la Junta de Andalucía, que debería mirarse en el espejo de la de Extremadura, esforzada en que las diversas manifestaciones culturales de la región sean viables, dentro del nuevo orden establecido. Mientras llegan esas tardes, que cunda el ejemplo de Tauroemoción, haciendo un esfuerzo ímprobo en organizar festejos bien proyectados desde su gestación, pasando por su promoción y su puesta de largo final. Hay mucho aprendiz del quiero y no puedo, incapaz de entender que hay que "contarlo para que se sepa", y a los medios de comunicación, que somos los que lo "contamos" , nos lo ponen en ocasiones muy difícil. Y estamos como para no contarlo y piensen que no existimos.
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