La Real Maestranza ha ganado a la empresa Pagés el doble pleito que ésta había interpuesto por la candente cuestión del IVA –seis milloncejos de nada- y el aprovechamiento turístico de la plaza de toros y su museo. La primera ya había sido ganada por el cuerpo nobiliario en primera instancia, en diciembre de 2021. Pero entonces perdió la segunda. Ambas partes recurrieron aquel fallo que ahora da la razón, por partida doble, al cuerpo nobiliario en un año de mudanzas: finaliza la tenencia de Santiago León Domecq después de una segunda y atípica prórroga; y con el propio año en curso concluye el contrato de arrendamiento que vincula a ambas partes desde diciembre de 1932 en el borde de un siglo de simbiosis más o menos avenida.
Por más que quepa aún recurso de apelación queda por ver si Ramón Valencia decidirá continuar con este complejo pleito que, por ahora, ya le ha cargado con unas cuantiosas costas. No es el único frente judicial que acumula el gerente de Pagés que ya denunció a la plataforma Onetoro por incumplimiento de contrato –no llegaron a emitir la Feria de San Miguel- y aguarda el proceso iniciado en un juzgado de Santander en torno a las presuntas irregularidades del proceso de adjudicación del coso montañés que disputaban a José María Garzón en comanda con la casa Matilla. El empresario sevillano, por cierto, ya tendría la feria de Santiago prácticamente hilvanada. Ése es el panorama…El sentimiento en el seno de la corporación maestrante –que ha mantenido una exquisita discreción sobre el asunto- es de lógico alivio pero también de cierta tristeza por la deriva de un proceso que había enfangado los últimos años de vigencia de ese contrato que no puede ni debe tardar en ser revisado, renovado o cancelado definitivamente para dar paso a nuevas caras. En público apenas se ha hablado del tema, más allá de aquellas declaraciones iniciales que confirmaban el malestar. Después llegó el silencio y hasta la escenificación de una aparente cordialidad que no podía ocultar lo que se hablaba en voz muy baja.
Ya lo hemos dicho: a finales de primavera habrá relevo en la tenencia. ¿Dejará el actual teniente de Hermano Mayor la patata caliente a su sucesor? ¿Será una decisión tomada que se conozca a la finalización de la actual temporada?
La sentencia judicial –siempre pendiente de la apelación al Supremo- cambia por completo las reglas de un juego que habría sido bien distinto con otro fallo. La Real Maestranza se libera de cualquier traba o condicionante para redactar un contrato acorde con los tiempos y el uso de un recinto que, en su faceta museística, es uno de los más visitados de la ciudad. Es muy importante el dato: los ingresos que genera el coso sevillano como atractivo turístico superan al de su aprovechamiento taurino. Ahí estaba una de las partes más jugosas del pastel, más allá del traído y llevado IVA que afectaba al taquillaje y los ingresos atípicos como las almohadas y el pujante ambigú, rentable alivio de la voraz sed de algunos aficionados. La Maestranza, en definitiva, tiene ahora las manos libres para negociar sin lastres judiciales, sea cual sea la opción por la que opte en un futuro cada vez más próximo. Y una cosa está clara: la vigencia del nuevo contrato no atará al cuerpo nobiliario por varias generaciones.
Este proceso judicial, iniciado hace cinco años, se antoja ahora un viaje a ninguna parte. El fallo también explica ciertas actitudes y quizá la evidente tensión transparentada en la presentación de los carteles de la temporada 2025 aunque ésta se verificó algunos días antes de un fallo que tiene fecha del 3 de marzo y se produjo bajo el pacto de silencio vigente entre el cuerpo de la Maestranza y la propia empresa Pagés.
En cualquier caso, casualidad o no, las respectivas sentencias han venido a coincidir con el prólogo de una temporada trascendental que, más allá de su rendimiento taurino, debe resolver la incógnita. Los maestrantes pueden optar por dejar las cosas como están o romper la baraja sucumbiendo a la sentencia del Gatopardo: a veces hay que cambiarlo todo para que todo siga igual.
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