Con el tiempo ha ido evolucionando y mejorando a la vista de los aficionados
Sin duda, una de las partes visuales más bonitas y agradables de la
Fiesta de los Toros, por su colorido, elaboración y contenido, es el
cartel en el que se anuncian los festejos pues con el tiempo ha dado pie
y motivo para que grandes artistas plasmen sus obras en él, además,
claro, de informar sobre este o aquel evento taurino.
Los libros indican que el cartel taurino es interesante desde varias
perspectivas: gráfica, artística e histórica.
Gráficamente permite
apreciar la evolución del mayor instrumento de propaganda de la Fiesta
Brava, la evolución de costumbres, es decir, horarios, orden de la lidia
y todo lo concerniente al festejo, sus preceptos y el gusto cambiante
de la afición.
Artísticamente permite observar el influjo de las
distintas corrientes artísticas en este soporte, así como su valor
estético intrínseco o bien la obra de artistas gráficos relevantes.
E
históricamente guarda el recuerdo de corridas famosas en las que se haya
producido algún evento importante.
Según rezan los anales históricos, el primer cartel de toros sirvió
para anunciar un festejo en Madrid el 19 y 30 de septiembre de 1737 en
la plaza del Soto de Luzón.
Estos primeros carteles de imprenta,
estéticamente rudimentarios, se limitaban a anunciar con variada
tipografía de la fecha y lugar de las corridas, los participantes y los
dueños de los toros.
Poco a poco los carteles fueron reemplazando al
tradicional pregón callejero
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