“El toro está presente en el arte desde la primera huella del ser humano”
“El toro es un animal que está presente desde el primer vestigio de arte de la humanidad; es un animal mítico que ha funcionado como factor económico, divinidad protectora y objeto de culto, referente mágico y lúdico, y como exponente de la virilidad en la transmisión de su fuerza engendradora; la sangre del toro fertiliza las tierras y el semen transmite hombría a los que la habitan”
Habla, sin embargo, con desmedida pasión sobre el hondo significado del toro en todas las épocas del ser humano, desde el pleistoceno hasta nuestros días; y muestra con palpitante orgullo las muchas referencias toristas heredadas de la historia y que se guardan en el Museo Arqueológico Nacional, donde, entre otras huellas, se pueden contemplar los cuernos del bos primigenius, un animal gigantesco, precedente del bos taurus actual, la Bicha de Balazote, el toro de Osuna y numerosos vestigios de la civilización ‘taurina’ mundial.
“El toro ha jugado un papel de referencia en todas las civilizaciones, y en ellas ha ejercido un especial poder de fascinación”.No están claros los motivos, pero la figura del toro se ha desarrollado con más intensidad y perdurabilidad en la península ibérica, aunque siempre sometido a numerosas influencias exteriores.El toro es protagonista en el antiguo Egipto, en Creta -mujeres y hombres saltan como los actuales recortadores, y algunos historiadores han querido ver en esas imágenes el origen de la tauromaquia, aunque esa posibilidad no está fielmente documentada, a juicio de Teresa Gómez-; en el mundo de los sumerios y acadios -cuarto milenio antes de Cristo-, en Mesopotamia, “donde los dioses aparecen tocados con tiaras con cuernos, y donde el toro es la fuerza, el poder y la fertilidad”; en el mundo oriental, en la mitología griega y en las culturas del Mediterráneo…

“En el siglo XIII, las Cantigas de Alfonso X el Sabio recogen una regulación de los corredores de toros, entre los que está prohibido el lucro”, comenta la conservadora del Museo Arqueológico.
- El toro adquiere un sentido mágico; va a transmitir su virilidad al novio, porque es muy importante engendrar hijos. Y esa capacidad se adquiere por el contacto con la sangre. El novio quiere ser embestido por el toro para que su ropa se manche de sangre y se contagie de la fuerza engendradora del toro.

Fiestas, costumbres y leyendas que están en los albores de la tauromaquia, que nace cuando el pueblo recupera el protagonismo y sustituye a la nobleza en las fiestas de toros que se celebraban en eventos reales y aristocráticos.“Y aún persisten -continua Teresa Gómez- ritos de iniciación a la pubertad y juventud en localidades de la sierra de Madrid y Ávila, -como La Fiesta de la Vaquilla, que se celebra en Fresnedillas de la Oliva, de tradición antiquísima y origen céltico-, en los que los protagonistas van con máscaras y cencerros enormes y todos corren hacia la plaza, donde se simula el sacrificio del toro y acaban bebiendo para celebrar la virilidad contraída por los mozos del pueblo”.

- ¿Por qué arraiga el toro en la península ibérica más que en otros lugares?
“Es una pena -concluye- que lo podamos perder definitivamente si las corridas desaparecen. Creo que el panorama es muy oscuro; prohibirán la suerte de matar y los picadores, y los toros serán mecánicos con mando a distancia…
Ya se verá…
Y todo por culpa de los antitaurinos, que hablan de algo sobre lo que no tienen idea, de los toreros y ganaderos y de las manipulaciones y fraudes existentes en el espectáculo.
Por todo ello, creo que hasta los aficionados más recalcitrantes abandonarán antes o después.- No está clara la razón, pero lo cierto es que es difícil entender la historia de España sin el significado de este animal. Ya lo dijo Ortega y Gasset y es una verdad indiscutible.
En el mundo hispano ha existido siempre una fascinación especial hacia el toro, como si fuera algo innato en esta sociedad nuestra."
-Siempre me han gustado los toros y he corrido los encierros en Cebreros, el pueblo de Ávila donde nací. No sabe cómo sube la adrenalina. Pero eso era hace años. Ahora, mi vida ‘taurina’ se centra en el Museo.
Por Antonio Lorca / El toro, por los cuernos
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